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Mentiras en el corazón de un mafioso
Mentiras en el corazón de un mafioso
Author: Lía Vallejo

Capítulo 1

Author: Lía Vallejo
El gesto de Mateo —esas cejas marcadas, esa seguridad que solía imponer respeto— hoy solo transmitía fastidio.

Aflojó la corbata, se quitó los gemelos y me miró con esa frialdad que se reserva para las negociaciones complicadas.

—¿Todo esto por unas fotos viejas? —dijo con voz baja, firme, con ese tono que siempre me hacía sentir menos—. Anita, basta ya. No me hagas perder el tiempo.

—No estoy jugando, Mateo —respondí, sin levantar la voz, mirándolo directo a los ojos.

No dijo nada. Solo dio un paso hacia mí.

Su sombra me envolvió, y sentí de nuevo ese peso suyo, tan familiar, tan dominante.

Me tomó del mentón con una mano y me obligó a alzar la cara. Su olor, su calor, su manera de imponerse... todo eso que alguna vez me enamoró volvió a atraparme, silencioso, inevitable.

—Ya, amor —dijo con una sonrisa cansada—. ¿No querías repetir las fotos de boda? Cuando acabe con esto, lo hacemos.

Otra vez la misma historia.

Cada pelea, cada desilusión, terminaba igual: con la misma promesa vacía de siempre. Esa frase que él repetía creyendo que bastaba para arreglarlo todo.

Pero esas fotos nunca llegaban a tomarse.

Aparté su mano con calma y di un paso atrás, marcando distancia.

—No —susurré—. Ya no quiero nada.

Mi voz, serena pero helada, borró de golpe la poca calidez que quedaba en su mirada.

—Anita —su tono se volvió áspero—, mi paciencia tiene un límite. No juegues con esa palabra. No sabes lo que implica un divorcio.

Y sin decir una palabra más, se dio media vuelta y se marchó.

No hubo despedida, ni una sola palabra de arrepentimiento.

Lo vi alejarse hasta que el eco de sus pasos se perdió, y sentí cómo algo dentro de mí también se rompía.

Las fotos reveladas estaban hechas trizas en el suelo, pero la imagen de una de ellas seguía grabada en mi mente.

Así que ella era Elsa Lara... tan linda.

Me tapé la boca para ahogar el llanto, pero las lágrimas salieron igual, una tras otra, hasta empapar mis manos.

El tiempo pasó lento, pesado, hasta que se me secaron los ojos y ya no quedaron fuerzas ni para llorar.

Tomé el celular, busqué el número y marqué.

—Fiona —mi voz temblaba apenas—, necesito que me prepares un acuerdo de divorcio.

Del otro lado hubo un breve silencio.

—¿Divorcio? —preguntó, con preocupación—. Anita, ¿en serio? Tú lo amas tanto... ¿por qué ahora?

—Porque ella volvió —susurré—. Y yo... ya cumplí mi papel.

Fiona guardó silencio unos segundos.

—Dios mío —murmuró al fin—. No puede ser...

No hizo falta que dijera el nombre.

Ella lo comprendió al instante: Elsa, el primer amor de Mateo.

Nunca la conocí, pero su nombre fue una espina que me dolió durante cinco años.

Recordaba con claridad la primera vez que escuché ese nombre.

Era nuestro primer invierno juntos. La noche estaba helada y él insistía en quedarse trabajando en el despacho.

Le llevé una taza de café caliente, abrí la puerta... y me quedé quieta.

Estaba observando una foto antigua, con una ternura que nunca antes le había visto.

Cuando notó mi presencia, guardó la foto con prisa entre unos libros y me miró, visiblemente molesto.

—¿Qué haces aquí?

Me quedé inmóvil, con la taza temblando entre las manos.

—¿Quién era? —pregunté en voz baja.

Tardó en responder. Dudó unos segundos antes de hablar.

—Elsa Lara —dijo al fin, casi en un susurro.

Fue la primera vez que escuché ese nombre...

y también el comienzo de una pesadilla de la que nunca pude escapar.

Esa noche fue la última en que dormí en paz.

Desde entonces, aunque me abrazara, aunque me prometiera el cielo, supe que esa mirada... nunca fue para mí.

Fiona no insistió más. Solo prometió que tendría listos los papeles.

Colgué... Me quedé quieta unos segundos, mirando la nada.

Respiré hondo, intentando no quebrarme.

Mateo, esta vez no voy a quedarme esperando a que vuelvas a mirarme como antes.
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