Diego intentó avanzar, pero Isabel lo frenó con solo levantar la mano.—Diego, ¿de verdad quieres buscarle pleito a Valkarica y empezar una guerra?Después de veinte latigazos, María ya no podía más, y su llanto se fue apagando poco a poco. Diego, completamente fuera de sí, no pudo contenerse. Con los ojos ardiendo de ira, empujó a los sirvientes que estaban a cargo del castigo.Catalina, que estaba a punto de enfrentarse a él, fue detenida por Luis.—Si la agresora fue una sirvienta, lo primero es pedirle cuentas a su dueño. El Rey es la máxima autoridad aquí. Ya le he enviado un informe a nuestro padre, exigiendo que nos haga justicia.Catalina, con la furia algo más calmada por las palabras de Luis, solo le lanzó una mirada fría a María.—Yo, como princesa de Valkarica, no soy como las damas de tu corte, que solo sirven para hablar. Te lo voy a decir bien claro: a partir de hoy, si te vuelves a aparecer frente a mí, te quito la vida.Con esas palabras, Catalina y Luis se marcharon.
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