Semua Bab La Perdición del Cirujano: Bab 61 - Bab 70

Regina escuchó a Alicia evocar las anécdotas y recuerdos de todos esos años, y la nostalgia y la gratitud llenaron su corazón.No quería ponerlos en aprietos, así que asintió rápidamente y, con la voz entrecortada, exclamó:—¡Papá, mamá, muchísimas gracias!Alicia estrechó a su hija entre sus brazos, y las lágrimas brotaron de sus ojos.Incluso a Javier se le humedecieron los ojos; asintió varias veces, conmovido.—Qué buena niña.Una vez que bajaron del estrado, Alicia llevó nuevamente a Regina a presentársela a su círculo de amigas adineradas.Esta vez, al verla llegar con su hija, todas la colmaron de halagos y miradas de admiración.Alicia, ahora que tenía una hija, se sentía llena de vida. De pronto, como si recordara algo, sonrió y preguntó:—Señora Luna, ¿y su hijo Ricardo? ¿Por qué no ha venido a acompañarnos un rato?Al mencionar a Ricardo, el ambiente se enrareció notablemente.Varias de las presentes voltearon a ver a la señora Luna con miradas tensas.Regina no entendía por

—¡Qué guapa se ve Regi con ese vestido! ¡Siempre digo que el rosa le sienta de maravilla!Alicia sonrió asintiendo.—Mi hija es una belleza, ¡todo se le ve bien!—¿Tu hija?Silvia se mostró algo desconcertada.La gente alrededor de inmediato le contó que Alicia acababa de reconocer a Regina como su hija.—Pero ¿no decías que Regi iba a ser tu nuera?Silvia estaba confundida; no le gustaba el chisme, así que nadie le había contado esos rumores.Alicia no quería volver a sacar el tema de su problemático hijo delante de tanta gente. Ahora se arrepentía profundamente de haber sido tan indiscreta y haber expuesto lo de Regi y su hijo.Había dañado la reputación de la muchacha.—Mi hijo no tuvo esa suerte, la verdad.Alicia añadió con una sonrisa:—¡Regi encontró a alguien mucho mejor que él!—Ah, ¿sí?Silvia miró a la muchacha con genuino afecto.—Regi, ¿tu novio es doctor?Regina miró a la madre de Gabriel, sintiéndose terriblemente incómoda. «Qué vergüenza», pensó, pero ya había soltado l

—¡Cierto! Gabriel acaba de llegar, no creo que se vaya tan rápido. Le voy a marcar a Nati para que venga, ¡seguro alcanza a llegar!Regina escuchaba con atención cuando su celular vibró dentro de su bolso de mano.Lo sacó y vio que era un mensaje de WhatsApp.Era de Gabriel:[¿Nos vamos?]Ella giró la cabeza y, de sopetón, se encontró con una mirada.Su pulso se aceleró de golpe.Los ojos de él eran de un negro profundo, serenos; parecían haberla estado observando durante un buen rato, pero mantenían una calma profunda.Ella apretó el celular y, sin demora, bajó la mirada para responder:[Sí.][Te espero afuera.]Al leerlo, sintió cómo se le aceleraba el pulso. Levantó la vista de nuevo y vio que Gabriel ya se encaminaba hacia la salida.Observó cómo su silueta se perdía de vista y, acto seguido, guardó el celular en el bolso y se levantó para buscar a Alicia....Silvia no daba crédito a que su hijo quisiera marcharse tan pronto. Estaba que echaba chispas.—Pensé que por fin había ent

Gabriel detuvo el carro ante un semáforo en rojo. Al girar la cabeza, notó que ella lo observaba fijamente.Él arqueó una ceja, con una expresión indescifrable, entre divertida y seria.—¿Por qué me miras así?Regina no apartaba la vista de él, sus ojos fijos y brillantes.—Pues porque estás muy guapo, ¿no?A sus veintidós años, su piel era perfecta. Con labios carmesí y dientes impecables, su sonrisa, que arqueaba sus cejas y achinaba sus ojos, la hacía lucir particularmente vivaz y deslumbrante.Las manos de Gabriel se aferraron con más fuerza al volante casi sin darse cuenta; su nuez de Adán subió y bajó con lentitud. Su voz, un susurro ronco y exquisitamente atractivo, rompió el silencio.—No vuelvas a vestirte así.Regina parpadeó, confundida. Bajó la mirada y lo primero que vio fue la pronunciada curva de su escote.Sintió un calor súbito subirles a las mejillas e instintivamente trató de cubrirse un poco, pero enseguida recordó que el diseño del vestido tenía justamente esa inte

—¡No tienes por qué meterte en mis asuntos! Sé perfectamente lo que hago.—Si de verdad supieras lo que haces, ¿crees que te estaría llamando ahora? Gabriel, tu padre y yo solo te tenemos a ti. Si no te casas y nos das nietos, el apellido Solís…—¡Tengo novia!Ni él mismo supo cómo se le escapó aquella frase. Para cuando se dio cuenta de lo inoportuno de sus palabras, Silvia ya lo había escuchado.Ella se quedó impactada.—¿Qué acabas de decir? ¿Tienes novia? ¿Y quién es? ¿De qué familia? ¿Cómo es que yo no sé nada?Enseguida reaccionó.—Pero eso no cuadra. Si tienes novia, ¿por qué aceptaste acompañarme a casa de los Valderrama? Gabriel, te lo digo en serio, a mí no me engañas…—Apenas estamos quedando.Silvia lo miró con escepticismo.—¿En serio?Aunque le costaba mucho creer las palabras de su hijo, conociendo su forma de ser, no parecía de los que decían ese tipo de mentiras.—Te la presentaré en Año Nuevo.—Está bien, entonces de momento no te buscaré más citas. ¡Pero más te vale