ログインCLAIREEl auto del Capo se abría paso en la oscuridad, y las luces de la calle se quedaban atrás, convertidas en una mancha borrosa. Aaron me tenía abrazada, dándome besos ligeros por toda la mejilla. Cada uno estaba cargado de una ternura que me oprimía el pecho.—Llegué tarde... Perdóname, en serio.Su voz era apenas un murmullo, a punto de quebrarse. Su mirada lo decía todo: amor, preocupación y una vulnerabilidad que casi nunca le mostraba a nadie.Sentí una punzada, una agitación repentina e involuntaria. Levanté la mano y le acaricié la mandíbula con la punta de los dedos.—No te preocupes.Le respondí en voz baja.—En realidad, no me hizo nada.Bajó la mirada y soltó el aire de forma entrecortada.—Fue mi culpa. Te juro que no voy a dejar que nadie te vuelva a hacer daño. Ni un poquito.Luego, apoyó la cara en mi hombro y sentí un ligero estremecimiento en su cuerpo. Me reí sin querer, incrédula.—Qué curioso... A la que lastiman es a mí, pero el que se está cayendo a pedazos er
CLAIRE—Puedes hacer lo que quieras, ver a tus amigos, trabajar, desaparecerte un rato… No te voy a detener. Solo… no me dejes.Su voz tembló de una forma que nunca le había escuchado, un destello de humanidad tras su arrogancia. El auto se llenó de silencio.Por fin, mi cuerpo se relajó, y sus ojos… poco a poco recuperaron esa agudeza que tan bien conocía. Y en ese momento, me di cuenta…Podría destruirme si quisiera. No lo había hecho.Suspiré sin querer antes de rendirme.—¿Cómo supiste que me escapé?Miró el celular que tenía a un lado y sonrió.—Tenía un rastreador.Me dio coraje. Levanté el celular, lista para estrellarlo, pero él solo me observaba en silencio.Tras un largo momento, habló en voz baja, casi arrepentida.—Hasta ahora entiendo lo equivocado que estaba. Te he amado a mi manera, sin pensar en lo que tú querías en serio. Lo siento. Tu amiga tenía razón… aunque te traiga de vuelta, solo tendré a una Claire que no me quiere.Hizo una pausa, y un asomo de inquietud cruzó
CLAIRECuando desperté, el mundo parecía horriblemente tranquilo.Me pesaba la cabeza, mis pensamientos iban y venían, sin poder enfocarlos. La última imagen que recordaba era la de Aaron inclinado sobre mí, presionándome una toalla en la cara. Su olor a químicos se impregnó en mi piel antes de que todo se volviera negro.La habitación era desconocida. Demasiado elegante, demasiado perfecta para ser mía. Unas cortinas color crema se mecían con la brisa, rozando unos muebles de madera que brillaban bajo una luz tenue y calculada. Cada detalle era un susurro de su control. De él.Mis dedos dudaron sobre la perilla, casi esperando que estuviera cerrada con llave. No lo estaba. La puerta cedió sin problema y salí.Me estaba esperando. Sentado en el sofá de la planta baja, como si fuera un día cualquiera.Cuando levantó la mirada, algo indescifrable cruzó por su cara. Luego sonrió, se acercó, bajó la cabeza y me dio un beso en la frente.—Por fin despiertas. Dormiste como una bebé.Un escal
CLAIREMe había mantenido con un perfil bajo, pasando los días en soledad. Este lugar no estaba lejos del territorio de Aaron, pero sí dentro del dominio de la familia Falcone: sus rivales más despiadados.Aquí no le sería fácil encontrarme. Dejar atrás a Aaron y a Vivian fue como quitarme un peso de encima.Ya no tenía que despertar cada mañana pensando en esa gente detestable y en todo lo que habían hecho. Estaba arrepentida. ¿Por qué no lo había hecho antes?Tiré mi viejo chip, compré uno nuevo con un nombre falso y solo mantuve contacto con Bella.—Ni te imaginas. Aaron se ha vuelto loco buscándote. Cambió a varios de sus capos solo porque le fallaron… Y mandó al extranjero a Vivian. Anda de un humor de perros. Nadie se atreve a cometer el más mínimo error.Una sonrisa casi imperceptible asomó en mis labios.—Está aferrado a un amor que solo existe en su cabeza. En cuanto vea la realidad, voy a dejar de importarle.Esa tarde, pasé horas junto al lago. El viento agitaba las hojas de
AARONLo que escuché fue más doloroso que cualquier puñalada que hubiera recibido en mi vida.—Adiós, ex.Luego… el silencio. El zumbido plano de la línea muerta retumbaba en mi oído. Volví a marcar. La línea no daba tono.Ex… La caja del anillo se me clavaba en la palma; bajé la mirada y vi la ligera marca que había dejado en mi piel.Dentro, el diamante rosa atrapó un destello de luz: impecable, único y más grande que el que usaba Vivian. Se lo había comprado a un coleccionista privado, imaginando cómo se lo pondría yo mismo en el dedo a Claire, sellando un nuevo comienzo.Y ahora… me había llamado su ex. Lo decía en serio. Yo ya no era nada para ella.Miré fijamente a Bella; sentí un ardor detrás de los ojos. Mi voz sonó baja, peligrosa… de esas que anuncian que algo está por romperse.—¿Dónde está?Estiré la mano hacia ella, pero me detuve a medio camino. Mis dedos se cerraron en un puño antes de caer a mi costado. Retrocedió, con los ojos muy abiertos, pero desafiantes.—No me dij
CLAIREAaron llevaba días llamándome desde que me invitó a cenar.Cada vez que su nombre iluminaba la pantalla, recordaba los susurros suaves y sugerentes de Vivian esa noche. Dejaba que el celular sonara hasta que la llamada se perdía.Luego llegó un mensaje:Aaron: “Claire, por favor. Sal. Solo quiero verte”.Yo: “Lo siento. Ya no quiero ser la segunda opción de nadie”.Antes, sin importar lo enojada que estuviera, en cuanto me buscaba, aunque fuera un poquito, me secaba las lágrimas, forzaba una sonrisa y corría a sus brazos.Pero todo cambió cuando Vivian regresó. Mientras más aparecía ella, menos paciencia me tenía él, a mí, a nosotros.Dejó de ser el que lo intentaba. Yo siempre era la que se disculpaba, la que pedía quedarse. Ahora que lo pienso, no soporto a la mujer que era antes.Esta vez lo único que quería era una última cena el día 19, la noche antes de irme, para cerrar el ciclo.Esa tarde, me ondulé el cabello con las mismas ondas suaves que había llevado cinco años atrá