A las 10:30 a.m., Valeria recibió una llamada de Raúl.Hablaba con un tono de preocupación: —Señora, anoche, el señor no regresó a casa. Esta mañana volvió con Carolina y yo vi…—¿Qué viste?Raúl dudó, pero finalmente dijo: —Vi que el señor… tenía una marca de labios en el cuello.Al otro lado de la línea, hubo un largo silencio.Dentro de la villa, Valeria sintió que su corazón finalmente se enfrió y cayó al fondo, muerto de toda emoción.Frío, entumecido, tembloroso... ya sin el menor rastro de calor.Entre ellos, todo había terminado.Aun así, sus ojos se llenaron de lágrimas. Contuvo a la fuerza las lágrimas alzando la cabeza, y su voz sonó gradualmente más fría.—¿Lo grabaste?Raúl susurró: —Sí, y se ve muy claro.—Bien.Ella no quería los bienes de Sebastián, no solo porque quería acabar de una vez por todas con la empresa Jiménez, sino también porque quería reunir pruebas para hundirlo públicamente.El día en que se quedara sin nada, sentía curiosidad por ver si Carolina, que
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