Mi Muerte los Destruyó: Mi Prometido y Mi Amigo
Tres días después de mi muerte, mi prometido Alberto recibió una llamada identificando mi cadáver.
Con impaciencia, dijo,-No me importa su muerte. Avísenme cuando la entierren.
La policía, impotente, llamó al segundo contacto de emergencia: mi amigo de la infancia, Luis.
Él se burló con indiferencia,-¿De verdad muerta? Pero no me toca recoger el cuerpo. Entonces quémenlo. Hagan lo que quieran con las cenizas.
Hasta que publicaron el acta de defunción en línea.
Solo una noche, el pelo de mi prometido y mi amigo se volvió gris.