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¡No La Provoques! La Falsa Heredera es la Hija del Magnate
¡No La Provoques! La Falsa Heredera es la Hija del Magnate
Author: Aurora

Capítulo 01

Author: Aurora
—Javier, no manches, tu vieja sí que es rifada. Me acaba de avisar Mundinvest, ¡se armó el contrato!

—¿Vieja? Aguas ahí, ¿en qué momento dijo Javier que andan? Y que una mujer pueda resolver tantos broncones... chale, ¡qué movida tan chingona se aventó Javier!

El tiro de esas palabras era obvio. Afuera, Mariana se quedó helada con el dedo levantado.

Traía pegado al pecho un papel.

—Era el contrato clave para que la empresa de López cotizara.

La empresa Mundinvest sabían del tormentón de mañana, pero a huevo pidieron firmar ese día.

Tuvo que mover cielo y tierra para agarrar otro vuelo, pero igual le tocó la bronca en el camino de vuelta.

Se les fue la onda en la cabina por las turbulencias, el piloto se desmayó, y ella, jugándose el pellejo, salvó a todos.

No soltó nada de ella y pidió que nadie supiera quién era. Apenas aterrizó el avión, se vino corriendo.

Afortunadamente, el contrato quedó intacto.

—¡A huevo se lo tenía que dar en sus manos al Javier!

Al regresar, la secretaria le dijo que Javier se había ido al club. Justo cuando llegaba a la puerta del privado, sin esperarlo, oyó todo el chisme.

Pero lo que más le dio en la torre fue cómo reaccionó Javier después.

Solo lo oyó hacer una pausa, soltar una risita de burla y decir,

—Yo nunca la he tocado.

Con esa frase, como que quería quitarse de encima urgentemente, como si le diera cosa que lo relacionaran con ella.

Era una forma indirecta de decir que no eran novios.

Y todos en el privado se soltaron riendo.

—Oye, carnal Javier, ¿y tu compromiso con los Morales? ¡Según yo, Claudia ya anda por acá!

El chismorreo seguía detrás de la puerta.

Mariana se quedó más helada.

Claudia Morales.

La verdadera heredera de los Morales, y la mujer con la que Javier sí tenía planes de boda.

Antes, cuando se supo que no era la verdadera heredera, resultó que las habían cambiado por error en el hospital cuando nacieron. Después de investigar, sus papás eran gente del rancho, nunca los encontraron, solo sabían que se apellidaban Vázquez.

Después de ese rollo, la corrieron bien feo. Solo su prometido de toda la vida, y novio de tres años, Javier López, la recibió en su casa.

Por eso ella le era leal a morir.

Aunque en todos esos años, él nunca había tocado el tema de la boda.

Ella pensaba que no era el momento, pero resulta que él nunca había pensado casarse con ella.

A la que él quería para esposa siempre había sido a la verdadera heredera de los Morales, Claudia.

Incluso sabiendo lo que Claudia le había hecho en el pasado.

Antes de que pudiera seguir pensando, la voz de adentro ya le dio la respuesta.

—Pues claro que se va a casar con ella, al fin y al cabo, la señorita Morales es la mera heredera. Una impostora solo sirve para pasar el rato, si no fuera porque tiene algo de cerebro para ayudar al Javier con sus negocios...

A Mariana le zumbaban los oídos, ya no alcanzaba a oír qué seguían diciendo.

Se le fueron las patas, apenas pudo agarrarse del marco de la puerta para no caerse.

Después de un buen rato, se obligó a calmarse.

—Alguien como ella, con solo echarle un ojo a la alta sociedad y gozar de tantos lujos por años, ya es una suerte que no se merecía ni en tres vidas.

—Si se atreve a seguirlo molestando...

Los de adentro seguían cotorreando, pero Mariana abrió la puerta de golpe.

El ruido los espantó a todos. Cuando voltearon, se les borró la sonrisa.

—Cu... cuñada, tú... ¿cómo...?

—¿Qué haces aquí?

—interrumpió Javier con el ceño fruncido, antes de que Mariana pudiera decir algo.

Mariana apretó los labios. Ahí estaban varios amigos de la infancia del círculo cercano de Javier. Todos se conocían bien, pero ella sabía desde hace tiempo que aunque de frente le decían "cuñada", por detrás ninguno la respetaba. Eso le importaba.

Pero, aunque ni siquiera le había dado tiempo de cambiarse después de bajar del avión, y la herida del brazo por el accidente seguía sin curar, a Javier le valía gorro todo, solo se veía que le molestaba que lo interrumpieran.

Y con todo lo que acababa de escuchar...

En ese momento, Mariana sintió como si le clavaran un puñal en el corazón.

Después de un rato, de repente sonrió.

¿Así que les daba miedo que los acosara?

Ella hizo un esfuerzo por no llorar.

Siguió diciendo —Señor López, aquí está el contrato firmado con Mundinvest. Se lo traigo.

La actitud de hacerse la que no oía nada les dio más risa a los amigos de Javier, quienes encontraron la situación aún más cómica.

Casi se les olvidaba, ella siempre era así. No importaba lo mal que la tratara Javier, parecía no darse cuenta, solo lo consentía y era buena onda con él.

Mateo Rojas, uno de los amigos de la infancia de Javier, sonrió con desprecio, —¡Órale! El señor López sí que sabe cómo hacerle, criar a una... cuñada tan obediente. ¿Cuál es el secreto? ¡Compártelo!

Era el mismo que había dicho que ella había tenido suerte por tres vidas.

Las palabras descaradas de Mateo provocaron carcajadas en el cuarto. Solo Tomás seguía con el ceño fruncido.

A Mariana ya no le importaban las risotadas, y la mirada que le echó a Javier por fin perdió todo rastro de cariño.

—Esto es lo último que hago por el señor López. Javier, hasta aquí terminanos.

Su voz no era fuerte, pero se oyó firme.

Al escuchar eso, todos se quedaron callados. Solo por un momento, pero después soltaron la carcajada más fuerte.

Mariana no les hizo caso y salió del privado.

Viendo cómo se alejaba, Mateo sintió que algo no andaba bien. Un poco incómodo, preguntó, —Javier, ¿en serio se fue? ¿No le vas a decir nada?

—¡Qué va!

—lo interrumpió otro amigo de Javier, seguro de sí mismo—.No se te olvide cómo le rogó a Javier en aquel entonces. Una falsa heredera que vivió dieciocho años a costillas de otra, un perro al que todos quieren patear. Sin Javier, ¿cómo va a sobrevivir? Te apuesto a que en menos de lo que canta un gallo vuelve llorando a pedirle perdón a Javier.

Los dedos largos del hombre giraban suavemente la copa de vino tinto, apartando con indiferencia la mirada de esa figura que se alejaba.

Sus labios fríos apenas esbozaron una sonrisa con un toque de desdén.

Nadie conocía mejor que él lo mucho que Mariana dependía de él.

Una mujer sin dónde caerse muerta, ¿de dónde iba a sacar valor para dejarlo?

Solo estaba bromeando, queriendo quedar bien con sus cuates. ¿Por qué se ponía así?

—No le hagan caso, ¡sigamos pisteando!

Todos rieron y dejaron pasar el asunto.

Al salir del club, Mariana tomó un taxi directo de vuelta a la villa Azuralia. Se bañó, se curó la herida y empacó sus cosas rapidísimo.

Ya que había decidido irse, no pensaba seguir aferrándose.

Cuando se descubrió su verdadera identidad años atrás, los Morales estaban seguros de que ella había provocado que su verdadera hija terminara en un orfanato, sufriendo todos esos años. No solo la corrieron y le prohibieron usar su apellido, sino que también la obligaron a pagar todo lo que la familia había invertido en ella.

Y Claudia, lo que le había hecho...

Hasta ahora, seguía siendo una pesadilla que no podía quitarse de la cabeza.

En ese momento, se convirtió en una paria que todos despreciaban.

Sus amigos, su familia, todos la abandonaron.

Fue Javier quien la recogió de la calle y la llevó a su casa.

En ese momento de desesperación total, vio a ese hombre como su salvador y le entregó todo.

Pero ahora...

Ese contrato por el que arriesgó su vida para recuperarlo, que sirva para pagar la deuda de ese favor.

¡Desde ahora, están a mano!

Cuando llegó a las cosas guardadas al fondo del armario, le temblaron los dedos.

Varios trofeos, recuerdo de sus glorias pasadas.

¡La antigua niña prodigio!

En aquel entonces, por Javier, rechazó sin dudar al profesor Gomez, su mentor que confiaba en ella. Aunque el profesor le dijo que no le importaba su origen y podía darle una beca completa para seguir estudiando.

En ese momento, lastimó al profesor. Ahora sabía que se había equivocado.

Después de dudar un momento, decidió guardar las cosas en su maleta, cerró el cierre y salió de la villa con su equipaje.

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