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Capítulo 5

Author: Galletita Dulce
Lorena sabía que Paulo estaba de verdad molesto.

Durante todo el camino de regreso a casa, él no soltó ni una palabra.

Al llegar, se notaba que Paulo estaba de malas, y Carmen, sin pensarlo dos veces, la fulminó con la mirada.

Lorena la ignoró por completo y subió a su habitación para cambiarse.

Cuando bajó para la cena, Miguel y Paulo no estaban en la mesa, solo Carmen. Al sentarse, se dio cuenta de que no le habían puesto cubiertos.

—Veo que tienes mucho carácter, parece que no tienes hambre, por eso no dejé que Rita te preparara nada.

—¿Ah, sí? —respondió Lorena, sin darle mayor importancia.

Cuando vio que Rita salía de la cocina con un plato de comida, se apresuró a tomarlo.

Como solía ayudar a Rita con la cena, esta pensó que Lorena lo recibiría, pero ella simuló no recibirlo bien, retirando la mano de tal forma que el plato se fue al suelo.

Carmen, al ver esto, explotó de ira.

—¿Qué te pasa? ¡Ni siquiera sabes servir un plato como Dios manda! ¡Qué pena tenerte en esta familia Silva!

—No lo hice a propósito —respondió Lorena, fingiendo estar muy dolida.

Corrió a la cocina, tomó otro plato, recogió la comida del suelo y la lanzó frente a Carmen.

—¡Pero qué haces! —preguntó Carmen, claramente fuera de sí.

—Come, no hay que desperdiciar —respondió Lorena con una sonrisa leve.

—¿Me estás obligando a comer de la basura?

—¿Acaso no es eso lo que te gusta? —replicó Lorena, con una sonrisa de burla. ¿Acaso la basura podía criticar a otra basura? ¡Qué descaro!

—Tú...

Carmen estaba tan furiosa que se puso morada. Lorena, disfrutando el espectáculo, se lavó las manos y subió a su habitación, satisfecha por su pequeña venganza.

***

Al día siguiente, cuando llegó a la oficina, Ivana la esperaba impaciente en la puerta del ascensor.

—Jefa, ¿qué está pasando? ¡Me muero de la preocupación! Selena es tu amiga, ¿no? ¿Por qué te está quitando el proyecto? ¡Ya casi firmábamos, todo estaba listo! ¡Esto es un abuso!

Ivana entró a trabajar con ella, Lorena la promovió paso a paso, y por eso se tenían una confianza ciega.

Lorena le dio una palmada en el hombro y sonrió.

—Tranquila, ya tengo todo bajo control.

—¿En serio?

Lorena le dedicó una mirada cómplice, pero no dijo ni una palabra más.

Ivana la abrazó con mucho cariño.

—Pase lo que pase, no me dejes sola.

Ivana, tres años menor que ella, era como su hermana menor. Siempre se apoyaba en Lorena para todo.

Lorena le dio un golpe suave en la cabeza, divirtiéndose.

—Ya sé, ya sé.

Cuando entraron al departamento, todos los compañeros miraban a Lorena con ansiedad, esperando saber qué había pasado.

Lorena les regaló una sonrisa tranquila, tratando de calmarlos.

—Lorena, por fin llegas. ¡Vamos, rápido, el jefe te necesita en su oficina! —Selena se acercó a ella con paso firme, vestida con un traje de negocios y zapatos bajos. Era bastante más baja que Lorena.

La tomó del brazo y la arrastró hacia la oficina de Miguel.

—El jefe me pidió que me hiciera cargo de este proyecto, no me pude negar, pero en serio no quiero quitarte tu trabajo. Me encantaría rechazarlo, pero él fue muy tajante. Vamos a ir las dos a hablar con él para dejarlo todo claro.

Lorena se dio cuenta de inmediato de que Selena estaba hablando alto, justo para que todos la oyeran.

Estaba haciendo el papel de la amiga fiel, la que sacrifica sus propios intereses por el bien de su "mejor amiga".

Tal como era de esperar, los compañeros empezaron a verlas con admiración.

Lorena no dijo ni una palabra, se quedó callada observándola. Por dentro, se preguntaba desde cuándo su mejor amiga se había vuelto tan hipócrita. O quizás siempre lo fue, y ella nunca se había dado cuenta.

Si Lorena aceptaba ir con ella a la oficina, lo único que conseguiría sería que Miguel la sacara del proyecto y que Selena "se viera forzada" a tomar el control.

De esa manera, todos los demás pensarían que no fue Selena quien le robó el proyecto, sino que Lorena tuvo algún problema, y por eso el jefe decidió quitarla.

Los Silva... Definitivamente una familia muy unida, perfectamente coordinada y, sobre todo, igual de hipócrita.

—Mira, ya que el jefe decidió, pues si tú te quedas con el proyecto, me quedo un poco más tranquila —Lorena le dio un apretón de manos a Selena con una sonrisa de palo—. Total, somos buenas amigas. Me parto el lomo haciendo el trabajo, y tú vas a cosechar los éxitos, así son las cosas. Confío en que no se te olvide lo que hice por ti.

Lorena sabía que con esas palabras había dejado clara que ella era la que había hecho todo el esfuerzo, mientras que Selena solo iba a recoger las ganancias.

Selena intentó sonreír, pero no lo logró.

—No puedo aceptar el proyecto, me sentiría muy mal si lo hiciera.

—¿Entonces vas a renunciar?

—Yo...

—Ya veo, no puedes, ¿verdad? —Lorena la miró con una sonrisa superior, dejándola aún más incómoda.

Sin esperar respuesta, Lorena se dio la vuelta y fue directamente a la oficina de Miguel.

Él ya sabía que ella vendría y tenía preparado su discurso.

—Lorena, tú ya sabes lo mucho que te aprecio, de verdad. Mira, en el futuro, cuando yo me retiro, Paulo será quien maneje la empresa, y tú vas a ser su mano derecha, su apoyo total. Pero antes de eso, necesito que te hagas cargo de un proyecto importante afuera, en otra ciudad. Es una súper oportunidad para que te desarrolles y nos enseñes de qué estás hecha.

Lorena se quedó en silencio un momento, ya se sabía esa jugada. Ese discurso era de manual, típico de alguien recién llegado que no sabía ni dónde estaba parado, pero ella, lamentablemente, era ya una veterana.

—¿A qué te refieres? No estoy entendiendo nada.

—En Marla hay un proyecto. Quiero que vayas y lo manejes.

—¿Marla? —preguntó, sin disimular su desinterés.

—Sí, es un proyecto importante, pero solo confío en ti para esto.

Lorena no pudo evitar soltar una risita por lo bajo. ¡La idea! A ella la mandaban a una ciudad lejana mientras Selena se quedaba tranquila esperando al bebé en casa... A ella le tocaba trabajar como burra para los Silva sin siquiera enterarse de nada. ¡Qué plan tan bien armado!

—Yo no voy a ir. Y ya te lo dije antes: si quieres que deje el proyecto con el Grupo Lara, entonces quiero una boda grande.

Miguel frunció el ceño, visiblemente molesto.

—Mírame, te estoy hablando con calma, solo porque eres mi nuera, pero si sigues con esa actitud...

—¿Qué harás? —Lo desafió Lorena.

—Te puedo echar —respondió Miguel, alzando la voz.

—¿Echarme? —Lorena sonrió con ironía—. Está perfecto, écheme. Pero si lo haces, asegúrate de darme la bonificación del proyecto, si no, no voy a colaborar con la entrega del trabajo.

Miguel soltó un suspiro fuerte.

—Lorena, ¿cómo te has vuelto tan egoísta? Me estás decepcionando mucho.

Lorena se levantó de la silla.

—Yo creo que el que siembra, cosecha. Eso no es egoísmo, es lo que me toca.

Para asegurar la entrega del proyecto, Miguel le pidió a Finanzas que le transfirieran la bonificación de inmediato.

No era una cifra cualquiera, y Miguel estaba de un humor de perros. Tenía el rostro sombrío.

Al verlo así, Lorena no podía disimular su satisfacción. Con una sonrisa de triunfo, se levantó y salió de la oficina. Ya en la terraza, llamó al encargado del proyecto en el Grupo Lara.

—¿Carlos ya te puso al tanto?

—Sí, usted es la nueva responsable del proyecto, todo el departamento está bajo su mando.

—Perfecto, mañana los del Grupo Silva van a estar firmando el contrato.

—El contrato ya está listo.

—Rómpelo.

—¿Qué?

—Creo que hay unos detalles que deben cambiar. Señala los puntos y pídeles que lo modifiquen.

—Entendido, así lo haré.

Terminó la llamada y soltó una carcajada. ¡Era tan divertido jugar con ellos!
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