Cuando notó lo que había preguntado, Pandora pareció entenderlo todo.—Con razón —dijo, como si de repente todo encajara—. Tantos años sin novia, sin interesarte por nadie... ¿No será que tienes algún problema en ese aspecto? Si lo hubiera sabido antes, te habría buscado un médico. Y pensar que estuve presionándote para que tengas citas. Pobres muchachas, casi las arruino.Cuanto más hablaba, más tensa se ponía la cara de Alejandro.—¿No crees que te estás metiendo demasiado? —respondió, irritado—. Eres mi madre, pero también deberías saber dónde están los límites.Pandora no pudo evitar reírse.Le recordó al niño que había sido. Distante, sin muchas muestras de emoción.—¿Y eso qué es? ¿Vergüenza? —se burló—. Vamos, hijo, no te lo tomes tan en serio. Solo me preocupo por tu salud.Alejandro no dijo nada.Nunca habían sido muy cercanos.Pandora, en cambio, tenía la piel curtida. Podían pasar años sin llamarlo y, cuando se veían, actuaba como si hablaran diario, con total naturalidad.A
Baca selengkapnya