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Capítulo 4

Penulis: Stefany
Paula, como si no pudiera mantenerse en pie, se desplomó débilmente en los brazos de Gabriel, y, con lágrimas en los ojos y voz entrecortada, dijo:

—Gabriel, no culpes a Camila, todo es mi culpa. No debí salir así vestida a buscar agua. Pensé que, siendo tan tarde, ella ya estaría dormida. Por eso no me puse la bata. ¿Quién iba a imaginar que justo al abrir la puerta me la encontraría de frente? Cuando vio las marcas en mi cuerpo, empezó a insultarme… dijo que no tenía vergüenza, que una mujer tan indecente como yo no merecía estar contigo.

Con unas pocas frases, había pintado a Camila como una pervertida mental que no dormía por la noche, acechaba en la puerta de su tío para escuchar a escondidas, y que luego, llena de celos, golpeaba a su prometida...

—Está mintiendo, ¡yo no la insulté! —protestó Camila, con los ojos enrojecidos—. Fue ella quien me provocó deliberadamente con lo de mis padres, e incluso... incluso... ¡ llamó loca a mi madre!

Cuando estaba en la escuela primaria, Camila había sido acosada por sus compañeros de clase debido a lo ocurrido con su madre. Los niños la rodeaban, tirándole basura y gritándole: «¡La hija de la loca!» o «La niña enferma como su mamá».

Al final, había sido Gabriel quien había resuelto el asunto. Él sabía perfectamente cuánto le dolía ese tema, por lo que Camila confiaba en que jamás pensaría que mentiría con algo tan delicado.

—¿Qué loca? Camila, ¿de qué estás hablando? —preguntó Paula, mostrando una expresión de desconcierto—. ¿Qué les pasó a tus padres? Solo sé que fallecieron cuando eras muy pequeña, nada más.

Gabriel consoló a Paula con unas palabras suaves, antes de volverse hacia Camila con una mirada fría.

—Camila, nunca pensé que, para difamar a Paula, serías capaz de decir algo así —su voz y su mirada estaba llena de decepción—. ¡Paula no sabe nada! ¡Nunca le he contado sobre tu pasado!

—Si tú no se lo contaste, ¿no podría haberlo buscado ella misma en internet? —protestó Camila con frustración—. No es algo que no se pueda encontrar...

—¡Basta! —la interrumpió Gabriel con frialdad—. ¿Crees que todos son como tú, siempre buscando problemas, siempre con malas intenciones?

Camila se quedó atónita.

¿Malas intenciones? ¿Busca pleitos? ¿Así era como él tío la veía?

En ese momento supo que cualquier explicación era completamente inútil.

—Pídele disculpas a Paula ahora mismo —ordenó Gabriel con rostro severo.

Camila se mordió el labio sin decir nada. No iba a disculparse. Ella no había hecho nada malo. ¡La que debería disculparse era Paula!

—Te he malcriado —la voz de Gabriel se volvió aún más fría—. Pero esta vez no te perdonaré. A partir de hoy, no darás un paso fuera de tu habitación. Te quedarás allí, reflexionando. Cuando hayas recapacitado y estés dispuesta a disculparte, entonces podrás salir.

Desde que era pequeña, Camila siempre había sido la favorecida por su tío. Sin embargo, esa noche él había elegido a otra mujer por encima de ella.

Camila se encerró en su habitación. Se acostó en la cama abrazando sus rodillas, haciéndose un ovillo, pero aún sentía mucho frío.

En ese momento, su teléfono vibró. Era un mensaje del responsable del grupo de experimentación de criogenización

«Señorita Flores, sus resultados médicos están listos. Tras el análisis de nuestro equipo, su período óptimo para la criogenización será entre el 7 y el 21 del próximo mes. Puede elegir cualquier día dentro de ese período según su preferencia.»

El próximo mes era diciembre.

El corazón de Camila volvió a contraerse de dolor. Diciembre...

Permaneció en silencio durante mucho tiempo en la oscuridad, y luego, con manos temblorosas, escribió la fecha que había elegido:

«12 de diciembre.»

El 12 de diciembre era su cumpleaños y también el día en que su tío se casaría con Paula.

No tenía sentido asistir a su boda. Su tío ya estaba harto de ella; si iba, solo sería un estorbo.

Era mejor irse. En silencio. Sin molestar a nadie más.

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