LOGINLo que hablaron después, Cecilia ya no tuvo interés en escucharlo. Todas las respuestas parecían ridículas ante su firme declaración a Isabella.Al oír el nombre de ella, ¿qué esperaba realmente?¿Que Nicolás volviera la mirada hacia ella? ¿O que disuadiera a su hija de su deseo de cambiar de madre?Cecilia soltó una risa amarga y murmuró para sus adentros: "Cecilia Contreras, eres una tonta." "Te tratan así y sigues esperando algo".Pero…Siete años de matrimonio, ¿acaso se pueden abandonar al instante?Podría decirse que, aunque Cecilia se esforzaba por cambiar, la mayoría de sus hábitos de vida aún eran los que había adquirido durante esos siete años.La costumbre era algo aterrador. Los sentimientos también.Cecilia respiró hondo, desechó esos pensamientos poco realistas, regresó a la habitación y se acostó en la cama con calma.Sin la indiferencia de Nicolás, sin el rechazo de su hija, una vida así no parecía tan mala.Cecilia, como una muñeca que aprende a sonreír, esbozó un
—¡Come de la familia Aguirre, gasta de la familia Aguirre, y todavía se atreve a ponerme mala cara! —Si esta vez no le das una lección, mañana mismo se atreverá a molestar a mamá.Diana era inteligente. No habló solo de sí misma, sino que involucró a Claudia.Al oír esto, la sonrisa gentil de Claudia se desvaneció. Sus ojos mostraron cierta mezquindad y su voz se volvió fría:—¿Escuchaste lo que dijo tu hermana?El hombre estaba sentado a un lado. La luz cálida de la lámpara de la sala se entrelazaba a su alrededor, difuminando sus rasgos. Parecía ocupar su propio espacio, inaccesible para cualquiera.Incluso en sus ojos visibles, no había la más mínima emoción ante la petición de castigar a su "esposa". Solo mantenía su frialdad habitual.—Lo sé —asintió—, congelaré sus tarjetas.Total, en casa, Cecilia tenía comida y bebida, no necesitaba dinero en absoluto.No pensó en que, durante todos estos años, cada detalle del hogar lo manejó Cecilia.La comida de la mejor calidad, la be
Todo porque ella insistió en tomar sopa, su mamá, sin importarle las quemaduras, se apresuró a llevársela, la cuidó hasta que terminó y solo entonces atendió sus propias heridas.Debido a eso, la cicatriz quedó para siempre. Incluso con la mejor medicina, solo se atenuó un poco, nunca desapareció por completo.Ahora, la pequeña miraba con ojos llorosos, como si fuera a sollozar en cualquier momento. Pero Cecilia ya no sentía esa punzada de dolor en el corazón como antes. Incluso fingir le parecía un esfuerzo innecesario.La "nueva mamá" aparecía todos los días en su Instagram. Y su mamá de sangre solo era recordada cuando la necesitaba.Era bastante ridículo.Cecilia sonrió. Sin decir más, rodeó a Lorena y se dirigió a la cama.Nicolás probablemente no volvería. Al menos podría descansar bien.La idea era buena, pero no contaba con la enorme rebeldía que surgiría en la pequeña porque su mamá no cumplió su capricho.—¡No me importa! ¡Quiero un cuento! ¡Mamá, cuéntame un cuento!Lo
—Pero seguro que mamá no sabe pintar.Ella nunca había visto a su mamá pintar…La niña no entendía en absoluto por qué su tía, una diseñadora de joyas profesional, le pedía diseños a su mamá.Y menos por qué, al ser descubierta, fingía que solo la invitaba a pintar juntas.—Mi mamá solo sabe limpiar mesas, cocinar y contarme cuentos. —Si realmente necesitas ayuda, mejor busca a Isabella.Al mencionar a Isabella, el rostro de Lorena se llenó de admiración.—Tía Diana, ¿conoces a Isabella? Isabella de los Torres.—Es una diseñadora super famosa, la otra vez, cuando papá me llevó a jugar, vi un collar que diseñó, era hermosísimo. —Cuando sea grande, quiero ser como Isabella, jamás ser como mi mamá…La niña hablaba con arrogancia, tan eufórica que se olvidó de que su mamá estaba justo frente a ella.De repente, se tapó la boca con su manita.Aunque la voz de Lorena no muy fuerte, se escuchó en el pasillo silencioso.Diana miró a Cecilia, la rabia en sus ojos a punto de desbordarse, clara
Don Sergio habló más de lo habitual esa noche. Recordó anécdotas de la infancia de Nicolás y repitió cuán compatibles eran los caracteres de Nicolás y Cecilia.Cecilia escuchó con paciencia, respondiendo con suavidad y consuelo de vez en cuando, pero su actitud mantenía una distancia serena.Don Sergio pareció notarlo. Varias veces suspiró.—Bueno, ya es hora. —Lorena debe estar buscando a su mamá, puedes irte.Al ver la hora, don Sergio necesitaba descansar. Cecilia se levantó y se despidió.Al salir del estudio y cerrar la puerta, Cecilia exhaló un largo suspiro. Al darse la vuelta, chocó con Diana, quien esperaba escondida en las sombras del pasillo.Como siempre, Diana lucía esa inexplicable sensación de superioridad y hostilidad hacia Cecilia. Esta vez no fue la excepción.Cecilia la ignoró y subió las escaleras directamente.Su dormitorio estaba en el tercer piso. Al entrar al pasillo, segura de que don Sergio ya no podía oír, Diana apresuró el paso y se plantó frente a Ce
Incluso su matrimonio con Nicolás fue impulsado por don Sergio, con la esperanza de darle un hogar.La mirada de Cecilia se desvió hacia el hombre a su lado.Vestía un traje impecable, su postura era erguida, pero lo envolvía era como una capa de hielo, que hacía que uno quisiera alejarse.Antes, ella siempre había pensado en derretir ese hielo con su propio calor. Pero ahora, sentía que incluso ella misma estaba a punto de congelarse.En estos siete años de matrimonio, pasaron del respeto mutuo a ser como extraños. La estabilidad que don Sergio imaginaba se había desgastado hace tiempo en la indiferencia del día a día.—Abuelo, no piense demasiado, lo importante es su salud.Cecilia forzó una sonrisa y dio unas palmaditas en el dorso de la mano de don Sergio, pero esta vez no hizo ninguna promesa como solía hacer.Don Sergio miró a Cecilia y suspiró. Luego hizo un gesto a Nicolás.—Bien, tú sal, que Cecilia se quede conmigo. —No sé cuántos días más podrá acompañarme.Nicolás se qu







