로그인Dentro del probador, Valeria tenía un montón de lencería en los brazos, completamente congelada en su lugar. El probador de apenas un metro cuadrado se sentía apretado incluso para una sola persona. Y para colmo, el probador conectaba con el ático de arriba, que era una bodega.Se escucharon pasos acercándose. Valeria sintió algo, levantó la mirada y una figura apareció frente a ella.El hombre estaba completamente de negro, con una gorra bien baja y casi medio rostro cubierto por una mascarilla negra. Los únicos ojos visibles eran alargados y profundos. Con sus piernas largas, bajar las escaleras de caracol le tomó solo dos pasos.En el momento en que él apareció, Valeria entendió al instante la intención de Naia. Se quedó mirando fijamente al hombre frente a ella. Por un momento, el tiempo pareció detenerse.Seguía disfrazado como Alonso. Ella sabía que para el mundo exterior Santiago todavía tenía que ser un muerto. Solo que no entendía qué significaba que viniera a verla así disfra
Al final, Leonel aceptó lo que Valeria le pidió.Pero con la condición de que esperara a recuperarse un poco más.Además, aunque saliera, tenía que ir acompañada.Valeria no quería que Carla la acompañara.Naia se ofreció de voluntaria.Valeria aceptó a regañadientes.Tres días después, Naia acompañó a Valeria a salir.El destino era el centro comercial más grande del centro de la ciudad.Ese día Leonel tenía asuntos importantes y no podía acompañarlas, así que mandó a Enzo con un grupo de hombres vestidos de civil para que las protegieran discretamente.Al llegar al centro comercial, Valeria y Naia tomaron el elevador al tercer piso, al área de ropa.Naia quería ver ropa de bebé.Valeria fue arrastrada por ella para ir juntas.Enzo y varios hombres las vigilaban de cerca todo el tiempo, sin alejarse mucho.Naia escogió varios conjuntitos de bebé y le pidió a Valeria que la ayudara a decidir.—Valeria, ¿cuál te parece mejor?Valeria miró esa ropita tan pequeña y sintió su corazón ablan
—Solo controlarla.Valeria lo miró fijamente.—Pero no puedes curarla del todo, ¿cierto?Leonel se quedó callado.—Da igual.Valeria se llevó la mano a las sienes que le dolían un poco.—Tengo sed.—Ahora te traigo agua.Leonel se paró de inmediato a traer agua. Sostuvo el vaso con una mano y con la otra ayudó a Valeria a sentarse, dejándola recargarse contra él.Ella no quería estar pegada a él, pero de verdad no tenía ni una pizca de fuerza.Leonel, para que no se fuera a ahogar, hasta le puso un pitillo.Valeria tomó algunos sorbos y su garganta seca y rasposa por fin se sintió mejor.—Tengo ganas de tomar sopa.Valeria lo pidió directamente.Que quisiera comer era buena señal.Leonel la recostó otra vez en la cama, se levantó y dejó el vaso en la mesa.—Voy a decirle a Clara que la prepare.—Leonel, quiero salir.—Apenas estás mejorando, no te conviene que te dé el aire.—No hablo de ahorita.Valeria lo miró, tranquila.—Digo que quiero salir afuera, ir de compras, dar un paseo, lo
Leonel estiró la mano para agarrar la de Valeria.—Mientras esté aquí, no voy a dejar que te pase nada.Valeria reprimió las ganas de quitarle la mano, su expresión era indiferente.—Leonel, no eres Dios. En este mundo cada persona tiene su propia cruz que cargar. No necesitas ocultármelo, la vida y la muerte son destino, puedo aceptarlo.El tono de Leonel se puso más pesado.—Ya te lo dije, no voy a dejar que te pase nada.Valeria hizo una pequeña sonrisa.—Por cómo hablas, siento que no me queda mucho tiempo.Leonel se quedó paralizado y luego apretó fuerte los labios.Valeria conocía las habilidades médicas de Leonel. En el pueblo antiguo, cuánta gente venía de lejos buscando tratamiento. Él era el último discípulo de Pedro, además tenía talento natural. Muchas enfermedades complicadas y raras, él las podía curar.Valeria tenía una vaga sospecha en su corazón, pero no preguntó más.—¿El asunto de la boda se va a posponer?Valeria le quitó la mano mirando a Leonel con voz tranquila.
Al final no terminaron de tomar las fotos de los diez vestidos de novia. Cuando iban por el tercer vestido, Valeria se desmayó.Cuando Leonel la agarró, notó que estaba hirviendo de fiebre. La levantó en brazos y se fue hacia la casa rodante.Ya adentro de la casa rodante, le chequeó el pulso. Ella estaba quieta en sus brazos, con las mejillas rojas por la fiebre.El pulso hizo que Leonel se pusiera serio.Volvieron a la hacienda privada de Santa Catalina. Leonel entró a la casa con Valeria desmayada en brazos.En la sala, Naia estaba mirando tele. Cuando los vio, enseguida se paró a recibirlos.—¿Qué le pasó a Valeria?Leonel ni la miró ni le contestó, se fue directo hacia el segundo piso.Naia, preocupada por Valeria, los siguió por las escaleras.Leonel acostó a Valeria en la cama, se volteó y al ver a Naia, con cara seria, le ordenó:—Dile a Clara que suba.—Ok.Naia llamó a Carla para que subiera.Leonel dijo:—Ayúdenme a quitarle el vestido de novia.—¡Por supuesto!Leonel se dio
Ese era un mundo que Valeria no podía imaginar en absoluto. También era un mundo que nunca sería reconocido por la gente.***La ropa de ambos quedó completamente arruinada por la sangre.Leonel llamó a las estilistas. Cuando una de ellas entró y vio la escena, quedó atónita.—Ayuden a mi esposa a cambiarse a un nuevo vestido de novia.La voz de Leonel era gélida. Al ver a la estilista dudar si hablar o no, su expresión se ensombreció.—Cierren la boca y hagan su trabajo.—Sí.La estilista bajó la cabeza evitando la mirada de Leonel y ayudó a Valeria a entrar al vestidor.Otra estilista entró cargando un botiquín de primeros auxilios.—Señora Sanz, el señor Sanz me pidió que primero le curara la herida.Valeria estaba sentada frente al espejo de maquillaje, con las manos firmemente entrelazadas. Debido a la agitación emocional, aún temblaba sin parar.Lo que la estilista dijera, ella no lo escuchaba.—¿Señora Sanz?La estilista habló de nuevo. Las pestañas de Valeria temblaron, levantó







