Camilo añadió:—La fruta, Uva.Sostenía a Carmen con una mano y con la otra levantaba a Uva.—Vamos, querida, esta es Sofía, saluda a tu madrina.Uva empezó a ladrarle a Sofía.Sofía se asustó un poco.Alejandro extendió la mano para detenerla y miró a Camilo, muy serio.—Nos vamos.Camilo pensó, irritado: “Vas a ser el padrino de Uva a partir de ahora, pero no lo aprecias y sigues siendo tan distante”.—Está bien, está bien. —Hizo una seña con la mano y se llevó a Carmen a su casa.El querida Uva quedó olvidado. Lo ataron afuera y nadie le hizo caso.Carmen miró a Camilo con recelo. Se fijó en su mandíbula y dijo, en voz baja:—Te advierto, no hagas nada extraño.Camilo no tenía ninguna intención turbia al principio, pero después de oír eso solo pensó en lo que pasó la última vez. Se inclinó y le dio un beso en la frente. Tenía una intención clara.—No te preocupes. Aunque me encantaría pasar toda la noche contigo, no soy tan desesperado como para aprovecharme de ti.Carmen estaba bor
Magbasa pa