Pensé que, después de todo lo ocurrido, Gabriel por fin me dejaría tranquila.Pero pasaron los días y seguía plantado frente a la puerta.Al final no aguanté más y lo recibí.Me quedé helada: estaba en los huesos, pálido, con unas ojeras profundas. La ropa le colgaba, ya no parecía suya.Apenas me vio, se abrió la camisa de golpe y me enseñó la nuca.La marca del vínculo ya no estaba allí.Con una sonrisa ansiosa, casi infantil, me dijo:—Alba, me la quité... me operaron para sacarla. Estoy limpio ahora, podemos volver a empezar.El corazón se me heló. Arrancarse una marca era casi un suicidio: había que abrir la carne hasta el hueso, y casi nadie sobrevivía. En los nuestros, nadie en su sano juicio lo haría. Él lo había hecho. Y aun así, lo único que sentí fue sorpresa... nada más.Como no respondí, creyó que me había conmovido.Sacó entonces del abrigo dos colas, aún manchadas de sangre.Me quedé rígida al reconocerlas: eran las de Camila y la suya propia.Con la cara hecha pedazos,
Baca selengkapnya