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A Un Paso Del Altar, Mi Novio De Siete Años Se Rajó
A Un Paso Del Altar, Mi Novio De Siete Años Se Rajó
Author: Pangluotou

Capítulo 1

Author: Pangluotou
—No pasa nada, tú sigue con lo tuyo, solo vine a avisarte.

Me senté con una sonrisa ligera en la silla frente a Santiago García.

El hombre, al oír mis palabras, por fin fijó la mirada en mí. Me observó largo rato.

Alguna vez también me miraba así, sin apartar los ojos de mí. La única diferencia quizá era que aquella mirada ardiente ya se había apagado.

Santiago y yo fuimos compañeros en la universidad, y hoy se cumplen exactamente siete años desde que nos conocimos y nos enamoramos.

Cuatro años de universidad, tres después de graduarnos.

Él seguramente ya olvidó qué día es hoy.

De un inicio apasionado como el fuego, todo se volvió tan frío como el agua.

Fui su novia durante siete años, pero aún no escuché de su boca esas palabras de querer casarse conmigo.

No soy tonta, tampoco una mujer ingenua.

Cuando un hombre te arrastra durante siete años, lo que hay detrás merece pensarse demasiado.

Santiago se quedó un instante en silencio, luego habló con cierta impaciencia:

—Lucía Moreno, ya te lo he dicho: cuando la empresa salga a bolsa, me casaré contigo. No me recuerdes este tema una y otra vez.

Al decirlo, me lanzó una mirada fría.

—¿Es que tienes tantas ganas de casarte? ¿Temes quedarte soltera?

Unas cuantas palabras bastaron para que el frío me recorriera todo el cuerpo.

En nuestros años de universidad, no vivíamos tan bien como ahora, pero yo me sentía plena.

Soñábamos juntos con el futuro, aprovechábamos el tiempo libre para trabajar en pequeños empleos.

A menudo compartíamos una sola comida entre los dos. Él siempre me dejaba la carne y se conformaba con el caldo y los restos con arroz.

En aquel entonces, Santiago me decía que, cuando nos graduáramos, nos casaríamos. Pero después de graduarse, fundó esta empresa.

Muchas veces, al pasar frente a una joyería, él señalaba los anillos de diamantes y me decía con ternura:

—Cuando nuestra empresa se estabilice, te compraré el anillo más caro de esta tienda para pedirte matrimonio.

Ahora la empresa ya está estable, y también hemos ganado dinero.

Pero sus palabras se transformaron en: cuando salga a bolsa, me casaré contigo.

Siempre posponiendo, siempre dejando para mañana.

Ya no sé cuáles de sus promesas de matrimonio fueron sinceras.

Levanté la cabeza, lo miré y murmuré:

—Santiago, han pasado siete años, llevamos siete años juntos.

Al fin, en su rostro frío apareció un leve destello de emoción.

Se inclinó sobre el escritorio y me abrazó con fuerza.

—Lucía, sé que has esperado mucho, pero ahora es un momento crucial para la empresa. ¡No puedo distraerme! ¡Tengo que dedicar toda mi energía al trabajo! Esta compañía la levantamos con tanto esfuerzo, y recién llegamos hasta aquí. Deberías entenderme.

Esta vez no respondí.

Solo sentí un asco en el pecho que casi me hizo vomitar.

No soy tonta, sé lo que significa que siga posponiéndolo. Y también sé muy bien de dónde viene ese perfume que ahora lleva impregnado.

Dicen que un amor de infancia no puede competir con uno inesperado. Pero en los ojos de Santiago, esa amiga de la infancia siempre fue lo más valioso.

Por ella, estaría dispuesto a darlo todo.
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