La burla de Emma

La burla de Emma

Leah no durmió bien durante la noche. Le preocupaba lo que pensaría Louis cuando recuperara la conciencia y descubriera que estaba casado.

¿Aceptaría el matrimonio y entendería que no tuvieron otra opción en ese momento que casarlo y salvar su compañía?

Sentada junto a la cama de Louis, Leah le sostuvo la mano mientras una lágrima solitaria caía de sus ojos. Sollozó. ¿Quién creería que su hijo, el joven y rico millonario de Oak City, había quedado reducido a este hombre pálido y delgado en la cama frente a ella?

—Louis, no sé si puedes oírme o no, pero quiero que sepas que cualquier decisión que tu padre y yo tomamos en tu nombre... —Leah se interrumpió.

No podía controlar sus emociones. Sintió que su voz se ahogaba y sollozó en voz baja. Respiró hondo y luego continuó: —...sí, cualquier decisión que tomamos, fue tomada solo por tu interés y por tu bien. Sabes cuánto te amamos y nuestro mundo gira solo en torno a ti.

Despierta pronto, hijo. Estoy perdiendo el control. No creo que pueda aguantar más de lo que ya lo he hecho. Hoy es tu boda con la hija mayor de la familia Grayson.

Espero que despiertes pronto y cumplas con la responsabilidad de un esposo con ella y nos des un nieto... —

Leah Hayden bajó las escaleras e instruyó a los sirvientes para que pusieran en orden el dormitorio principal, la novia llegaría ese día.

Igualmente, debían darse cuenta de que la señora de la casa iba a llegar y se le debía otorgar el respeto que merecía.

Los sirvientes inclinaron la cabeza y asintieron al unísono. Leah Hayden, tras dar instrucciones, le susurró al oído al asistente de Louis Hayden, antes de irse.

Los sirvientes intercambiaron miradas. ¿Preparar el dormitorio principal, para quién? ¿No estaba el Sr. Hayden en coma y, según toda la información que habían escuchado hasta ahora, podría permanecer en esa condición por el resto de su vida?

Ni siquiera el soporte vital podía ayudarlo. De lo contrario, habría salido del coma hace mucho tiempo.

Pamela se sentó frente al espejo de su tocador mientras la vestían. Nunca había visto a una novia vestida con un vestido de novia tan caro y exquisito como el que llevaba puesto.

Su largo y hermoso vestido de novia estaba decorado con piedras de diamantes por todas partes. No le dijeron, ni estaba interesada en preguntar, pero sabía que el vestido de novia sería el mejor y más caro de Oak City.

No importaba cuán clásico, caro e impresionante fuera el vestido de novia, no significaba nada para ella. Lo llevaba porque estaba obligada a usarlo.

Si la boda naciera del amor y la felicidad, ella apreciaría cada minuto que tuviera el vestido puesto, pero en ese momento estaba siendo enviada como una tonta que no tenía voz sobre sí misma.

Su supuesto marido estaba en coma y ella estaba vestida tan elaboradamente solo para ser llamada su esposa.

—...tan hermosa, eres la novia del año y la novia más bella que he visto —declaró Freya, acercándose y plantando un beso ligero como una pluma en la barbilla de Pamela.

Esta última casi se congeló. Nunca antes había escuchado a su madre decir algo tan increíble sobre ella. Definitivamente estaba fingiendo frente a los sirvientes y la maquilladora que la Sra. Leah Hayden había enviado para prepararla.

Debían estar impresionados de que su madre fuera una mujer tan dulce. Solo ella podía decir qué artimañas, amenazas y furia había empleado solo para conseguir que aceptara casarse con Louis Hayden.

—Todos están listos abajo. Todos están esperando a la novia... —anunció Freya.

—Claro, señora, casi terminamos —respondió la maquilladora, echando otro vistazo a sus pestañas y lápiz labial a través del espejo.

El velo fue sujetado con un alfiler al cabello de Pamela y se dejó caer, cubriendo su rostro.

Todos sonreían excepto la novia. Ella se veía inexpresiva. Sentía que estaba siendo vendida y no podía hacer nada al respecto.

Freya, satisfecha con la calma de Pamela, sonrió maliciosamente y salió. Estaba feliz de que las cosas fueran bien hasta este punto. Solo esperaba que Pamela llegara al final con calma.

Pamela se puso de pie y el vestido de novia se mostró en todo su esplendor. Estaba brillante y las piedras de diamantes parecían resplandecer.

Algunos de los sirvientes estaban tomando fotografías mientras Pamela permanecía inexpresiva. Gracias a Dios, el velo estaba allí para ocultar sus ojos llorosos.

Una dama de honor principal estaba detrás, ayudándola a sostener el desbordante vestido de novia. Cuando Pamela salió de su habitación, se encontró con Emma a mitad de camino, que venía hacia su habitación.

La escena del día anterior se reprodujo en su memoria en unos pocos segundos y el dolor pareció volver a surgir, casi abrumándola.

Sabía que Emma no se preocupaba por ella, ni un poco. Pero nunca habría creído que se rebajaría tanto como para tener una aventura con su supuesto prometido.

—Hola, hermana, felicidades por tu boda —canturreó Emma, acercándose y abrazando a Pamela. Esta última ni respondió ni la abrazó, se quedó como una estatua.

Emma frunció el ceño y se inclinó hacia ella, susurrándole al oído: —No tienes idea de lo mucho que me alivia tu boda. Ahora, estás fuera de mi camino y puedo hacer lo que quiera abiertamente sin considerar tus sentimientos.

Aunque, no es que me importaran tus sentimientos, solo estoy tratando de ser una hermana. Pero espera, ¿le dijiste a tu querido Lucas que te vas a casar con otra persona?

¿Lo dejaste porque era demasiado pobre para pagar un vestido de novia tan caro para ti? Lo dejaste y fuiste tras alguien que es rico y puede darte un nombre y riqueza en la sociedad... —Emma se estaba burlando de ella y al mismo tiempo, sonriendo.

Los que estaban alrededor también sonreían. Qué amorosas eran estas hermanas. Pamela debía ser muy afortunada de tener a esas personas como su familia. La amaban inmensamente.

Pamela apretó los dientes. ¿Se atrevía a decirle que había dejado a Lucas y se había ido tras otro hombre simplemente porque Lucas no era tan rico como su futuro marido?

Siempre había sabido que Emma era traviesa, pero no sabía que también era cruel. La palma de Pamela formó un puño y estaba temblando furiosamente.

Pero ella no diría nada. Emma debe haber pensado que ella no sabía nada sobre su aventura con Lucas y, como tal, quería hacerla la víctima y acusarla.

Emma vio la acción de Pamela y lo tensa que se había puesto, sonrió aún más. Y sosteniendo la mano de Pamela, le hizo una señal a los sirvientes detrás de ella para que le dieran unos minutos más.

Ellos lo hicieron y se movieron un poco hacia atrás. Emma sonrió y se giró hacia Pamela: —¿Cómo te vas a las arreglar ahora, casándote con un hombre que está en coma? ¿Cómo será tu noche de bodas?... —Emma la injurió más y se rió provocativamente.

Pamela no estaba lista para más burlas, por lo tanto, pasó junto a Emma, hacia las escaleras. No quería decirle nada a nadie esa mañana y si se quedaba más tiempo, escuchando las burlas de Emma, podría verse obligada a hacer lo contrario.

Cuando Freddie Grayson vio a Pamela, su corazón se inundó de culpa. Deseó que ella entendiera que él siempre había estado allí para ella.

Tenía que aceptar esta unión para liberar a Pamela. Ya no podía soportar verla pasar por tanta incomodidad y odio por parte de Freya y Emma.

No le quedaba mucho tiempo. Lo menos que podía hacer por ella ahora, era liberarla de esta jaula que llamaba familia.