All Chapters of Los Trillizos Genios del CEO: Chapter 31 - Chapter 40

Samantha regresó a casa.Karen se acercó de inmediato con una expresión ansiosa. Al ver el vendaje en la cabeza de Samantha, las lágrimas que apenas había logrado contener volvieron a brotar.—Samantha, ¿qué te pasó? ¿Cómo te heriste? Lo siento, todo es mi culpa. No debí permitir que te lastimaras. Si no puedes aceptar que esté con Justin, puedo cancelar la boda.Samantha la observó en silencio.Tenía los ojos hinchados por tanto llorar, el rostro agotado, y su preocupación parecía genuina y urgente.No parecía estar fingiendo.Aun así, el fuego en el corazón de Samantha no podía extinguirse.—Karen, ¿todavía me consideras tu mejor amiga?Karen asintió sin parar.—Tú y Yurika siempre serán mis mejores amigas.Samantha preguntó con el rostro inexpresivo:—Si es así, dime la verdad. ¿Desde cuándo están juntos tú y Justin?Karen respondió en voz baja:—Después de que desapareciste repentinamente hace cuatro años, él regresó del extranjero. Te buscó por mucho tiempo, pero no había rastro

Samantha se divirtió con la interacción entre los niños y los miró con fingido desdén.—¿Ustedes saben lo que es el matrimonio? Casarse no es solo estar juntos para siempre. También implica responsabilidad y promesas. ¡Debe tener como base el amor!Noah no dudó en responder:—¡A mí me gusta Charlotte!Charlotte añadió de inmediato:—¡Y a mí me gusta mi hermano!Samantha suspiró, resignada. Sabía que aún eran pequeños y que no podían distinguir entre el amor familiar y el amor romántico. Así que decidió no seguir explicando y simplemente dijo:—Hablen de eso cuando sean grandes.Si para entonces aún se amaban con firmeza…Ella no se interpondría.Después de todo, no compartían lazos de sangre.Noah no insistió, pero ya había tomado una decisión firme en su corazón: si la señorita Samantha no podía casarse con su papá, entonces él se casaría con Charlotte para que Samantha se convirtiera en su suegra.Después de la cena, Noah se sentó a ver caricaturas con Charlotte.Samantha regresó a

Mientras tanto,Ethan llevó a Alexander al jardín de infancia.Ese día, Alexander llevaba un conjunto deportivo azul, zapatillas negras y una mochila negra colgada a la espalda. Simple, pero con un aire encantador.La palma gruesa de Ethan descansó suavemente sobre su cabeza.—Si pasa algo, llámame de inmediato.No entendía por qué Noah se había negado a ir al jardín de infancia antes.Pero esperaba que esta vez se mantuviera firme.Alexander, sacando pecho con confianza, respondió con solemnidad:—¡No te preocupes, papi! No pasará nada, y aunque pase, puedo manejarlo.Ethan asintió, satisfecho, y lo observó entrar con su mochilita antes de subir al auto y marcharse.Antes de ir al hospital, se desvió intencionalmente hacia la casa de la familia Miller.Aún era temprano, y los Miller estaban desayunando en el comedor.Al verlo entrar, los ojos de Suzy se iluminaron de inmediato. Se acercó como una mariposa en primavera.—¿Ethan, viniste a verme?Ethan se alejó un poco con un claro ges

Jardín de Niños AEste es el jardín infantil más lujoso de la capital, al que asisten alumnos de familias adineradas o de sangre noble.Finalmente libre de las restricciones del hogar, el ánimo de Alexander se mantuvo alegre durante todo el día. Sin embargo, lo que le desconcertaba era que nadie se le acercaba. Incluso cuando intentaba entablar conversación con una sonrisa, todos lo evitaban como si fuera una bestia feroz. Esta situación se prolongó hasta el mediodía.Durante la hora del almuerzo, Alexander sostenía su bandeja y hacía fila de forma ordenada para recibir su comida. De repente, dos niños se colaron delante de él. Recordaba bien a esos dos. Uno se llamaba Patrick Costa, tenía cuatro años y medio, medio año más que Alexander, pero eran de la misma estatura. El otro era Matthew Dubois, de la misma edad que Alexander, pero medio metro más bajo: el secuaz de Patrick.Ese día notó que esos dos siempre parecían disfrutar molestándolo: lo empujaban de vez en cuando o trataban d

Después de salir del jardín infantil y subirse al auto, Alexander no pudo aguantarse más. Se inclinó hacia Ethan, le plantó un beso sonoro en la cara y dijo:—Papá, eres increíble. Estuviste tan guapo hace un rato… A partir de ahora, eres mi ídolo.Ethan, encantado con el halago, fingió molestarse y lo miró de reojo.—Si algo así vuelve a pasar, recuerda defenderte. Si ocurre algo, yo te respaldaré.Conmovido hasta las lágrimas, Alexander no se contuvo y volvió a besarle la cara.—Papá, eres tan bueno conmigo. Te quiero muchísimo.Ethan lo miró con ternura, como si sus ojos pudieran derramar agua. Sacó un botiquín del compartimento de almacenamiento y comenzó a tratarle suavemente el rostro. Al ver la sangre en la comisura de su boca, le dolió el alma.—¿Por eso te negabas a ir al jardín infantil? —preguntó Ethan, dándose cuenta de que quizás su hijo había sido víctima de acoso escolar.Con razón le habían diagnosticado una tendencia a la depresión. Como padre ausente, no había notado