—Maximiliano, ¿estás loco o qué te pasa?—¡Gabriel, Regi y yo estamos aquí!Regina vio a Gabriel y a Elena acercarse con sus charolas, así que colgó deprisa y bloqueó el número.Él se sentó, como de costumbre, junto a Mateo, y Elena se acomodó al lado de ella.No le sorprendió ver a Elena.En cambio, Elena, al verla, le dedicó una sonrisa que no llegaba a sus ojos.—Señorita Morales, otra vez por aquí.Regina percibió que no era bienvenida. Sabía que a esa mujer también le gustaba Gabriel, pero él no tenía novia en ese momento, así que podía competir por su atención.Antes de que pudiera decir algo, Mateo se adelantó:—¡Regi acaba de recargar su tarjeta en el comedor! De ahora en adelante, va a comer con nosotros todos los mediodías.—La comida de nuestro comedor es bastante regular, para ser honesto. Que a alguien tan «delicada» como la señorita Morales le guste la comida de fonda es, cuanto menos, sorprendente. ¿No será que tiene «otras intenciones»?Elena levantó la vista hacia el q
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