Capítulo 6

Selene no mostró la menor preocupación, cuando sus afiladas uñas se enredaron en el encaje y sus movimientos bruscos incluso arrancaron varias perlas pequeñas que estaban cosidas en la manga.

—¿Qué estás haciendo? ¡Detente! —exclamé.

Mi corazón se apretó de inmediato, y la furia me subió a la cabeza, por lo que sin pensarlo, di un paso adelante y la empujé con fuerza mientras le decía: —Esto no es algo que puedas tocar. Mi madre diseñó esto. ¡No eres digna de ponerle tus manos encima!

Selene tropezó con el empujón, se tambaleó dos pasos hacia atrás y sus ojos se llenaron de lágrimas de inmediato.

Ella resopló, y mientras miraba a Ethan detrás de mí, dijo con voz temblorosa: —Ethan, nunca antes había visto un vestido de novia tan hermoso. No pude evitarlo. ¿Aria lo habrá malinterpretado?

Selene dirigió tímidamente su mirada hacia mí y luego la bajó rápidamente, como si estuviera aterrada.

—Aria, ¿Ethan te preparó este vestido? ¿Se van a casar? Si es así, solo dímelo. Definitivamente prepararé un regalo de bodas con anticipación y los bendeciré sinceramente.

Ethan se veía un poco avergonzado y, de manera inusual, le habló con frialdad: —Aria es mi futura Luna. ¿Quién se casaría con ella si no lo hago yo?

Selene tragó saliva, mientras que el odio y los celos parpadeaban en sus ojos.

Ella se mordió el labio, y con voz baja, comentó: —Pero recibir el vestido de novia de esta manera, en la oficina de la manada, parece un poco inapropiado, ¿no es así? Parece que está obligándote a casarte con ella.

Un gesto de “ya lo sabía” cruzó el rostro de Ethan mientras me miraba conscientemente.

—Aria, sé que me amas, pero realmente no puede ser esta semana. ¿Qué te parece esto? Te prometo que haremos la Ceremonia de Marcaje el lunes. ¿Está bien?

Selene se apoyó en el costado de Ethan y cuando escuchó “Ceremonia de Marcaje”, el odio y los celos se volvieron a apoderar de su mirada.

Los miré a los dos en su perfecta actuación.

Mi corazón se sentía como si estuviera siendo desgarrado una y otra vez, y el dolor era insoportable, pero al mismo tiempo, una sensación absurda y ridícula se apoderó de mí.

Ya no me molestaba en discutir con ellos, solo me agaché en silencio, queriendo empacar con cuidado el vestido de novia y dejar aquel nauseabundo lugar.

Justo cuando bajé la cabeza para arreglar la falda del vestido, de repente, Selene se acercó a mí y, sonriendo triunfalmente, me habló en un tono solo audible para nosotras: —¿Crees que estas patéticas reliquias de tu difunta madre son suficientes para competir conmigo por Ethan? Tu madre no pudo retener a un hombre en aquel entonces, y la hija que dio a luz es demasiado inútil e indigna. Ella merecía morir joven...

En ese mismo instante, usé toda la fuerza de mi cuerpo y le di una fuerte y sonora bofetada a Selene, la cual gritó y su cabeza se giró hacia un lado por el golpe, pero sus manos me empujaron violentamente hacia atrás.

Sin esperarlo, tropecé hacia atrás con fuerza, y mi espalda baja chocó brutalmente contra el frío borde de una mesa. Inmediatamente, un agudo dolor recorrió mi cuerpo, y mis ojos se nublaron, pero Ethan ni siquiera me miró.

—¡Selene! —exclamó Ethan, y la abrazó inmediatamente.

Al ver la marca roja en su mejilla, él estaba sorprendido y enfadado, por lo que me miró con total decepción y me dijo: —Ella es tu hermana. ¿Cómo pudiste golpearla?

Selene lloró lamentablemente, y pareciendo completamente agraviada, explicó: —Solo estaba tratando de ayudar a Aria a arreglar el vestido de novia. Si no quería que lo tocara, solo tenía que decírmelo. ¿Por qué tenía que tratarme así?

—Estás siendo completamente irrazonable —dijo Ethan y me miró con frialdad.

Después, bajó la cabeza y consoló pacientemente a Selene, diciéndole: —Selene, no tengas miedo, te llevaré al curandero.

Su voz estaba cargada de un nerviosismo y ternura sin precedentes, completamente diferente a la frialdad y dureza con la que me había reprendido antes.

Él la tomó de la mano, se dio la vuelta y se fue sin mirar atrás.

Dejándome sola allí, agarrándome mi dolorosa cintura, mientras observaba el vestido de novia que estaba todo desordenado y la puerta vacía.

En ese momento, me reí en silencio, aunque las lágrimas rodaban por mis mejillas.