Teilen

La Novia Sustituta del Clan Serpiente
La Novia Sustituta del Clan Serpiente
Copita

Capítulo 1

Copita
Mis palabras cayeron como un balde de agua fría.

Mi padre se quedó helado; el contrato nupcial le temblaba en la mano, suspendida a medio aire.

Mi madre puso los ojos como platos y, del susto, hasta la cola se le erizó.

—¡Alba, estás loca! —gritó con la voz quebrada—. ¡César nació con la maldición de no poder engendrar, es cruel y despiadado! Dicen que, en un arrebato de furia bestial, casi destroza a un sirviente. Casarte con él es como cavar tu propia tumba.

Yo aún no había dicho nada cuando mi padre carraspeó, incómodo:

—¿Y Camila? Ella ya selló su pacto con Gabriel...

Un instante de duda asomó en los ojos de mi madre, y poco a poco soltó mi mano.

El frío me caló hasta los huesos. Yo era su hija de sangre, pero siempre elegían a Camila, la adoptiva que sabía fingir fragilidad.

Sonreí con amargura:

—Tengo una condición. El día de mi boda, Camila tendrá que admitir en público que robó mi poción.

—¡¿Cómo puedes ser tan cruel?! —mi padre golpeó la mesa, rojo de ira—. ¡Eso sería destrozar la reputación de tu hermana!

Mi madre me miraba con decepción, como si hubiera dicho una barbaridad.

Levanté la barbilla y hablé con ironía:

—El heredero de los Serpientes quiere a la mujer que preparó la poción. No se puede tener todo: o su buena fama, o la seguridad de su futuro.

Al final, cedieron por Camila.

Me di la vuelta y salí de la sala sin dudar, y en el pasillo me crucé con Gabriel, que justo salía de su cuarto.

Llevaba apenas un albornoz, el pecho marcado con señales rojas demasiado obvias, y el olor dulzón del perfume de rosas de Camila todavía lo envolvía.

No hacía falta decirlo: habían pasado los últimos tres días pegados el uno al otro.

Fruncí la nariz con disgusto y seguí mi camino, pero Gabriel corrió a detenerme.

—¡Alba! Sé que estás furiosa, pero no había otra forma de proteger a Camila. Los Serpientes son posesivos; tenía que sellar un pacto con ella, era la única manera de quitármelos de encima.

Me reí con sorna.

—¿Y yo qué pintaba entonces?

A los veinte ya deberíamos haber sellado nuestro vínculo, pero cada vez que Camila hacía un berrinche, él encontraba una excusa para posponerlo. Y ahora, a punto de cumplir veinticinco, cuando esperaba el momento decisivo, se había unido con ella.

Para mí quedaban solo dos caminos: ser entregada a un errante o casarme con el heredero de los Serpientes.

La culpa asomó en los ojos de Gabriel. Me tomó la mano con desesperación:

—¡Alba, no voy a dejar que termines con un errante! Escucha: puedo marcarte con el sello de esclava. Así vivirías en mi casa como sirvienta y no tendrías que casarte con nadie. No te preocupes, sería solo una formalidad. En mi casa te trataría igual que a Camila.

Me eché a reír, incrédula. ¿Cómo podía ser tan descarado?

Solo los miserables aceptarían la humillación de llevar ese hierro en la piel.

Un esclavo podía ser vendido como mercancía, siempre inferior, y hasta sus hijos nacían condenados a la esclavitud.

Le arranqué la mano de un tirón.

—Gabriel, me case con quien me case, jamás seré una esclava.

Su rostro se ensombreció al sentirse rechazado.

—¡Alba! ¿No decías que me amabas? ¿Prefieres tu reputación antes que estar conmigo?

Lo miré con sarcasmo y pregunté:

—¿De verdad? Entonces dime, ¿por qué no marcas a Camila? Eso también la salvaría.

Él reaccionó sin pensar:

—¡¿Cómo podría ser ella una esclava?! Camila es frágil, dulce... está hecha para que la cuiden y la adoren, no para sufrir ni una gota de dolor.

Sentí que los ojos me ardían.

Porque ella era como una conejita delicada, y yo, la única de los gatos de siete vidas: fuerte, resistente, con más de una vida que perder.

Por eso mis padres la defendían, y hasta mi prometido la protegía.

Las injusticias siempre caían sobre mí.

Gabriel se encogió al ver la burla en mi mirada. Herido en su orgullo, me soltó con frialdad:

—Piénsalo bien. No tienes otra salida.

Se marchó y me dejó sola. Bajé las escaleras con el corazón vacío... y entonces llegó el presente de compromiso de los Serpientes.

Era justo la pieza que había deseado en la última subasta y que no había conseguido: una pulsera de obsidiana verde, la joya final de aquella noche.

Un calor extraño me recorrió el pecho.

Quizás casarme con César no fuera una condena tan terrible como todos pensaban.
Lies dieses Buch weiterhin kostenlos
Code scannen, um die App herunterzuladen

Aktuellstes Kapitel

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 8

    Apenas Camila terminó de hablar, el salón quedó en un silencio total.De inmediato comenzaron los murmullos. Camila, decidida a armar un escándalo, empezó a llorar y a gritar sin importarle nada. Ahí entendí lo que había pasado: Gabriel, enloquecido, le había cortado la cola y la había echado de la familia Lara. Mis padres también le habían cerrado las puertas, hartos de sus mentiras. Durante días vagó por la calle hasta que descubrió que estaba embarazada.Ese embarazo se convirtió en su última carta, la única esperanza de recuperar algo de poder. Aunque Gabriel, con el rostro descompuesto por la rabia, intentó apartarla, ella se le colgó de la pierna, desesperada.El espectáculo arrancó carcajadas a muchos invitados: todos veían en Gabriel y en los Lara un chiste viviente. Su abuelo llegó furioso y, para salvar la reputación, obligó a Gabriel a llevársela de nuevo. Antes de irse, Camila me lanzó una mirada llena de odio; la envidia le torcía la cara todavía más.Esa noc

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 7

    Gabriel no podía ni probar el mango.A los pocos minutos las manos ya le ardían de ronchas, pero seguía devorando mangos como loco, sin darse cuenta de nada.Hasta que el cuerpo empezó a convulsionar, echando espuma por la boca, y terminó desplomado en el suelo.Cuando lo subieron a la ambulancia todavía me miró con los ojos llenos de súplica, rogando:—Alba, ahora sufro igual que tú... ¿me darías otra oportunidad?Yo solo lo miré con frialdad, sin decir nada, y me fui de la mano de César.La última imagen que vio antes de caer fue mi espalda, alejándose sin mirar atrás.Tres días después lo volví a ver.Había pasado una noche entera en la UCI, al borde de la muerte, y al despertar parecía haber cambiado de estrategia: ya no me buscaba con desesperación, sino que aparecía "de casualidad" en los lugares donde yo solía estar.César, furioso, no se apartaba de mí. Esos ojos de serpiente no dejaban de vigilarlo todo.Hasta que una noche asistimos juntos a una recepción empresarial.César t

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 6

    Pensé que, después de todo lo ocurrido, Gabriel por fin me dejaría tranquila.Pero pasaron los días y seguía plantado frente a la puerta.Al final no aguanté más y lo recibí.Me quedé helada: estaba en los huesos, pálido, con unas ojeras profundas. La ropa le colgaba, ya no parecía suya.Apenas me vio, se abrió la camisa de golpe y me enseñó la nuca.La marca del vínculo ya no estaba allí.Con una sonrisa ansiosa, casi infantil, me dijo:—Alba, me la quité... me operaron para sacarla. Estoy limpio ahora, podemos volver a empezar.El corazón se me heló. Arrancarse una marca era casi un suicidio: había que abrir la carne hasta el hueso, y casi nadie sobrevivía. En los nuestros, nadie en su sano juicio lo haría. Él lo había hecho. Y aun así, lo único que sentí fue sorpresa... nada más.Como no respondí, creyó que me había conmovido.Sacó entonces del abrigo dos colas, aún manchadas de sangre.Me quedé rígida al reconocerlas: eran las de Camila y la suya propia.Con la cara hecha pedazos,

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 5

    César me preparó una boda de ensueño.Él sabía que era alérgica al polen, pero también que me fascinan las flores, así que mandó llenar el salón con arreglos artificiales que se veían como un jardín de verdad.Me sorprendía que supiera hasta mis mañas más tontas... hasta que un aullido desgarrador se escuchó afuera.Un sirviente entró corriendo, sin aliento: un lobo enloquecido rasguñaba las rejas de hierro, desesperado por entrar.Me quedé helada.Entre los nuestros, uno solo pierde la forma cuando ya no aguanta más el dolor.Gabriel no perdió el control cuando se supo la verdad sobre Camila, pero sí al ver mi boda con César.Antes tal vez habría pensado que eso era una prueba de que me quería; ahora solo me resultaba patético. No supo valorarme cuando me tuvo, y ahora... ¿qué sentido tenía?Con los aplausos de todos de fondo, César y yo nos pusimos los anillos y nos besamos.La ceremonia terminó y nos fuimos a nuestra nueva casa.En el camino alcancé a distinguir, dentro de una jaul

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 4

    Los ojos de Gabriel se abrieron al ver los gemelos de serpiente en la muñeca de César.Lo reconoció al instante y se quedó helado. El hierro candente se le escurrió de las manos.—¿Tú eres... el heredero de los Serpientes? ¡No puede ser! ¡Se suponía que ibas a casarte con Camila! ¡Ella ya selló el pacto conmigo! ¿Qué haces aquí?A Gabriel se le heló el corazón cuando César, sereno, me tendió la mano.Me agarró la mano con media sonrisa y arqueó la ceja, burlón.—Yo jamás dije que me casaría con Camila. La única que me interesa es Alba. La verdadera creadora de la poción es ella. Esa farsante solo se aprovechó de los ingenuos.Un murmullo recorrió el salón; la duda empezó a esparcirse: ¿y si la poción nunca había sido de Camila?Ella se puso pálida y, antes de que pudiera fingir llanto, levanté la voz mirando a mis padres, que acababan de bajar las escaleras:—Papá, mamá, no olviden lo que me prometieron.Mi madre, incómoda, le susurró algo al oído a Camila.Pero ella, herida en su orgu

  • La Novia Sustituta del Clan Serpiente   Capítulo 3

    Miré mi mano hecha pedazos, chorreando sangre... y solté una risa amarga.Gabriel se puso rígido, nervioso.—¿De qué te ríes? —escupió.Me reía de mí misma. De lo idiota que fui, de cómo terminé rota por mendigar cariño a mis padres y a Gabriel.Cada vez que Camila lloraba de mentira, a ella le creían, aunque yo fuera la hija legítima y la prometida de Gabriel.Y en todas sus trampas, la mala siempre era yo: la hermana cruel, la que la humillaba, la que le robaba los méritos.Apreté el puño con todas mis fuerzas. Lo miré con los ojos encendidos, sin apartar la vista:—No estoy equivocada. Y no voy a pedir perdón.Las pupilas de Gabriel se achicaron, herido por la terquedad de mi mirada.—Gabriel... —gimió Camila de repente—. Me duele la mano...Él no dudó ni un segundo. La alzó con cuidado y la apretó contra su pecho.Preocupado de que tuviera frío, corrió hasta el auto y volvió con un abrigo de piel. La envolvió con ternura.Se me cortó el aire al verlo.Ese abrigo estaba hecho con mi

Weitere Kapitel
Entdecke und lies gute Romane kostenlos
Kostenloser Zugriff auf zahlreiche Romane in der GoodNovel-App. Lade deine Lieblingsbücher herunter und lies jederzeit und überall.
Bücher in der App kostenlos lesen
CODE SCANNEN, UM IN DER APP ZU LESEN
DMCA.com Protection Status