Julieta no dudó ni un segundo en tomar el cheque.Esa determinación dejó a Tomás sorprendido por un momento. Aunque sintió cómo una ira injustificada empezaba a recorrer por sus venas, cuando recordó que tenía al lado a la pura y delicada Emilia, se vio obligado a contener su rabia.De todos modos, él sabía muy bien lo mucho que Julieta dependía emocionalmente de él. ¿Qué importaba que se llevara el cheque? En menos de tres horas, ella estaría rogando volver con él.Siempre que discutían, ella pedía disculpas primero. Seguro iba incluso a devolverle veinte millones de dólares que le había quitado, solo para hacerlo feliz.Julieta aceptaría que el mundo entero la abandonara, con tal de que él siguiera a su lado.Su corazón latía a mil solo por él las veinticuatro horas del día.Ahora estaban peleados, hablando de divorciarse y terminar... pero, al final, ella iba a pedirle perdón como siempre.La diferencia es que, esta vez, él no pensaba volver con ella.Pero Tomás no conocía de verdad
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