Share

Capítulo 8

Author: Elías Mar
Ella fue a la sala, Isidora ya estaba tan dormida que no podía siquiera abrir los ojos. La cargó hasta la habitación, le dio unas palmaditas en la espalda y puso en sus brazos el peluche de conejo, era rosado.

Aitana ayudó a su hija a guardar las cosas en la mochila, y sin querer se le fue la mirada hacia el perrito color crema que había dibujado su hija.

Suspiró resignada.

Decidió que al día siguiente daría una vuelta por el mercado de mascotas.

***

Octavio dejó el teléfono en la mesa de noche.

Con una toalla gris colgada del cuello, se secó con cuidado el cabello. Olaya, que estaba cerca de él, lanzó una serie de preguntas juguetonas:

—¿Era una paciente? Por su voz sonaba joven… y bonita. ¿Dime es soltera? ¿Ese perrito gordito es suyo?

—Olaya, ¿desde cuándo eres tan chismosa? —dijo Octavio con la voz grave y los párpados un poco caídos.

—Ay, lo digo porque me preocupo por ti.

Octavio sonrió un poco y tiró despreocupado la toalla sobre el sofá, su cabello corto y negro quedó algo alborotado, cayéndole en la frente, y bromeó:

—¿Tienes rayos X en los oídos? ¿Con solo oír una voz por el teléfono ya sabes cómo es la persona? Creo que estás perdiendo el tiempo en Globo Villalba, deberías irte a un concurso de talentos, con esa superhabilidad.

—Seguro es muy guapa —dijo Olaya molestando aún más a su hermano.

—Cansona —respondió él, abriendo su portátil para revisar historiales médicos sin mirarla, y le ordenó—: Cierra la puerta.

—Entonces seguro es bonita —dijo ella, que conocía bien el carácter de su hermano. Cuando él respondía así, significaba lo contrario. Se sentó a su lado y siguió indagando un poco.

—Aitana Rosales… es un nombre bonito. ¿Tienes fotos? Muéstrame.

—Olaya, ¿y tú desde cuándo eres igual de preguntona que mamá? —Sin pensarlo Octavio levantó la mano y señaló con un dedo—. Su hija ya está así de alta. Tiene una cardiopatía congénita y yo la he diagnosticado.

—¿Está casada? —preguntó—. ¿De verdad era una paciente? Yo pensé que…

Al ver la cara seria de su hermano, recordó por un momento las indicaciones de Leandro y Elvira, y preguntó cautelosa:

—Oye y… que paso con la señorita de la familia Requena, ¿vas a verte con ella? Al fin y al cabo, es la nieta del señor Requena.

—Ya la vi —dijo él, pasándole enseguida el teléfono—. La agregué y hablamos, dile a mamá que ya le cumplí su anhelado deseo.

Olaya revisó el celular y, al abrir la conversación con Paloma, no pudo evitar suspirar.

Paloma: “Octavio, ¿estás ocupado hoy? Tengo dos entradas para un festival de música…”

Octavio: “Ocupado”.

Paloma: “Octavio, un amigo mío tiene un problema del corazón, ¿puede consultarte?”

Octavio: “Que saque cita”.

Paloma: “Escuché que este sábado descansas, ¿vamos al cine?”

Octavio: “Tengo trabajo”.

Lo seco de las respuestas la hizo suspirar desconcertada.

—¿Entonces qué tipo de mujer te gusta? ¿No te convence la señorita Requena? ¿Y la hija del presidente Fournier? ¿O tal vez la señorita de la familia Borrero? Entonces… ¿Cómo carajos te gustan?

Molesta por la total indiferencia de su hermano, no esperaba que él respondiera con una lista precisa.

—Busto grande, cintura delgada, piernas largas, piel blanca. Ah, y no me gustan ni demasiado delgadas ni demasiado llamativas, tampoco muy bajitas, lo ideal es que mida 1,68.

Olaya dudó por un rato y, de pronto, una imagen se dibujó en su mente. Miró a su hermano y, tras pensarlo, dijo:

—Tal vez como Noelia Bazán?

Los ojos oscuros y brillantes de Octavio se clavaron en ella. No respondió, solo cerró el portátil y dijo tres palabras:

—Cierra la puerta.

Ahora si lo había molestado demasiado.

Aunque Olaya le llevaba seis años y llevaba tiempo como directora ejecutiva en Inversiones Globo Villalba, a veces tampoco podía con él. Su carácter era el más parecido al de Leandro: un líder nato, con gran presencia y habilidades. Si no hubiera elegido la medicina para no competir con su hermano mayor por la empresa, el puesto más poderoso de la compañía sin duda alguna sería suyo.

Al salir, en la puerta la esperaba Elvira, que le tomó la mano y le hizo un sinfín de preguntas.

Después de que las respuestas la hicieron suspirar, dijo alterada:

—¿Está buscando una novia o una modelo? Hasta la altura tiene que ser exacta…

Luego le pidió:

—No se lo digas a tu papá, o ese viejo cascarrabias dirá que Octavio tiene mal gusto.

—Mamá, ¿recuerdas que Octavio, en la universidad, tuvo una novia…?

—Claro que me acuerdo. Sé que hasta por ella mandó a Maura al extranjero… —Elvira lo recordaba bien, aunque todo había sido culpa de Maura.

La idea de recuperar a aquella chica rondó la mente de la mujer. Si no se había casado, tal vez podrían retomar la relación.

Olaya sabía a la perfección lo que su madre pensaba. Hablar de ese tema ponía de mal humor a Octavio, pero al ver la ilusión en la cara de Elvira, decidió mejor callar. Recordaba que, siete años atrás, poco después de que su hermano se fue al extranjero, ella terminó la relación enviándole un enorme paquete.

Cuando regresó a casa y lo abrió, encontró que la chica le había devuelto absolutamente todo lo que le había regalado en sus tres años juntos. Ni una botella de agua quedó sin saldar.

Fue la primera vez que Olaya vio a su hermano con ese gesto tan sombrío. Creería que en verdad se había enamorado de esa chica.

***

La semana pasó volando.

Aitana asistió a la feria de telas y confecciones de Alamida, donde reunió material. Varias compañeras chismoseaban a escondidas.

La chismosa Zinnia la tomó del brazo y dijo en voz baja:

—¿Si supiste el chisme? Paloma está saliendo con alguien. Es un matrimonio arreglado, la familia del hombre es de las más importantes de Alamida.

Aunque Aitana rara vez prestaba atención a la vida de la alta sociedad, no pudo evitar pensar de inmediato en los Villalba, uno de los apellidos más influyentes. Pensó que podría ser Octavio.

La conducta de Paloma en el trabajo no le agradaba, pero no iba a opinar de su vida privada.

—Si un millonario se fijara en mi amiga, podría vivir a su costa —bromeó Zinnia, agitándole con gracia el brazo.

—Vamos, usa tu belleza para pescar a uno.

Aitana sonrió y le dijo:

—Mi hija ya tiene seis años.

Ella no se consideraba guapa. Aunque, desde que bajó de peso, recibía frecuentes cumplidos de sus colegas y miradas de extraños, las viejas experiencias de discriminación por su sobrepeso la habían dejado marcada.

—¿Y qué si tienes una hija? Hoy en día, la belleza es algo escaso. —Zinnia le levantó orgullosa el mentón.

—Si yo fuera hombre, me parecerías atractiva, ¡solo mírate!

Le pasó una mano por la cintura y preguntó con curiosidad:

—Qué delgada estás… ¿ahora vas al gimnasio?

Aitana le dio una palmada, tomándolo como una broma, y dijo:

—Basta de tonterías, tomemos fotos para el registro. Mañana tenemos la reunión para evaluar estas telas.

De pronto, su celular vibró, pero no le importó.

Estaba tomando fotos en medio de la multitud del evento. Cuando terminó, ella y Zinnia fueron a un restaurante.

Fue entonces que vio una llamada perdida.

Al mirar el número, se le fue por completo el apetito.

Era de Octavio.

Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 100

    Pero en el balcón, como si fuera el límite entre la luz y la oscuridad, Octavio se encontraba justo entre las sombras. Nadie lo sabía. Pero él estaba hablando muy en serio.***Aitana llegó tarde ese día a la oficina. Aunque en Estudio Creativo L & M tenían horarios bastante flexibles, el año ya casi se iba a terminar y todos se estaban poniendo más tensos que de costumbre por la evaluación y el cierre de cuentas.Cuando se sentó en su puesto, notó que su computador había tenido un problema días atrás. Llamó al técnico, pero todavía no lo había arreglado, así que sacó su tablet del bolso.No llevaba ni dos minutos sentada, ni siquiera se había quitado el abrigo, cuando empezó la reunión. Era un tedioso proceso que no podía cambiar.Al final de la reunión, Paloma la llamó.Le pidió que tomara un trabajo privado, diseñando un traje. Tenía solo quince días para hacerlo. Paloma le ofreció pagarle muy bien por esto y Aitana aceptó con gusto.—Está bien, te mandaré los detalles.Salió de l

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 99

    —¿Cómo puedes decir algo así? —dijo Elvira antes de que Olaya le contestara.—Lo sé, el primo de Gabriel es Hilario, ¿no es así? El abuelo de Hilario es un profesor viejo de la Universidad de San Eladio, seguro no acepta por nada del mundo eso.Olaya no obtuvo la respuesta que quería y le entró una duda.Agarró del brazo a Elvira mientras caminaban al jardín.Las dos paseaban juntas.Elvira parecía una viejita tranquila y alegre, pero había ayudado a Leandro en los negocios desde joven, así que entendía muy bien todas las cosas.Olaya intentó defenderse un poco.—Lo que quería decir es… si fuera cierto…—¡Ni aunque fuera cierto! ¡Ni se te ocurra decirle esto a tu papá! Si él se entera, inevitablemente se le va a subir la presión.***Octavio llegó a su casa.Nemo estaba echado en el sofá, alzó la cabeza con pereza para verlo y luego se volvió a acostar.Era un perro viejo y resabiado.Ya no tenía tanta energía como antes. Nemo, que era una mezcla de samoyedo y golden retriever, siempre

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 98

    Octavio se puso serio.Bajó pensativo la cabeza y le dio un mordisco a la manzana.Por la ventana, la noche estaba muy oscura, no se veía la luz de la luna, solo se veían las luces de la calle y los carros pasando a toda velocidad sobre el asfalto.La luz le pegaba justo en la cara.Era fuerte y directa.Alumbrando la brillante manzana roja que tenía en la mano. Isidora le había dado la manzana más grande y roja que había.Cuantos más mordiscos le daba, más ácida le sabía.Octavio le dijo:—Dile a mamá que la otra semana no puedo ir a citas, ni la siguiente. Que no se preocupe por eso. Olaya pensaba que esas citas ya no importaban, ahora era algo mucho peor.Su hermano menor, el heredero de los Villalba, andaba enredado hasta los huesos con la esposa de otro hombre.—Octavio, ¿sabes lo que pasaría si papá y mamá se enteraran? Va a ser un desastre total.—¿Acaso no lo sé? Y no estoy haciendo nada —Octavio habló con voz cortante mientras miraba de reojo la manzana que ya empezaba a pone

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 97

    —Sí mucho. —Isidora parpadeó.—¿Y te cae bien Miles?—Sí, también.La mamá de Miles y Josefa eran muy buenas amigas, ambas vivían en el mismo vecindario. Cuando Josefa estaba sola en casa, con la ducha goteando o la lámpara rota, Miles siempre iba a ayudarla.Isidora lo había visto varias veces.Aitana pensó que recibiría una respuesta directa de la niña. Porque los niños de esa edad no piensan tanto las cosas. Pero no esperaba ver duda en la carita de Isidora.—Me cae bien Miles … Pero el señor Villalba es mejor.Al ver el largo silencio de Aitana, la niña continuó:—Mamá, ¿puedo invitar a Oliver y al señor Villalba a mi cumpleaños?El cumpleaños de Isidora era en una semana.Aitana acarició con cariño el cabello de la niña.—Isidora, ese día es sábado y tenemos que ir a ver a mi abuela.—Ah …La niña se puso un poco triste. Pero al instante volvió a sonreír y se lanzó al abrazo de su mamá.—Bueno, entonces ese día podemos ir a ver a mi abuela, tengo tantas cosas que contarle, y tambi

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 96

    Octavio estaba sentado en el sofá, era pequeño, pero muy suave.Sobre él había una manta beige.La sala no era grande, pero tenía algo que la hacía bastante acogedora.En la mesa, había un jarrón transparente con flores frescas.En la ventana, varias macetas con lindas plantas.El televisor no era tan grande, aún era de los antiguos, y sobre la mesa había varios stickers de los que les gustan a las niñas.El aire estaba impregnado con un aroma fresco y cómodo.La mesa estaba un poco desordenada, con los libros de la niña, un dibujo y los colores. Isidora había llegado a casa y se había sentado corriendo en la mesa a dibujar, muy concentrada.Octavio la observaba con detenimiento. Isidora levantó la cabeza.—Señor Villalba, ¿quieres una fruta?Octavio pensó en decir que no comía fruta, pero al final aceptó. Isidora se levantó rápido, corrió hacia la nevera. Se veía tan adorable.Aitana abrió la nevera, y se la dio a la niña para que se la llevara.Octavio recibió con agrado la manzana

  • El Reencuentro Inevitable   Capítulo 95

    En el vecindario, pocas personas sabían que Aitana se había casado y divorciado de Baltasar. No era algo que cualquiera pudiera presumir, especialmente entre las personas mayores, que no lo entenderían.En lugar de gastar saliva tratando de explicarlo, Aitana mejor decidió ignorarlos, ¿qué les importaba a los demás su vida privada? ¿Cómo explicarles algo a mujeres de sesenta, setenta o incluso ochenta años, que simplemente no te creerían una palabra?Con el tiempo, Aitana solo quería vivir tranquila, así que prefería mejor ignorar las palabras hirientes de esas viejas.Al llegar a la puerta de su casa, Isidora de repente le sonrió. Parecía que toda la situación le había resultado muy divertida.En el mundo puro y feliz de la niña, su mamá empujando a Octavio hacia adelante era como un encantador juego.Aitana también sonrió, y tocó la punta de la nariz de la niña.Siempre que estaba con su pequeña hija, Aitana sentía que tenía fuerzas ilimitadas. Podía ahuyentar sin problema todas las

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status