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Capítulo 209
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Venganza en la Corte de Jade Capítulo 210
Lorenzo siempre tuvo buen carácter, pero ahora no contuvo su enojo.Rompió la carta, la arrugó y, para desahogarse, la quemó.—¡Esposa, tranquila!Serafina siempre será nuestra hija, ¡a menos que ella decida no reconocernos! ¡Nunca la abandonaremos!Al ver su reacción, Leticia sonrió.Su enojo se fue al instante.Luego, preguntó por otro tema.—Jimena está reemplazando a Serafina para ir a la capital a dar el informe, ¿ya casi llega?Lorenzo asintió.—Ajá, ya casi.Leticia suspiró.—Nunca estuve de acuerdo, pero ahora solo espero que todo salga bien.Lorenzo, con paciencia, la consoló.—El emperador pidió varias veces retrasar el viaje a la capital, por la inestabilidad de la frontera.Ya hubo quejas, diciendo que tenemos muchos soldados y somos arrogantes.—Tras la victoria contra la República Ferrana, la frontera está estable, y el emperador hará un gran banquete para los generales.Otros generales irán, pero si no vamos, habrá rumores.—Además, esos generales siempre están molestos
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 209
Claudio miró fijamente a la persona que yacía sobre el caballo.Parecía ebria, desorientada.Con una mano abierta, su palma llena de sangre.Valeria llegó al Real Caballeriza y vio a Claudio abrazando a Serafina mientras salía.—¡Su Majestad! ¡Alteza! ¡La reina! —gritó rápido, haciendo una reverencia.¿Qué le pasó a la reina?Claudio la llevó al Palacio de Concordia, donde el Medicus Palatinus atendió su herida.Valeria se arrodilló, temblando de miedo.Claudio estaba junto a la cama, como estatua, sin dejar que nadie lo mirara, mientras el miedo llenaba el lugar.El Medicus Palatinus vendó la mano de Serafina y se inclinó.—Su Majestad, la herida de la reina no es grave.Pero su salud no está del todo bien, no debe montar más.Cuando el médico se fue, Claudio miró a Valeria fijamente con seriedad.—¿Cómo se hirió la reina?Valeria no sabía.—Estaba sacando a Eulalia del palacio, no vi nada…—¿Eulalia? ¿Qué le dijo a la reina?—La voz de Claudio sonaba seria, con un toque de furia.—No
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 208
Palacio de Concordia.Los problemas en Géldoria ya se calmaron, y Serafina volvió para seguir investigando a esa persona misteriosa.Pero las pistas terminaban en esas dos cartas, y no había más.Sentía que estaba en un callejón sin salida, sin saber para dónde ir.—Emperatriz, tome su medicina —Valeria entró con el medicamento y notó que Serafina seguía mirando las cartas.Serafina tomó la taza con una mano y, sin dudar, bebió todo de un trago.Valeria miró la taza vacía, sorprendida.¿De verdad Serafina soportaba algo tan amargo?De la nada, Serafina levantó la vista y miró hacia afuera del salón.En el Palacio de Concordia había más guardias escondidos.¿Qué más quería investigar Claudio?***Al día siguiente, Eulalia entró al palacio.Cuando vio la cara pálida de Serafina, se preocupó.—Emperatriz, tu salud es lo primero.En Nanquí hay muchos soldados, de verdad no hace falta que Serafina, siendo mujer, lidere el ejército.Como madre, solo quiero que mis hijos estén sanos y salvos.
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 207
Tras la audiencia matutina, Claudio fue al Palacio de Concordia.Valeria, corriendo, casi chocó con él mientras llevaba el medicamento.Se arrodilló de inmediato.—Majestad.Claudio pasó sin decir nada, entrando.Cuando el emperador llegaba al Palacio de Concordia, Tullia era la más feliz.Valeria fue a preparar el medicamento para Serafina, y Tullia atendió al emperador.Llevó té y comida, sonriendo.Cuando quiso entrar al palacio interior, Décimo, que vigilaba la puerta, la detuvo.Tullia se puso intrigada.—¿Por qué me detienes, Décimo?Décimo habló en voz baja.—El emperador habla con la emperatriz. Nadie puede cortar la plática.Tullia puso cara molesta y dejó de sonreír.Valeria le bloqueó el paso, y ahora Décimo la detenía. ¡Como encargada del palacio, era muy frustrante!***En la cámara interior, Serafina estaba en el borde de la cama, y Claudio se sentó a su lado.—¿Cómo estás? —preguntó con seriedad.Serafina asintió.—Estoy mejor.Entonces, Claudio dio la orden.—Gonzalo vi
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 206
Valeria reaccionó rápido.—Majestad, la emperatriz sudó mucho, déjeme secarla.Y luego, Claudio salió de la cámara.Adentro, Valeria desató el cinturón y la ropa de Serafina.La herida, en efecto, se abrió. Si no la atendía, la sangre saldría pronto. Por suerte, todavía estaba a tiempo. Mientras trabajaba rápido en sus cuidados, Claudio se sentó afuera, mirando con furia por la ventana.La noche estaba pesada, como si escondiera peligros.Serafina estaba bajo cuidado.Claudio se levantó para volver al Palacio de la Corona, pero algo en la esquina le llamó la atención.Vio un cofre, como un ajuar de boda, con dragones y fénix tallados.El trabajo era tan fino que ni en el palacio se veía mucho.Se acercó y notó que una losa bajo sus pies estaba floja.Claudio miró con furia hacia abajo.***La herida de Serafina no era grave, pero la desintoxicación fue dura.Durante días, le hicieron sangrías para sacar el veneno.Por eso, Serafina se puso pálida como la nieve.Además, el viaje rápido
Venganza en la Corte de Jade Capítulo 205
Claudio y la emperatriz viajaban en la misma carreta; los demás iban a caballo, y como Valeria era mujer, iba en el pescante.Frente a la Catedral del Espíritu Santo.El Padre Alejandro miraba la carreta alejarse. A un lado, un monje preguntó, preocupado:—Padre Alejandro, ¿no traerá problemas que la emperatriz se haya ido antes de terminar la oración?El Padre Alejandro juntó las manos, respondiendo tranquilo:—No. Dios ya la escuchó.***Dentro de la carreta, Serafina despertó pronto, pero no del todo; su mente seguía confusa, como dormida.El médico dijo que tenía un resfriado, pero en realidad era por volver rápido a la Ciudad Imperial sin cuidar sus heridas, lo que le dio fiebre.Se sentía mal. La carreta era sofocante; por instinto, levantó la cortina para tomar aire fresco.De inmediato, una mano fuerte la jaló y la obligó a quedarse adentro.En su oído sonó la voz grave de un hombre:—¡No te muevas!Serafina se quedó sentada a la fuerza.Con el traqueteo del viaje, débil y medi
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