Al escuchar la noticia de Adrián, tanto Sofía como yo fruncimos el ceño al mismo tiempo.Sí que eran madre e hija: hasta el gesto de desagrado lo compartían.Me levanté en silencio y, sin prisas, me puse a cambiar ropa.Que Adrián viniera a buscarme no me sorprendía, pero sí lo hizo lo temprano que llegó, hasta que yo aún no pudiera prepararme mentalmente.Respiré hondo, y abrió la puerta.Ni siquiera tuve tiempo de ordenar las palabras, y se escucharon los murmullos de los vecinos:—¿No es ese el famoso joven Martínez del internet?—Sí, sí, también lo escuché. Dicen que para casarse con la novia actual dejó a su novia de nueve años, y ahora resulta que se canceló todo. —¡Vaya ridículo!Yo lo podía escuchar, pues claro que Adrián también.Con el rostro sombrío, gritó a la multitud:—¡Vaya tonterías! ¿Quién sois para señalarme cosas así?Los vecinos se molestaron de inmediato:—¡Oye, muchacho maleducado, qué forma de hablar es esa! —Te aviso, aquí no es la tierra de los Martínez. —S
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