Share

Capítulo 2

Author: Anna Smith
—¿Con quién estabas hablando?

La voz de Vincent cortó el silencio desde la puerta de la cocina.

Me sobresalté, con el teléfono todavía en la mano. Por un segundo, no pude respirar. Luego metí el dispositivo en el bolsillo y forcé mi rostro a mantenerse calmado.

—Nadie —murmuré.

Esa noche, mientras la villa se sumergía en el silencio, me acosté a su lado despierta, mirando fijamente el techo. Su respiración era regular, distante, como si estuviera durmiendo junto a un extraño. Quizás eso era todo lo que yo había sido para él.

A la mañana siguiente, la mesa del comedor estaba dispuesta con un desayuno con estilo francés que había preparado con esmero. El hombre frunció el ceño en el momento en que lo vio.

—Sabes que lo detesto. ¿A qué viene esto?

Bajé la mirada, levanté un tenedor que llevaba un trozo de bistec y mastiqué despacio.

—Solo quedaba esto en el frigorífico.

Eso era una mentira. Había llenado el frigorífico con productos italianos importados solo para él. Pero ya estaba preparándome para la vida que viviría sin estar a su lado, lejos y por mi cuenta.

Él no se dio cuenta. En cambio, sus ojos seguían mirando el teléfono que estaba al lado de su plato. Cuando vibró, lo agarró de inmediato. Sus labios se curvaron, leve pero inconfundiblemente. Quienquiera que ella fuera, Alessia o la mujer que acechaba en sus mensajes, podía hacer lo que yo nunca pude, hacerlo sonreír.

Lo miré en silencio y luego deslizé por la mesa los papeles que había estado guardando durante meses.

—Vincent —dije en voz baja—. Divorciémonos.

Él ni siquiera levantó la vista. Su pluma se deslizó por el papel donde le señalé, mientras su otra mano seguía escribiéndole una respuesta a ella.

—Mmm —murmuró distraídamente.

Me dolió el pecho, pero no sentí sorpresa. De todos modos, ese era el hombre que siempre había sido distante y descuidado conmigo, además, nunca me había pertenecido.

Cuando finalmente empujó la silla para marcharse, no pude contenerme.

—Vincent, ¿acaso sabes lo que te acabo de pedir?

Se detuvo, perplejo y preguntó: —¿No eran los contratos de suministro para los nuevos envíos de vino? Me has estado fastidiando durante semanas con eso.

Me reí suave y amargamente. No lo recordaba y ni siquiera me había escuchado.

—Nada—susurré—. No era nada.

Esa tarde, fui al viñedo yo misma. Los gerentes me saludaron con amabilidad, pero yo solo les devolví sonrisas corteses. Ya no estaba allí por asuntos de negocio; había ido para despedirme.

—Me voy a Europa —les dije, con voz ligera, casi despreocupada.

Se quedaron sorprendidos y luego aliviados. —Te mereces un nuevo comienzo —dijo uno de ellos suavemente—. Pero... ¿y Vincent? Tener una relación a distancia con él... —Dejó la frase en el aire y sacudió la cabeza.

—No es una relación a distancia —Puse el expediente firmado sobre el escritorio—. Nos hemos divorciado.

El silencio que siguió fue pesado, pero no desagradable. Uno de ellos suspiró, como si estuviera confirmando lo que siempre habían sospechado.

—Si realmente te hubiera querido, nunca te habría mantenido en el anonimato durante todos estos años. Alejarte de él, es lo más valiente que hayas podido hacer.

Cerré los ojos y dejé que las palabras se afianzaran. Por primera vez en años, sentí algo parecido al alivio.

Sí, alejarme de él representaba mi libertad.

Y al otro lado de la ciudad, sabía que Vincent seguía riendo ante su teléfono, continuaba sonriendo por otra mujer, sin darse cuenta de que la firma que escribió esa mañana no era para su imperio, sino para mí. Para el fin de nosotros.
Patuloy na basahin ang aklat na ito nang libre
I-scan ang code upang i-download ang App

Pinakabagong kabanata

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 15

    El embarazo trajo su propio ritmo: náuseas matutinas, antojos a horas imposibles y la incesante determinación de Vincent de estar presente en cada momento. Nunca se quejó. Si yo quería pasta en la madrugada, él aprendía a hacerla. Si me despertaba en medio de la noche, inquieta y con el cuerpo pesado, él me daba masajes en la espalda en círculos hasta que volvía a conciliar el sueño.Nuestra hija se alegró mucho con la noticia. Poniendo sus pequeñas manos sobre mi vientre como si ya pudiera sentir el latido del hermanito o hermanita que llevaba dentro. —Bebé —susurrába ella, y luego se volvía hacia Vincent con los ojos serios—. Papá, cuida de mamá.Y él lo hizo. Todos los días.Hubo momentos en los que lo puse a prueba, medio inconscientemente, esperando ver si se cansaba, si el hombre que yo conocí antes reaparecería con su distanciamiento y frialdad. Pero, en cambio, me sorprendió. Él mismo pintó las paredes del cuarto del bebé, de un azul pálido y un crema cálido, canturreando desaf

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 14

    Medio año pasó con un ritmo extraño. Vincent y yo orbitábamos el uno alrededor del otro como dos planetas, nunca chocando ni soltándonos del todo.Nunca presionó ni exigió nada. En cambio, simplemente se quedó, apareciendo en los momentos adecuados, aprendiendo de mis silencios y de la risa de mi hija.Para diciembre, nuestro frágil acuerdo se había convertido en algo más. Esa Navidad, la primera nevada de la temporada cubrió de escarchas la ciudad. Me encontré cocinando una pequeña cena y poniendo tres lugares en la mesa.Cuando Vincent llegó a la puerta con un árbol bajo un brazo y una sonrisa traviesa en el rostro, no lo despedí.—Quédate —dije, sorprendiéndome a mí misma.La forma en que se iluminaron sus ojos fue como si le hubiera dado el mundo entero. Colgó adornos con mi hija, dejándola sentarse sobre sus hombros para coronar el árbol con una estrella de papel.Su risa llenó el apartamento, y cuando ella lo llamó papá sin dudar, me miró de reojo, esperando una corrección, pero

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 13

    Adentro, todo estaba... a la vista.La sala de estar era cálida y sencilla, la luz del sol se acumulaba en una alfombra de lana que parecía del color de la espuma del mar, el tono exacto que alguna vez le dije que me calmaba.En la encimera de la cocina, había una pila ordenada de mis cuadernos de bocetos favoritos y barras de carboncillo; en el refrigerador, caldos y pan recién hecho, fruta ya lavada, un frasco de aceitunas de la pequeña tienda siciliana a la que solía ir al atardecer. Sin mariscos y sin ajo.El cuarto de mi hija me conmovió.Había estanterías bajas para que ella las pudiera alcanzar por sí misma. Una alfombra con constelaciones pintadas, una lámpara nocturna en forma de estrella que proyectaba una galaxia en el techo, ropa de cama en tonos rosados pálidos y melocotón sin un solo rastro de rojo.En la cómoda, un conejo de peluche blanco, el gemelo del que ella había abrazado en el hospital.En la mesa del comedor, una sola nota escrita con la letra cuidadosa y poco fa

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 12

    Desperté con el suave clic de un monitor y el silencio antiséptico de una habitación de hospital. Tenía la garganta seca y me dolían los pulmones cada vez que respiraba; el humo tiene la costumbre de quedarse dentro de uno incluso después de que se apagan las llamas.Una pequeña y cálida presencia se acurrucó a mi lado, era mi hija. Sus pestañas estaban pegadas por las lágrimas y tenía la mejilla rosada en la parte que había estado recostada contra mi bata.Vincent estaba allí.No en la puerta, ni rondando como un extraño, sino a mi lado de la cama con una paciencia que no se podía fingir. Se había subido las mangas de su camisa blanca hasta los antebrazos.Una taza de agua tibia esperaba sobre la mesa con una fina rodaja de limón flotando como una moneda pálida: sin miel, porque recordaba que no me gustaban las cosas dulces en la mañana.Subió lentamente la cabecera de la cama hasta que el dolor en mi pecho se alivió.—Con calma —dijo, con voz ronca—. Traga con moderación.No me presi

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 11

    Después de la exposición, Vincent no se detuvo. Todos los días, llegaba algo a la villa: flores, libros y juguetes para mi hija. A veces, se paraba del otro lado de la valla de hierro, esperando hasta que ella lo notara.En el momento en que ella corría hacia él con su risa llenando el aire, él se agachaba, imitando cada gesto suyo y sus manos reproducían sus juegos a través de las frías barras.Intenté ignorarlo y recordarme a mí misma los años de indiferencia y traición, pero la forma en que la cara de mi hija se iluminaba cada vez que lo veía... aflojó algo dentro de mí que había estado luchando por mantener sellado.Cuando ella no estaba en casa, él ya no se escondía detrás de regalos o juguetes. Llamaba a la puerta de la entrada, su voz era baja y, de forma inusual, insegura.—Valentina, lo siento.Me negué a dejarlo entrar, pero de alguna manera siempre encontraba la forma de hablar. —Necesito que sepas... que estuve equivocado. Te hice daño de formas que no puedo deshacer. Pero

  • La Hija Secreta del Don   Capítulo 10

    Me había prometido a mí misma que después de la graduación, tendría mi primera exposición individual. Y en ese momento, estaban allí: todos los lienzos colgados, todos los focos ajustados y todas las invitaciones enviadas.Cuando mi amiga me entregó la lista final de invitados, mis ojos se detuvieron en un nombre, Vincent.Por un momento, se me hizo un nudo en la garganta. Pensé que me asustaría, que querría huir y esconderme. Pero, en cambio, no sentí nada agudo, solo una calma silenciosa. Me sorprendí a mí misma. Hace años, la idea de volver a verlo me habría deshecho, pero en ese momento me di cuenta de que finalmente había dejado de aferrarme a él.La galería se llenó rápidamente, el aire vibraba con conversaciones y burbujas de champán. Me moví entre los invitados con una sonrisa, presentando cada obra.Y luego lo sentí antes de verlo, esa presencia familiar que se apremiaba contra mi piel.—Valentina.Su voz me congeló por un instante. Me di la vuelta lentamente, encontrando los

Higit pang Kabanata
Galugarin at basahin ang magagandang nobela
Libreng basahin ang magagandang nobela sa GoodNovel app. I-download ang mga librong gusto mo at basahin kahit saan at anumang oras.
Libreng basahin ang mga aklat sa app
I-scan ang code para mabasa sa App
DMCA.com Protection Status