Laura se apresuró a arreglarse, mostrando una sonrisa que ella consideraba dulce.Se inclinó hacia delante, con el pecho medio descubierto, y dijo:—¿Ha sido usted, quien me salvó, señor Valle? ¿Necesitas que te compense con mi cuerpo?El secretario, rápido de reflejos, la sujetó por el cuello de la ropa y la apartó.Álex se sentó y habló con una voz perezosa:—¿Tú? No mereces.El rostro de Laura cambió de inmediato.Aunque no podía compararse con la extraordinaria belleza que tenía Alba Flores, se consideraba una mujer atractiva y encantadora.¿Pero por qué, en los ojos de Álex, parece tan despreciable?Se sentó de nuevo a la mesa.—Dime, ¿qué quieres que te haga?Álex le prometió quinientos mil; con ese dinero, podría sacar a Sofía del orfanato y marcharse lejos con ella.—¿Quién es el verdadero padre de Sofía? —preguntó.Álex quería usar a Laura, como un elemento inestable, contra Carlos. Por eso, necesitaba algo con que controlarla.Nadie sabía qué locuras podría cometer aquella mu
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