공유

El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida
El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida
작가: Soraya

Capítulo 1

작가: Soraya
Invertí una fortuna en línea para comprar un íncubo macho.

La descripción del producto aseguraba que era irresistible, de mirada helada y con un torso marcado como si lo hubieran esculpido a cincel.

Pero lo que realmente me remató —lo que hizo que mi dedo presionara pagar ahora sin pensarlo dos veces— fue su atributo más importante…

su capacidad incomparable.

Ese detalle me había dejado fuera de combate.

Apenas confirmé el pago, me escribió el de Soporte al Cliente.

"Buenas, señorita. Le escribo para darle algunos puntos a tener en cuenta y recordatorios."

"Hola. ¿Qué pasa?"

"Verá… la unidad de íncubo que eligió está en perfectas condiciones físicas, pero su temperamento es… digamos, reservado. Y ya está en su etapa adulta, así que su vigor es… mucho más alto de lo normal."

Una pausa.

Luego, con tono diplomático:

"Si prefiere una unidad más tranquila, puedo procesar la devolución y enviarle un íncubo con un perfil más manejable."

Respondí sin parpadear:

"No hace falta. Ese es exactamente el tipo que quiero: frío y con energía de sobra."

El de Soporte quedó callado unos segundos, como si buscara las palabras adecuadas, hasta que finalmente soltó:

"Muy bien, señorita… Su íncubo llegará a tiempo."

"Y… bueno… le deseo muchísima suerte. Ojalá usted pueda… seguirle el ritmo."

***

Días después, un íncubo macho, de hombros anchos, cintura estrecha y expresión seria, llamó a la puerta de mi casa.

Al verlo por primera vez, me quedé un poco desorientada.

Sabemos que los íncubos son físicamente excepcionales, pero... ¿este no era demasiado atractivo?

Si no supiera lo que era, juraría que se trataba de un noble que, por alguna razón, cayó en desgracia.

—Ama.

El íncubo me llamó con una voz gélida. Aun así, resonó como un susurro grave, capaz de erizarme la piel.

Me ruboricé al instante, sintiendo un calor subirme a la cara.

Por la vergüenza, levanté la mano con algo de torpeza.

—No, no, por favor, no tienes por qué llamarme ama. Soy Valentina López, simplemente llámame Valentina. Eh... Por cierto, ¿tienes algún nombre?

—Me llamo Thiago Vázquez.

Acto seguido, Thiago extendió su cola. Era una cola larga y pulcra, adornada con pequeños corazones.

A simple vista... lucía muy bonita.

—De acuerdo con las políticas, usted debe sostener mi cola para que la entrega del pedido pueda considerarse conforme.

—¡Ah, por supuesto!

Rápidamente tomé su cola.

Era suave y tersa, muy agradable al tacto, casi como la de un juguete de felpa.

No pude evitar apretarla un poco.

—Mm...

Un gemido grave se le escapó a Thiago.

Pensando que la había sujetado con demasiada fuerza, solté su cola rápidamente y me disculpé.

—Lo siento, ¿te lastimé?

Thiago bajó la mirada, me observó fijamente, y su nuez se movió ligeramente. Su respiración se aceleró y un ronroneo grave y contenido se agitó en su garganta.

—Tranquila, no fue nada, es que no estaba preparado.

—Ah, qué alivio...

Al creer que el ruido era solo nerviosismo, traté de tranquilizarlo.

—No te angusties, si lo prefieres, es mejor que te tomes un breve respiro. Tienes una jornada física bastante pesada por delante.

—Si es su preferencia, podemos proceder ahora mismo, sin demora.

—¿Ahora?

Dudé un momento.

—Sí... también está bien.

—Perfecto.

El sonido gutural que salió de su garganta se intensificó un poco.

***

Tomé su brazo con suavidad y le susurré:

—¿Y por qué sigues tan tenso? Tranquilo. Cuando terminemos, ya verás cómo te relajas. Anda, acompáñame.

Él me siguió hasta la cocina. Al cruzar el umbral, se quedó quieto un instante.

—¿Aquí?

—Sí, ¿te choca? —pregunté suavemente con una sonrisa amable.— ¿Hubieras preferido arrancar en la habitación, tal vez?

Sus ojos, intensos y ardientes, no dejaban de taladrarme con la mirada.

—Está bien... la cocina servirá.

Asentí con un gesto y le di la espalda.

Bajo su fija atención, tomé un paño limpio y se lo extendí.

Con voz suave y melosa, le dije:

—Bueno, Thiago, necesito que me eches una mano con las tareas del hogar hoy. De seguro sabes lavar los platos, ¿cierto?

—¿Lavar... los platos?
이 책을.
QR 코드를 스캔하여 앱을 다운로드하세요

최신 챕터

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 10

    En ese momento, Thiago me miraba con una intensidad que cortaba el aliento, como si fuera un espectro oscuro decidido a arrastrarme al mismísimo infierno.—Valentina, ¿te atreves a abandonarme?Se acabó... me atrapó.Intenté cerrar la puerta rápidamente, fingiendo que todo era un mal sueño, pero Thiago ya había levantado la pierna y se había colado.No usó mucha fuerza, pero me estampó contra la pared con una precisión escalofriante.—¿A dónde crees que vas?—¿Abandonarme y luego comprar a otro?—Valentina, cuando me fui, debí haberte puesto una correa y llevarte conmigo.Sus palabras eran puras heladas, mientras una mano se cerraba lentamente sobre mi cuello, como si estuviera calculando el largo de la correa que necesitaría para atarme.Pero... el ruido.El sonido que salía de su garganta, esa mezcla de amenaza y deseo, persistente, demasiado conocido.Justo cuando pensaba que mi destino era rogar por su perdón, lo miré sorprendida.Era evidente que tenía hambre.Y eso solo podía sig

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 9

    ¿En serio?Un escalofrío recorrió mi cuerpo y, de repente, entendí lo que podría estar pasando.¿Qué tal si, después de recuperar la memoria, Thiago piensa que todas esas tareas domésticas, lavar mis calcetines y hasta mi ropa interior, fueron actos humillantes? ¿Vendría a cobrarme la factura?La respuesta era clara: Sí.Con toda seguridad, me haría pedazos, me tiraría al mar para desquitarse.Así que, sin pensarlo, llamé a mi arrendador.¿Y qué iba a hacer? ¡Mudarme, por supuesto!¿Quedarme aquí esperando a que Thiago viniera a devorarme? ¡Yo no soy ninguna tonta!Con prisa, empaqué todo y me mudé de mi vieja casa.Lo bueno fue que nunca le había dicho a Thiago dónde trabajaba, solo le pedí que se quedara en casa y me ayudara.Así que no tenía idea de dónde me iba a encontrar.Después de sobrevivir unos días, y aún sin que nadie viniera a reclamarme, comencé a relajarme.¿Será que exageré un poquito?Thiago, siendo un íncubo de tanto nivel, con un estatus mucho más alto que el de much

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 8

    —Está bien, ama.Thiago obedeció sin protestar, quitándose la camiseta. La luz cálida de la habitación iluminó su cuerpo esculpido a la perfección.Los abdominales marcados, su cintura firme. La línea de su cuerpo se perdía justo donde sus pantalones apenas alcanzaban a cubrir su intimidad.Un fuerte suspiro escapó de mis labios, y mi corazón latía tan fuerte que casi ahogaba el sonido de la respiración de Thiago.—Ya me lo quité.—Los... pantalones también, un buen íncubo sabe cuándo debe hacerlo, ¿verdad?—Valentina.No se movió, solo levantó la mirada y me miró intensamente.Luego tomó mi mano y la guió hasta el cordón de sus pantalones.—Quítamelo tú, porque todo lo que soy es tuyo.—Ama.Ese título de sumisión me llegó directo al alma, mis piernas se aflojaron.Extendí mi mano temblorosa, casi sin poder controlarme.Una noche llena de pasión.Afortunadamente, al día siguiente era sábado y no tenía que preocuparme por llegar tarde y perder mi bono de puntualidad.Pero cuando abrí l

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 7

    Thiago es tan guapo que no podía soportar la idea de que tuviera que compartir una vida tan apretada conmigo. ¡Qué pena!¡Ojalá yo también pudiera conseguir algo de plata de alguna forma!Estaba inmersa en esos pensamientos sobre el dinero, cuando llegué a casa y me encontré con que no había luz. Todo estaba a oscuras.¿Se habrá ido a comprar algo?¿No habíamos quedado en que se quedaría en casa y no saldría a ningún lado?Me giré para ir al mercado del vecindario, pero justo en ese momento, al dar la vuelta, me topé de frente con Thiago subiendo las escaleras.Al verme, su expresión fue... rara.—¿Ya llegaste?Asentí y, sin pensarlo dos veces, le solté la pregunta:—¿A dónde fuiste? ¿Por qué no estás en casa?—Fui a comprar algo.—¿Y las compras?Lo miré, desconfiada, porque sus manos estaban vacías.Thiago guardó silencio por un momento y luego se disculpó.—Lo siento, voy a ir a comprar de nuevo.Y se dio la vuelta para salir de nuevo, pero yo lo detuve suavemente.—No hace falta qu

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 6

    Por supuesto que no lo iba a abandonar.Si tuviera que compararlo con un animal, Thiago sería más bien un gato: frío, con muchísimo carácter y, además, bastante independiente. ¡Él sería el que me daría la patada a mí!Después de todo, no soy una persona especialmente atractiva ni tengo tanto dinero, así que tener a un íncubo tan guapo a mi lado ya es una suerte enorme.Al día siguiente, justo antes de salir para el trabajo, me invadió una sensación de nostalgia, como si no quisiera irme.Antes, lo veía como un compañero de tareas domésticas, pero desde anoche, después de besarlo, las cosas habían cambiado.Mi relación con él ahora era más profunda, había una pequeña chispa de deseo que no podía negar.Sentí una creciente sensación de posesividad que no podía explicar.—Thiago, últimamente las cosas afuera están un poco peligrosas, no salgas demasiado. Como eres tan guapo, podrían fácilmente capturarte y venderte a otra persona. No tengo dinero para volver a comprarte, ¿sabes?—Está bie

  • El íncubo a mi servicio: la tentación prohibida   Capítulo 5

    El resultado de haberle dado permiso fue que mi boca me ardía, estaba un poco hinchada y, sí, tenía un corte en la lengua.Ni siquiera podía hablar sin que me doliera.Y el culpable de todo esto, con cara de nada, sostenía una bolsa de hielo para ayudarme a reducir la inflamación.Después de haberse saciado, Thiago volvió a ser ese íncubo callado y distante.—¿Te duele?Sacudí la cabeza, roja como un tomate, mientras todavía apretaba su cola entre mis manos. No podía soltarla.Porque, seamos sinceros, yo también me había "divertido" un poco antes.Los íncubos no decepcionan en lo absoluto; son estupendos haciendo que los humanos pierdan el control.Son sencillamente irresistibles. Te hacen querer mandar todo al carajo y quedarte allí, perdiéndote en un mar de caricias.Recordando lo que acababa de pasar, intenté despejar mi mente con una tos disimulada.Necesitaba recuperar la compostura.No quería perder el control por completo.—Thiago, entonces... cuando un íncubo siente hambre, qui

더보기
좋은 소설을 무료로 찾아 읽어보세요
GoodNovel 앱에서 수많은 인기 소설을 무료로 즐기세요! 마음에 드는 책을 다운로드하고, 언제 어디서나 편하게 읽을 수 있습니다
앱에서 책을 무료로 읽어보세요
앱에서 읽으려면 QR 코드를 스캔하세요.
DMCA.com Protection Status