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Capítulo 5

Author: Clara Valiente
Julieta ni siquiera tuvo tiempo alguno de responder. Emilia ya le había colgado.

Estaba tan furiosa que dijo en voz baja:

—Maldito desgraciado.

Tenía que alejarse de una vez por todas de ese imbécil llamado Tomás. ¡Él no se merecía su sinceridad!

Apretó con rabia los dientes. Por unos minutos su cara, pálida por naturaleza, se puso roja, encendida por la rabia.

Justo cuando se estaba cambiando de ropa, recibió un mensaje de Laura, invitándola a comer.

Sabía muy bien que Laura quería que no se quedara sola y triste, que quería sacarla a despejarse un poco.

Ya no tenía que levantarse temprano para prepararle el desayuno a Tomás, ni cumplir con ninguna rutina impuesta. De la nada, se sintió... bastante ligera. A partir de ahora, iba a amarse a sí misma con todo el corazón.

Fue al baño. Al mirarse al espejo, sus ojos almendrados parecían brillar como estrellas. Era tan hermosa… ese miserable Tomás no era digno de ella.

Después de bañarse, se maquilló un poco. Luego del desayuno con Laura, pensaba comenzar su propia investigación sobre los experimentos ilegales de Tomás.

En la presentación de su nuevo producto, iba a atacar.

***

Tomás le había comprado una casa de lujo a Emilia, y desde que se comprometieron, vivían allí juntos, mimándose día y noche, como en una luna de miel interminable.

Emilia era esa musa que Tomás nunca había podido hacer suya antes. Ahora que lo había logrado, la valoraba como un tesoro.

Cuando Tomás se levantó esa mañana, se sintió mal del estómago. Fue a la cocina, pero no había nada. De una vez, el enojo se notó en su cara, de facciones fuertes y varoniles.

Si Julieta estuviera allí, ya le habría preparado su caldo de pollo para el estómago, justo como a él le gustaba.

Pero Emilia...

Pensó en lo mucho que le costaba verla hacer esfuerzos, y prefirió soportar el dolor. Después contrataría a una empleada doméstica.

—Tomás, ¿ya estás despierto? —dijo Emilia, corriendo amorosa hacia él y agarrándolo del brazo con entusiasmo.

—Julieta te llamó hace un rato. Quiere que vayas a divorciarte de ella, ¿puedes creerlo?

Ni siquiera notó la rabia en la cara de Tomás.

Emilia siguió como lora hablando por su cuenta:

—¿Sabes? Me pregunto cómo reaccionaría Julieta si supiera que la engañaste en todo. Me muero por ver la cara de sufrimiento que hará.

Pensaba aprovechar toda esta situación para destruir por completo a Julieta. En el evento de presentación del nuevo producto de Tomás, dejaría en claro ante todos que ella era la elegida por él. Aunque la familia Meza no la aceptara ahora, tendrían que hacerlo.

Tomás, con una mirada llena de afecto, le revolvió el cabello con cariño.

—Está bien, deja de pensar en todo eso. En unos días lanzamos el nuevo producto de la empresa. Cuando todo salga bien, te llevaré a conocer a mi papá.

Por ahora no podía volver a casa, ya que su padre estaba molesto por el compromiso con Emilia. Pero no podía evitarlo. Amaba con el alma a Emilia, y Julieta siempre había sido solo un reemplazo.

El dolor en el estómago se hizo peor.

—Emilia, vamos a desayunar fuera. Después voy a la empresa, y tú puedes ir de compras con Marisol. Compra todo lo que quieras.

Emilia estaba encantada. Le fascinaba el carácter generoso de Tomás.

—¡Genial! Justo hay un bolso que quiero desde hace días. Hoy mismo voy a comprarlo.

—Ajá —respondió Tomás.

Pero por dentro se sentía extraño. ¿Emilia no notaba que estaba enfermo? Si por el contrario fuera Julieta, solo tendría que verse medio pálido para que ella se preocupara.

Intentó obligarse a no pensar en Julieta. Después de cinco años de cuidados, era normal sentir el profundo vacío al principio. Solo eso.

Se cambió de ropa y salió con Emilia a su cafetería de siempre.

Qué coincidencia... justo al entrar, vio a Julieta en la fila para pagar.

Se quedó pasmado por unos minutos. El agudo dolor estomacal y la ira por ver a Julieta se mezclaron como gasolina con fuego. Sus ojos se llenaron de furia, y caminó directo hacia ella.

—Julieta, ¿es que no te cansas de perseguirme?

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