El Señor Navarro preguntó con un tono gélido: —¿Dónde estás ahora?—En el hospital, papá.—¿Con quién?—Con Carolina Torres —respondió Ricardo.Tras un silencio de dos segundos, el Señor Navarro ordenó:—¡Ya! Vuelves a casa inmediatamente. ¡Y no lo diré dos veces!Ricardo, atónito, miró el teléfono que acababa de colgarse abruptamente.¿Por qué estaba su padre tan enfadado?—Carolina, lo siento, mi padre me busca por algo urgente. Yo…Carolina sonrió con comprensión, dijo: —No te preocupes, ¡ve a ocuparte de tus asuntos!Apretó contra su pecho los resultados de las pruebas dentro del bolso.En su interior, ansiaba que Ricardo se fuera de inmediato.—Lo siento —Ricardo se sintió culpable, se dio la vuelta y se marchó.***En la casa de los Navarro.Ricardo regresó apresuradamente. Apenas llegó a la sala, sin tiempo a hablar, recibió una bofetada de su padre.La bofetada fue tan fuerte que Ricardo casi perdió el equilibrio. —¿Papá?Desde que era adulto, su padre nunca lo había golpead
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