—No la conocemos, mamá —dijo Sofía.Bárbara, furiosa, exclamó: —¡Pero qué niño más desagradecido! Tu mamá es quien más te quiere, ¿cómo es que defiendes a los de afuera? Cualquiera puede ser madrastra, ¡pero mamá solo hay una! ¿A tu edad y aún no sabes distinguir entre los tuyos y los extraños? ¡Qué mala educación!Por su cercanía con Carolina, Bárbara habló sin pensar.Pero esas palabras afectaron a Sebastián.Sin embargo, en el siguiente instante, una esbelta figura vestida de negro se movió bajo las tenues luces del pasillo del bar.¡Bofetada!El golpe fue tan fuerte que Bárbara torció su tacón al susto.Bárbara, atónita, gritó: —¿Tú… tú te atreves a pegarme?Valeria, con una aura gélida, miró hacia los dos niños.Con solo mirarlos, los niños se taparon los ojos al instante.Sofía dijo con voz clara: —¡Mamá está regañando a las malas, los niños buenos no miran, eh!Valeria se sintió satisfecha. —Las personas malas merecen que las eduquen. Les engañaron para que bebieran alcohol,
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