Estaba sentada en la camilla del hospital, mis dedos acariciaban inconscientemente la sábana, escuchando a mi mejor amiga hablar por teléfono en voz baja, quien, tras unos segundos, colgó y me miró.—Tranquila, ya está arreglado. —Su voz era confiable como siempre—: Todo seguirá según el plan.Asentí levemente y, con voz tranquila, murmuré: —Perfecto.El doctor entró, con el expediente en la mano, y el rostro serio.—Señorita García, antes de la cirugía confirmemos una vez más... —Abrió el expediente, me miró, y, con la voz grave, añadió—: El bebé ya tiene muchos meses, la cirugía nada más puede ser inducción del parto, esto podría afectar tu futuro... ¿estás segura?Mi mirada estaba tranquila, y, sin la menor duda, respondí: —Segura.—¿Hay algún familiar acompañándote? —preguntó una vez más, tras dudar un momento.¿Familiar?Me reí suavemente.Esos familiares que decían amarme y querer mi bien, en ese momento me estaban mintiendo, calculando, esperando que diera a luz al
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