—¿¡Qué hiciste anoche!? María, te lo advierto, aún no nos hemos divorciado, ¡si andas por ahí con otros hombres a mis espaldas, ya verás cómo te las arreglas conmigo!Ella lo miró con desprecio y le quitó la mano de una palmada. —¡Señor Ramírez, el infiel aquí es usted! No me eche la culpa a mí, ¡yo no soy tan sinvergüenza como usted!Cada palabra estaba llena de orgullo y desdén.Diego la miró desde arriba, con expresión misteriosa, justo cuando iba a hablar, sonó su celular.María vio el nombre de su primer amor en la pantalla, resopló con frialdad y se liberó de sus brazos, quedarse un segundo más la hacía sentir asco.Él miró su reloj, con expresión urgente. —Quédate tranquila descansando, ya voy para allá.María retrocedió un paso, vio cómo Diego ya había colgado y se dirigía apresuradamente hacia la puerta.—Ve tú primero a la mansión, yo llegaré después. ¡Recuerda explicarle bien a la abuela! No necesito enseñarte qué decir, ¡no olvides que recibiste cien mil dólares!—Ja... —Ma
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