Recientemente este se comportaba con más caballerosidad…Celia se acercó a él y escuchó lo que decía:—Déjala. Si huyó, que huya. Mientras no vuelva a aparecer...Los pasos de Celia se detuvieron en seco. ¿De quién hablaba? ¿De Sira? En ese momento, César vio su reflejo en el cristal y se volvió bruscamente. Su cuerpo se tensó ligeramente y bajó el celular lentamente.—Celia…—No entregaste a Sira a la policía, y dejaste que escapara, ¿cierto?—Celia, no es como piensas...Se inclinó hacia adelante, extendiendo la mano, pero Celia retrocedió esquivándolo.—César, si no tienes el corazón para castigar a Sira, podrías habérmelo dicho. No era necesario mentirme.—¡Ya la castigué! ¡No es como tú piensas! —él intentó justificarse.Agarró sus hombros, con los ojos enrojecidos.—Celia, ella lastimó tu mano, y yo también hice que le inutilizaran la mano. Sé todas las cosas que hizo. Solo pensé que no podía dejarlo pasar tan fácilmente.Celia guardó silencio, y la respiración de César se agitó
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