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Capítulo 2

Author: Anónimo
Resulta que, hace tres años, aquel supuesto viaje de negocios de una semana al extranjero que Leonardo mencionó, en realidad fue un viaje con Alicia para ver la aurora boreal.

Y yo, cada vez que hablaba de viajar juntos, recibía siempre la misma excusa, o muy lejos, o muy cansado.

Quizá yo nunca valí lo suficiente como para que cruzara el mundo conmigo.

***

"Aniversario de 999 días de casados con mi esposo. Seremos felices por siempre."

Al ver esa última foto, sentí cómo mi sonrisa se quebraba.

No era de extrañar que Leonardo me hubiera dejado plantada otra vez.

Seguro estaba ocupado celebrando con su esposa legítima esos 999 días de matrimonio,

y no tenía ni el más mínimo recuerdo de mí, la escondida que lo esperó en las sombras durante cinco años.

Ah, no...

Aunque hoy no fuera el aniversario, aunque no tuviera nada pendiente, tampoco vendría al registro civil.

Porque Leonardo ya pertenece a otra, ¿cómo iba a querer casarse conmigo?

Esa verdad me golpeó tan fuerte que me dejó aturdida, incapaz de pensar con claridad.

A mi alrededor, las parejas sonreían con felicidad, y yo, sola en la silla, seguía mirando el celular, donde el video de Alicia sonaba una y otra vez, con esa canción que él, abrazándome por la cintura, decía que sería la de nuestra entrada en la boda.

Desde entonces, esa canción se volvió parte de mi vida.

Cada vez que sonaba esa canción, me imaginaba nuestra boda, perfecta y feliz.

Pero ahora, esa misma canción se volvió un puñal que me atravesaba el pecho. Los recuerdos dulces se transformaron en espinas que me desgarraban el alma.

El altavoz del registro civil llamó tres veces mi número, pero no oí hasta que una funcionaria me tocó el hombro:

—Señorita, ¿su novio no ha llegado?

Yo asentí, mecánicamente, sin mirarla.

Ella señaló el turno entre mis dedos y me dijo, con delicadeza:

—Ya pasó su número. Si quiere hacer el trámite, tendrá que sacar otro.

Fue entonces cuando bajé la vista y vi el papelito en mi mano, lo había guardado con tanto cuidado. De pronto, sentí el amargo sabor de la realidad extenderse por mi cuerpo, y cerré el puño con fuerza, arrugando el papel hasta volverlo una bola.

—No... No hace falta. Él no va a venir. Ya es el esposo de otra.

Me levanté, caminé hasta el cesto de basura y tiré el papel arrugado.

Afuera, parejas entraban con ilusión y otras salían con alegría.

Pensé en las seis veces que vine aquí. Seis veces en las que entré llena de ilusión, y salí con el corazón en pedazos.

Parece que este lugar, que debería estar lleno de felicidad, solo me dejó dolor. Desde la frustración de las veces anteriores hasta el engaño de hoy. Seis intentos en tres años, todos fallidos, pero yo siempre pensé que tarde o temprano nos casaríamos.

Pero hoy, al ver el video de Alicia, sentí con claridad cómo algo dentro de mí se rompía.

Los pedazos de mi corazón se clavaron en lo más profundo de mi pecho, y entendí que no...

Leonardo y yo... ya no tenemos un futuro.
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