Conocí a Leonardo en la universidad.En aquel entonces, me desvivía todos los días preparándome para una entrevista.Cada madrugada, antes de que amaneciera, ya estaba en la pista, ensayando en voz alta como si estuviera en la entrevista.Hasta que, un día, escuché una risita detrás de mí.Leonardo apareció desde las gradas, con esa mirada traviesa.—Te he escuchado tantos días presentarte —me dijo, sonriendo—. ¿Qué tal si me tomas por el entrevistador y practicas conmigo? Así será más real.Su mirada era limpia, sin una pizca de burla.Yo, con las mejillas ardiendo, acepté.Desde entonces, el amanecer en aquella pista se convirtió en nuestro secreto tácito.Nos fuimos acercando cada vez más y, al graduarnos, estar juntos fue lo más natural del mundo.El día de nuestro segundo aniversario, me pidió matrimonio.Yo, con los ojos llenos de lágrimas, dije que sí y lo abracé como si el mundo pudiera derrumbarse en ese instante.Entonces pensé, con una certeza absoluta, que él sería el amor
Magbasa pa