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Capítulo 9

Author: Elías Mar
Ella recordó que ya había pasado una semana y que Octavio dijo que estaba muy ocupado, que lo del perro quedaba para la siguiente semana.

Hace unos días, Aitana también habló con Josefa y decidió adoptar un perrito. La señora aceptó sin dudarlo dos veces, afuera del ático había una terraza donde el perro podría jugar. Ya que lo iban a tener, Aitana se encargaría de educarlo bien. Mientras no ladrara mucho y no molestara a los vecinos, podría acompañar a Isidora cuando ella estuviera ocupada.

Al ver la llamada perdida, se le aceleró el corazón, aunque tener una relación con él sería imposible, ya que él tenía novia. De ahora en adelante, cuando fueran a los controles en el hospital, bastaba con no pedir cita con él y punto.

Alamida era enorme, así que no iban a encontrarse tan seguido.

Sería, Zinnia la miró y le preguntó:

—¿Qué pasó?

—¿Mañana tienes tiempo? Quiero ir al mercado de mascotas a comprarle un perrito a mi hija.

—¡Ay sí con gusto! Entonces, nos vemos en la mañana.

Al día sig
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    Pero en el balcón, como si fuera el límite entre la luz y la oscuridad, Octavio se encontraba justo entre las sombras. Nadie lo sabía. Pero él estaba hablando muy en serio.***Aitana llegó tarde ese día a la oficina. Aunque en Estudio Creativo L & M tenían horarios bastante flexibles, el año ya casi se iba a terminar y todos se estaban poniendo más tensos que de costumbre por la evaluación y el cierre de cuentas.Cuando se sentó en su puesto, notó que su computador había tenido un problema días atrás. Llamó al técnico, pero todavía no lo había arreglado, así que sacó su tablet del bolso.No llevaba ni dos minutos sentada, ni siquiera se había quitado el abrigo, cuando empezó la reunión. Era un tedioso proceso que no podía cambiar.Al final de la reunión, Paloma la llamó.Le pidió que tomara un trabajo privado, diseñando un traje. Tenía solo quince días para hacerlo. Paloma le ofreció pagarle muy bien por esto y Aitana aceptó con gusto.—Está bien, te mandaré los detalles.Salió de l

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    —¿Cómo puedes decir algo así? —dijo Elvira antes de que Olaya le contestara.—Lo sé, el primo de Gabriel es Hilario, ¿no es así? El abuelo de Hilario es un profesor viejo de la Universidad de San Eladio, seguro no acepta por nada del mundo eso.Olaya no obtuvo la respuesta que quería y le entró una duda.Agarró del brazo a Elvira mientras caminaban al jardín.Las dos paseaban juntas.Elvira parecía una viejita tranquila y alegre, pero había ayudado a Leandro en los negocios desde joven, así que entendía muy bien todas las cosas.Olaya intentó defenderse un poco.—Lo que quería decir es… si fuera cierto…—¡Ni aunque fuera cierto! ¡Ni se te ocurra decirle esto a tu papá! Si él se entera, inevitablemente se le va a subir la presión.***Octavio llegó a su casa.Nemo estaba echado en el sofá, alzó la cabeza con pereza para verlo y luego se volvió a acostar.Era un perro viejo y resabiado.Ya no tenía tanta energía como antes. Nemo, que era una mezcla de samoyedo y golden retriever, siempre

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    Octavio se puso serio.Bajó pensativo la cabeza y le dio un mordisco a la manzana.Por la ventana, la noche estaba muy oscura, no se veía la luz de la luna, solo se veían las luces de la calle y los carros pasando a toda velocidad sobre el asfalto.La luz le pegaba justo en la cara.Era fuerte y directa.Alumbrando la brillante manzana roja que tenía en la mano. Isidora le había dado la manzana más grande y roja que había.Cuantos más mordiscos le daba, más ácida le sabía.Octavio le dijo:—Dile a mamá que la otra semana no puedo ir a citas, ni la siguiente. Que no se preocupe por eso. Olaya pensaba que esas citas ya no importaban, ahora era algo mucho peor.Su hermano menor, el heredero de los Villalba, andaba enredado hasta los huesos con la esposa de otro hombre.—Octavio, ¿sabes lo que pasaría si papá y mamá se enteraran? Va a ser un desastre total.—¿Acaso no lo sé? Y no estoy haciendo nada —Octavio habló con voz cortante mientras miraba de reojo la manzana que ya empezaba a pone

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    —Sí mucho. —Isidora parpadeó.—¿Y te cae bien Miles?—Sí, también.La mamá de Miles y Josefa eran muy buenas amigas, ambas vivían en el mismo vecindario. Cuando Josefa estaba sola en casa, con la ducha goteando o la lámpara rota, Miles siempre iba a ayudarla.Isidora lo había visto varias veces.Aitana pensó que recibiría una respuesta directa de la niña. Porque los niños de esa edad no piensan tanto las cosas. Pero no esperaba ver duda en la carita de Isidora.—Me cae bien Miles … Pero el señor Villalba es mejor.Al ver el largo silencio de Aitana, la niña continuó:—Mamá, ¿puedo invitar a Oliver y al señor Villalba a mi cumpleaños?El cumpleaños de Isidora era en una semana.Aitana acarició con cariño el cabello de la niña.—Isidora, ese día es sábado y tenemos que ir a ver a mi abuela.—Ah …La niña se puso un poco triste. Pero al instante volvió a sonreír y se lanzó al abrazo de su mamá.—Bueno, entonces ese día podemos ir a ver a mi abuela, tengo tantas cosas que contarle, y tambi

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    Octavio estaba sentado en el sofá, era pequeño, pero muy suave.Sobre él había una manta beige.La sala no era grande, pero tenía algo que la hacía bastante acogedora.En la mesa, había un jarrón transparente con flores frescas.En la ventana, varias macetas con lindas plantas.El televisor no era tan grande, aún era de los antiguos, y sobre la mesa había varios stickers de los que les gustan a las niñas.El aire estaba impregnado con un aroma fresco y cómodo.La mesa estaba un poco desordenada, con los libros de la niña, un dibujo y los colores. Isidora había llegado a casa y se había sentado corriendo en la mesa a dibujar, muy concentrada.Octavio la observaba con detenimiento. Isidora levantó la cabeza.—Señor Villalba, ¿quieres una fruta?Octavio pensó en decir que no comía fruta, pero al final aceptó. Isidora se levantó rápido, corrió hacia la nevera. Se veía tan adorable.Aitana abrió la nevera, y se la dio a la niña para que se la llevara.Octavio recibió con agrado la manzana

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