En un segundo, todo se volvió un caos.Hasta entonces, los policías no se habían atrevido a actuar sin una orden directa de Eduardo. Pero al ver lo que estaba ocurriendo, ya no dudó más.—¡Rápido, deténganlo! —ordenó con voz firme.—¡Sí, señor!Varios oficiales se lanzaron sobre Bruno, lo tiraron al suelo y le pusieron las esposas con fuerza.Él no se resistió. Se dejó sujetar sin protestar. Sabía que su objetivo ya estaba cumplido: el hijo de Selena no iba a nacer.Con esa certeza ardiéndole en el pecho, soltó una carcajada mientras lo mantenían boca abajo.Eduardo lo miró, frunciendo el ceño.—Este tipo perdió la cabeza —murmuró.Y si Milena pudiera verlo desde donde estuviera... ¿qué pensaría de lo que él se había convertido?Eduardo bajó la mirada con un destello de lástima, luego negó con la cabeza.Bruno fue trasladado al centro de detención.Días después, Eduardo lo visitó. Con tono grave, le informó:—Selena tuvo una hemorragia interna fuerte. Lograron salvarle la vida... pero
Bruno levantó la vista y le dedicó una sonrisa helada.—Ahora que vives en mi casa, rodeada de lujos, joyas y vestidos caros, tú sabes perfectamente cómo conseguiste todo eso, ¿no?Selena empezó a darse cuenta. Se le fue el color de la cara y reculó sin pensarlo.—Bruno... no... por favor, no hagas esto.Pero él ya tenía el bisturí más largo entre los dedos.—Sí, lograste todo mintiéndome... usando el riñón y medio hígado de Milena. Así que si ahora te saco lo mismo, no estaría exagerando, ¿cierto?Ya no había humanidad en su expresión.Parecía una fiera que había perdido todo control.Selena le debía a Milena. Y él estaba listo para cobrarle cada centavo.Ella temblaba como una hoja, paralizada. Quiso moverse, pero las piernas no le respondían.—¡Bruno, por favor! ¡Ya sé que me equivoqué! ¡Te lo juro que no voy a mentirte más!Las lágrimas le corrían por la cara. La voz, apenas un hilo entrecortado de miedo.Pero nada de eso importaba ya. Bruno no sentía compasión. Solo quedaba una co
Después del funeral, Bruno manejó de vuelta a esa casa que ya no tenía a Milena.Entró al salón con la ropa empapada por la lluvia.Selena estaba sentada en el sofá, revisando una caja de joyas que él mismo le había regalado tiempo atrás.Desde que salió a la luz todo lo de Milena, no se atrevía a dar un solo paso fuera de la casa.Ahora no era más que una rata acorralada, odiada por todos, aferrada a esas joyas como si con ellas pudiera sentirse a salvo.Bruno la miró con un desprecio que le quemaba por dentro.Recordó cómo, solo por hacer que Milena sintiera celos, había llevado a Selena a comprar joyas en las tiendas más exclusivas.Si a Selena le gustaba algo, no importaba el precio, él lo pagaba.Sabía que ella se las pondría solo para restregárselas en la cara a Milena.Y él, como un imbécil, se quedaba esperando una reacción.Soñaba con que algún día Milena le hiciera una escena de celos, o que al menos le pidiera una joya también. Pero nunca pasaba.Siempre con esa misma mirada
Muy pronto, la policía confirmó de manera oficial que Milena había sido una heroína, y le otorgaron un reconocimiento póstumo que fue entregado directamente a Bruno.Los medios se hicieron eco de la noticia. Varios canales publicaron reportajes y especiales contando su historia.Además, hacía apenas unos días, millones de personas habían visto en vivo cómo el oficial Eduardo revelaba la verdad durante la transmisión de un influencer con millones de seguidores.Milena había sido una heroína en silencio. Se infiltró sola en una red de tráfico de órganos, arriesgando su vida para desmantelar la organización y proteger a víctimas inocentes.Y mientras ella se jugaba la vida... su hermana Selena aprovechaba para quedarse con su esposo.El día en que Selena se casaba con Bruno fue el mismo en que Milena murió.Las redes explotaron.Quienes antes sentían lástima por Selena, ahora la señalaban con furia:"¡Qué clase de persona le quita el esposo a su hermana!""Encima iba de víctima… ¡Qué desc
Las palabras de Alberto le destrozaron el alma.Milena nunca lo traicionó.Todo ese silencio, todo lo que aguantó, fue por él.Por limpiar su nombre, por sacarlo del infierno al que otro lo había hundido. Y el precio que pagó... fue su propio cuerpo.Un riñón, medio hígado.Entregados en vida, sin pedir nada a cambio.¿Milena... cómo aguantaste todo eso?¿De dónde sacaste la fuerza para soportar un dolor que solo de imaginarlo da escalofríos?Bruno no quería pensar.Porque mientras ella gritaba de dolor en algún lugar escondido, él la insultaba, la pisoteaba, la dejaba morir en vida con su desprecio.¡Qué imbécil! El más ciego, el más miserable de todos.Alzó la mirada.Ahí estaba Alberto, ese desgraciado que la traicionó, el que la entregó a una banda de animales sin alma.¡Ese tipo no merecía seguir respirando!Bruno cerró el puño. Y sin una sola palabra, le metió un derechazo directo a la cara.—¡Maldito! ¡Milena sufrió por tu culpa, hijo de puta!—¡Muérete, maldito!Bruno le soltó
Las palabras de Eduardo cayeron como una bomba.Las pupilas de Bruno se dilataron al instante, una oleada de emociones le explotó en el pecho.Pero al final, solo negó con la cabeza, y su voz salió baja, ahogada:—No... Nunca me dijo nada. Ni una sola palabra.Sentía que algo se le rompía por dentro, despacio, con cada segundo que pasaba.Milena... ¿Cuántas cosas hiciste por mí sin que yo siquiera lo supiera?A su lado, Selena temblaba como una hoja. Dio un paso atrás, luego otro, como queriendo desaparecer contra la pared.Ahora que Bruno sabía la verdad... ¿qué le esperaba a ella? ¿Podría él perdonarla alguna vez?El influencer —el mismo que ella había traído para montar el show— tragó saliva, se aclaró la garganta y, sin saber cómo salir del lío, soltó:—Ay, bombazo informativo, ¿no? No sé si lo escucharon bien, pero parece que Selena...Y balbuceando cualquier cosa, desapareció del lugar.Bruno alzó la cabeza. Su mirada recorrió la sala, firme, helada.—Oficial, ya no hace falta se