Share

Capítulo 6

Auteur: Clara Valiente
Julieta vio esa cara bonita deformada por la rabia, y supo de inmediato que tenía dolor de estómago.

Cuando le dolía el estómago, se volvía muy irritable.

Julieta se despreciaba una y otra vez a sí misma por seguir preocupándose por su salud… incluso en ese momento.

Pero, al final, sonrió. Se vio hermosa y tranquila como un lago.

Por un instante pareció que mil flores florecieron a su alrededor solo con el brillo de su sonrisa. Tomás sintió que Julieta, desde que lo había dejado, estaba más bella que nunca.

—Tomás, esta es una cafetería. No hagas un escándalo. Ya te lo dije: no eres la gran cosa como para que yo no pueda vivir sin ti. Lo que hice antes fue porque te amaba con el alma. Pero ya no. No pienso volver a molestarte ni meterme para nada en tu vida. Eso sí, saca un tiempo para ir conmigo a firmar el divorcio.

Tomás se le iluminó la mirada.

—Entonces, ¿qué haces aquí?

Julieta lo miró como si fuera un idiota.

Tomás quedó desconcertado. Nunca había visto en ella una mirada tan llena de hostilidad. Ya con demasiado dolor de estómago, empezó a temblar un poco.

—Tomás, abre bien los ojos. Esta es una cafetería. Vine a comprar el desayuno. Laura trabaja aquí arriba. ¿Quién crees que eres como para que la gente quiera acosarte?

Al observar sus rasgos delicados, Tomás no pudo evitar pensar que en serio se había vuelto más hermosa… y también más cortante.

Molesto y arrogante, le dijo entre risas:

—¿De verdad crees que por arreglarte de esa manera vas a lograr que me fije en ti?

Julieta levanto una ceja, sin inmutarse en lo absoluto.

—No quiero que me mires. Me das asco.

—Pu…

Justo cuando Tomás iba a responder, Emilia, que lo acompañaba, vio a alguien familiar y lo interrumpió en voz alta:

—Julieta, ¿cómo puedes hablarle así a Tomás? Entiendo que no pudiste quedarte con él y que quieras encontrártelo, pero el amor no se puede forzar. Hagas lo que hagas, Tomás no volverá jamás contigo. Ya te dio veinte millones de dólares, ¿qué más quieres?

—¿Qué veinte millones de dólares? —preguntó en voz alta Marisol, quien acababa de entrar.

Al ver a Marisol, Julieta entendió por qué Emilia había levantado como loca la voz.

La mamá de Tomás y su hermana Marisol nunca la habían aceptado, porque había crecido en una familia sin figura paterna.

Tomás, tuvo que arrodillarse junto a ella frente a su madre durante una hora entera, hasta que por fin los dejó casarse. Solo así pudieron registrar el matrimonio.

—Emi, ¿qué significa todo esto? —preguntó asombrada Marisol, llena de indignación.

Cuando escuchó que le dijo “Emi”, Julieta sintió un repentino dolor en el pecho. Al ver lo cercanas que eran, en ese momento Julieta comprendió de golpe que tanto Marisol como la madre de Tomás sabían de Emilia… y la apoyaban.

Emilia puso cara de víctima y miró a Marisol con los ojos llorosos.

—Marisol, tu hermano ya le dio a Julieta veinte millones de dólares como compensación por la separación, pero ella aún sigue molestándolo y molestándolo.

Marisol y miró a Julieta con desprecio.

—¿Tú? Solo fuiste la niñera de mi hermano, ¿y aun así te atreviste a pedirle tanto dinero?

—¿Niñera? —Julieta se quedó estupefacta. Pero cuando recordó los años de cuidado y dedicación que le había dado a Tomás, entendió que… para los demás, no era más que eso.

Sonrió con amargura, y al ver la cara pálida de Tomás, que estaba a punto de desmayarse, le preguntó con voz temblorosa:

—Tomás, ¿de verdad después de todo lo que hice estos cinco años solo fui una niñera para ti?

Él la miró de reojo, con indiferencia.

—Julieta, agradezco de corazón lo que hiciste por mí estos cinco años.

Lo decía como si de verdad solo hubiera sido una niñera.

Julieta ya empezaba a sentirse menos sensible, pero de pronto, le volvió a doler el corazón como si le clavaran una daga en el pecho.

—Si es así, y ya encontraste a tu nueva niñera, Emilia, vayamos ahora mismo al registro civil y terminemos de una vez por todas con este matrimonio.

Emilia intervino rápido, con aires de superioridad.

—Julieta, yo no soy una niñera. Soy la esposa de verdad de Tomás. Él no quiere que haga tareas domésticas, por eso me trajo a comer aquí.

A Julieta le volvió a doler el corazón. Esa era la diferencia entre una mujer que es amada y una que no.

Ella fue su esclava durante cinco largos años… y Tomás ni siquiera dejaba que Emilia lavara un plato.

La miraba, mientras Emilia se mostraba altiva.

—Emilia, en el fondo tú sabes quién es la amante.

Emilia sonrió y le dijo algo confuso, pero amenazante:

—Sí, muy pronto lo sabrás tú también.

Continuez à lire ce livre gratuitement
Scanner le code pour télécharger l'application

Latest chapter

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 100

    —Por cierto, Laura, hace poco firmé un contrato para un personaje de videojuego y gané muchísimo dinero. En primavera, ¡las dos nos vamos a ir de viaje! Era una promesa que te debía desde hace rato, y ahora por fin puedo cumplirla.Laura se emocionó al instante y dijo:—¡Sí, sí, sí! Me lo debes desde hace cinco años. Íbamos a ir antes de salir de la universidad, pero tú estabas muy ocupada cuidando a ese Tomás, y al final nunca fuimos. ¡Ahora sí lo vamos a hacer!—Ajá. Además, el proyecto que acabo de cerrar incluye modelos, y quiero colaborar con tu empresa. Princesa Preciosa S.A también aceptó, saben que ustedes son muy profesionales.Laura casi brincó de la emoción. Se puso de pie, abrazó a Julieta y le dio un beso en la mejilla, agitándola de lo contenta que estaba.—¡Ahhh, Julieta, eres la mejor! Siempre apareces cuando más te necesito. Mi propia familia me da la espalda, pero tú… tú eres la única que siempre ha estado conmigo.Tenía los ojos aguados por la emoción. A veces pensab

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 99

    Julieta sonrió de inmediato al notar que Laura no le creía y contestó:—Laura, puede que esté loca por amor, ¡pero no soy tan estúpida como para volver con Tomás! Ese hombre... al final, fue el responsable indirecto de que mi mamá muriera. Solo por eso, nunca podría volver a sentir algo por él. Lo traté bien. Quería pasar mi vida con él. Pero si hubiera sabido que en su corazón había otra mujer, jamás me habría metido con él.Agregó, molesta:—Es un sinvergüenza. No sabe lo que es ser fiel. Si tanto quiere a Emilia, que se vaya con ella. ¿Por qué tiene que meterse conmigo?Mientras hablaba, la rabia le aumentaba. Masticó un pedazo de carne con fuerza, disfrutando ese sabor intenso.Dijo en voz baja:—Por cierto, Laura, en el restaurante están estrenando un platillo que es para aliviar la tos. Voy a pedirle a los cocineros que te traigan uno.Laura asintió con entusiasmo y dijo:—¡Buenísimo! Justo estos días ando con la garganta medio irritada.Julieta sacó el celular y mandó un mensaje

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 98

    Tomás quedó completamente impactado por lo que escuchó.Las palabras que Julieta le había dicho en el pasado empezaron a dar vueltas en su cabeza:—Tomás, el Hotel Imperial Fornaluz tiene buena comida y excelente ambiente. Mi mamá te reservó un salón privado ahí. Como recién empiezas y no tienes mucho dinero, si tienes que recibir a clientes importantes, llévalos ahí. Es una sala VIP, no te hará quedar mal.Entonces, ¿la persona que tenía acciones ahí no era Julieta, sino su mamá?¿O será que Julieta ya era accionista desde antes?Eso sí que lo sorprendió.La sala de ese día la había reservado Lautaro, pero Tomás recordó que antes, cuando iba con Julieta, siempre tenía acceso a una sala privada, y el gerente, Domingo, lo trataba con una amabilidad especial.Ahora se dio cuenta de que ese trato no era por él, sino por Julieta.Incluso los clientes, cuando veían cómo el gerente lo atendía, le tenían más respeto.Tomás cerró los ojos y apretó los puños, luchando por no dejar que la rabia

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 97

    Julieta miró a Lautaro y le dijo, sonriendo:—¡Lárgate de una vez! Este lugar ya no es para ti. Estás oficialmente vetado. Aquí han llegado varias quejas de clientas por cómo te comportas. Si no puedes controlarte, entonces córtate las pelotas para que dejes de andar como perro en celo, haciendo quedar mal hasta a tus propios abuelos.Lautaro abrió los ojos, atónito. Miró a Julieta sin poder creerlo. ¿Cómo podía saber esas cosas?Ni siquiera en ese momento entendía por qué ellos eran los que estaban siendo echados de allá.Tomás la observaba con más intensidad que nunca. Su sonrisa segura, esa valentía, esa clase… todo en Julieta lo dejaba desconcertado.Emilia quería desaparecer de la vergüenza. ¿De dónde sacaba Julieta tanto valor?Marisol, todavía furiosa, no podía dejar de mirar a Julieta. Sentía que, con una sola decisión, Julieta le había destrozado el futuro.—Gerente Domingo, buen trabajo. Este mes te aumento el sueldo. Asegúrate de que ese grupo de inútiles no vuelva a pisar e

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 96

    Marisol quedó atónita al escuchar lo que le dijo Julieta.Julieta la miraba en silencio, sin el más mínimo remordimiento. Antes, por ayudarla, había hecho cosas que ni ella misma entendía por qué.En ese momento, Marisol sintió que algo dentro de su pecho se rompía. La tristeza y el miedo la invadieron. Las manos le temblaban, tratando de controlar el pánico, pero era inútil.Con ese posgrado, su papá al menos la dejaría trabajar en la empresa. Pero ahora… ni eso tenía. Y como diseñadora de modas tampoco había logrado nada.¿Qué iba a ser de su vida ahora?Hasta para un matrimonio por conveniencia necesitaba ese título. Sin eso, ¿quién iba a querer comprometerse con una mujer sin título como ella?—Julieta, ¿cómo pudiste ser tan cruel? ¿Cómo eres capaz de arruinarme el futuro así…?Julieta la interrumpió.—Yo no fui la que destruyó tu futuro. Eso lo hiciste tú sola, Marisol. Tú también pasaste por momentos difíciles. Pero ahora que tienes un apellido de buena reputación, miras por enci

  • La Dama que Nunca Cayó   Capítulo 95

    Julieta la miró con una sonrisa de rabia y le dijo a Marisol:—¿Siempre fuiste así de ridícula? Antes, cuando te veía llorar, pensé que solo eras una niña inmadura que necesitaba un poco de comprensión y paciencia. Pero no me imaginé que fueras así. Ahora ¿Quieres que me arrodille a pedirte perdón? ¿Acaso sabes lo que estás diciendo?De inmediato, Julieta la agarró fuerte del pelo y le dio una cachetada.—¡Ah!Marisol sintió cómo los dientes le rechinaban y le dolieron hasta los huesos. El sabor a sangre le llenó la boca y quedó paralizada.En ese momento, Julieta tiró su bolso al piso y le soltó el cabello.¡Pum!Le dio un puñetazo en la nariz.—¡Ahhh! —gritó Marisol, con la cara cubierta de sangre, echándose hacia atrás hasta caer en los brazos de Tomás.¡Pff!La sangre de su nariz manchó la ropa de Lautaro.Marisol lloraba de dolor.—¡Hermano! ¡Ayúdame! ¡Me estoy muriendo!Todo pasó tan rápido que cuando Tomás y Lautaro quisieron reaccionar, Marisol ya estaba vuelta nada.Tomás miró

Plus de chapitres
Découvrez et lisez de bons romans gratuitement
Accédez gratuitement à un grand nombre de bons romans sur GoodNovel. Téléchargez les livres que vous aimez et lisez où et quand vous voulez.
Lisez des livres gratuitement sur l'APP
Scanner le code pour lire sur l'application
DMCA.com Protection Status