Después de muchas averiguaciones, Julián finalmente supo dónde estaba Lucía.Compró el vuelo más rápido hacia Suiza, decidido a ir a buscarla.Antes de salir, en la casa se escuchaban los gritos desesperados de Luna, que estaba destrozando todo.—¡Déjame salir, Julián! ¡No puedes hacerme esto! ¡Esto es secuestro, es ilegal! ¿Dónde está mi hijo? ¡Quiero ver a mi hijo!Desde que Julián la había encerrado, Luna no había parado de gritar en toda la noche.Golpeaba puertas, rompía objetos, hacía un escándalo insoportable.Pero a pesar de todo, Julián no tenía intención de dejarla ir.—Recuerda bien, Luna: todo lo que está pasando hoy fue tu elección. Nadie te obligó.Tanto querías quedarte en la familia Santos, tanto querías quedarte a mi lado… entonces quédate. Pero para siempre. No saldrás de aquí.Antes de irse, Julián se paró frente a la puerta y advirtió con frialdad:—Será mejor que reces para que pueda traer de vuelta a Lucía. Si no lo logro, ni sueñes con salir de esta casa.—¡No! ¡
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