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Hola Ex, Ahora Soy tu Madrastra

Hola Ex, Ahora Soy tu Madrastra

By:  ElenaCompleted
Language: Spanish
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En vísperas de la boda, la noticia de que la amante del prometido había dado a luz se volvió un escándalo. Julian Espinoza no esperó a que yo lo confrontara y habló con indiferencia. —No fue más que un accidente. Tú encárgate primero de la fiesta de compromiso. —Además, tu papá está en fase terminal de cáncer de estómago. Cancelar la alianza ahora no le conviene a ninguna de las dos familias. Esa misma noche faltó a la cena de compromiso, pero en sus redes sociales subió la foto de un bebé envuelto en mantas. Cuando marqué una videollamada, apareció dándole de comer con un biberón al recién nacido. —Últimamente estoy cuidando al niño y no tengo tiempo para ti. Ya sabes, en mi familia solo queda una rama masculina, el hijo es prioridad. Limpió la leche de la comisura de los labios del bebé y añadió: —Pero tranquila, cuando cumpla el mes lo mando a Inglaterra. En las fiestas importantes basta con que te muestres como si fueras su madre. El lugar de señora de la familia Espinoza siempre será tuyo. Yo me quedé mirando el anillo en su dedo anular, idéntico al mío, y solté una risa. —Este compromiso queda anulado. Él bufó con frialdad: —Armas tanto escándalo por una tontería. No seas tan caprichosa. Colgué de golpe la videollamada y marqué al número privado de su padre. —Dicen que anda buscando nueva esposa, ¿por qué no me considera a mí? Acariciando mi vientre, solté una risa baja: —Después de todo, tengo facilidad para embarazarme; los hijos que usted quiera, se los puedo dar. Qué soledad la de una familia con un solo heredero. Yo misma le daré varios hermanos para que al menos haya ruido en la casa.

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Chapter 1

Capítulo 1

Del otro lado de la línea se escuchó la voz un tanto ronca de Eduardo Espinoza:

—Fabiola, ¿qué tonterías estás diciendo?

Solté una risa baja, cargada de burla:

—Usted también vio las noticias. Ese hijo suyo me da asco. Hablo en serio: quiero cambiar de hombre.

Hubo unos segundos de silencio, y enseguida su voz temblorosa respondió:

—Por celular no se puede aclarar todo. Voy ahora mismo para hablar contigo cara a cara.

—Perfecto, lo espero en mi casa.

Curvé los labios, y en mis ojos brilló una luz de victoria anticipada.

Eduardo apenas pasaba de los treinta, pero por la maldición hereditaria de infertilidad en su familia llevaba años intentando sin éxito distintos tratamientos y clínicas de fertilidad.

Al final, no tuvo más remedio que reconocer como heredero a Julian, un pariente lejano.

Que los Paz fueran elegidos como familia de alianza no era por otra cosa que por la fama centenaria de nuestra sangre: las mujeres de mi casa nacen con una fertilidad prodigiosa.

Se dice que casi siempre concebimos al primer intento y que no son raros los embarazos múltiples.

Así que, pasara lo que pasara con mi padre, esta unión era un pacto necesario y tácito entre las dos familias.

Lo que nunca imaginé fue que, después de cinco años de relación, Julian fuera tan imbécil como para tener un hijo bastardo en vísperas de la boda y aún esperar que yo guardara silencio.

Pero yo, Fabiola Paz, jamás he sido de las que se tragan la humillación en silencio.

Apenas colgué, el timbre sonó con urgencia. Abrí la puerta y allí estaba Eduardo, con la mirada cargada de emociones encontradas.

Cuando intentó hablar, lo tomé de la corbata y lo arrastré dentro de la habitación.

—Fabiola, tú…

No lo dejé terminar. Apreté mis labios contra los suyos en un beso que borró cualquier palabra.

Mis dedos recorrieron el cuello de su camisa y se deslizaron hacia adentro con decisión.

No hubo titubeos ni pudor: con mis actos le dejé claro que iba en serio.

Sentí su resistencia interna, su lucha contra el impulso, pero al final sucumbió al deseo.

Una noche de desenfreno.

Después, me rodeó con sus brazos, la voz rota por la fatiga:

—Tengo asuntos urgentes que atender en el extranjero. Mañana debo irme y tal vez tarde un tiempo en volver. Espérame.

—¿Y la boda?

Bajó la mirada y me observó de reojo.

—Sigue en pie. Volveré a tiempo. Eres la única hija de los Paz y la mujer más adecuada para ser la esposa de los Espinoza.

Cuando se marchó, pensé dormir un poco más. Pero el celular, sobre el buró, comenzó a vibrar con insistencia.
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