Que Sebastián se hubiera atrevido a resistirse, incluso a desafiarla… Isabella no lo había esperado.Él debía servirle para desquitarse, como un perro que, por más que ladrara, al final iba a bajar la cabeza ante ella.Así era como debía ser.Por eso, en realidad, Isabella no se habría lastimado.Cuando cayó, ella misma estiró el brazo y se provocó la herida.De otro modo, ese día no iba a tener excusa para aplastar a Sebastián.Dolía, sí. Muchísimo.Pero le dolió más no poder desquitarse con él y salir perdiendo.Una herida no era nada.Porque el resultado era este: Sebastián no podía seguir con su arrogancia.Sofía había venido, y tenían que calmarla, dar explicaciones, bajar el tono y buscar cómo apaciguarla.Matar dos pájaros de un tiro.Claro, si hubiera sabido antes que Sebastián sabía pelear, habría traído guardaespaldas y no habría tenido que pasar por esto.Pero logró su objetivo, y Isabella estaba encantada.Lo miró un momento, con desprecio y satisfacción; luego se volvió ha
Read more