Alejandro no dijo nada.Sofía le lanzó una mirada juguetona y le dio un pequeño empujón en el pecho.—Últimamente, el teléfono de cierto alguien me muestra noticias del mundo del entretenimiento cada tanto... qué raro, ¿no?Alejandro alzó una ceja.—Solo estoy pendiente del trabajo de mi novia y, de paso, quito la basura del camino. Perfectamente normal. Así que no, no cuenta como "ser bueno contigo".—¡Sabía que eras tú! —exclamó Sofía, sujetándole la cara entre las manos antes de besarlo—. ¿Cómo que no cuenta? Es el mejor detalle del mundo. —Le confesó, con una sonrisa llena de luz.Cuando la vio tan contenta, Alejandro decidió no decir más. Para él, eso era lo que un hombre debía hacer: cuidar de la persona que amaba. Pero, en el fondo, seguía sintiendo que no era suficiente, que debía darle más, hacerlo mejor.Nunca había tenido una relación antes. No sabía cómo amar, así que aprendía poco a poco, tropezando, observando, improvisando.Sofía tomó la caja que tenía la corbata que le
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