Share

Capítulo 02

Penulis: Juliana
Me sentía tan mal que dormí toda la tarde y parte de la noche sin darme cuenta, hasta que Leandro regresó y encendió la luz del dormitorio.

—Vanesa, ¿por qué me bloqueaste? —me preguntó con el rostro serio.

No respondí. Me sentía agotada, sin fuerza ni para discutir.

Se acercó con frialdad y metió su mano helada bajo mi pijama, contra mi vientre. Sentí un dolor agudo recorrerme el cuerpo.

—Deja de hacer berrinches —masculló—. Ya te dije que Clarisa y yo solo tenemos una relación profesional. Solo quise ayudarla porque está pasando un mal momento.

El dolor en mi abdomen aumentaba, pero ya no tenía energía para pelear.

—Ya, no te pongas así. Admito que ayer me equivoqué, pero voy a cambiar, ¿de acuerdo?

Sus promesas vacías las había escuchado tantas veces que ya no significaban nada. Sentí un nudo en la garganta.

Viendo mi palidez, se ofreció a prepararme té de jengibre.

—¿Te vino? Siempre te pasa igual, no te cuidas. Voy a hacerte el té de jengibre. Yo sí me preocupo por ti, aunque solo me hagas enojar.

Ese «cariño» que lanzaba como si me estuviera haciendo un favor me dejó helada. Una mujer embarazada no tiene la menstruación. Aquello no hacía más que confirmar que jamás me había prestado verdadera atención.

Mientras él estaba en la cocina, su celular vibró sobre la mesita con un mensaje de Clarisa.

Desvié la mirada, y me incliné para alcanzar mi taza de té, pero él regresó de golpe y tomó el celular con rapidez. Y, en su torpeza, la volcó, logrando que la bebida hirviendo cayera sobre mi mano, provocándome una quemadura de inmediato.

—¿Qué te pasa? Ya te dije que entre Clarisa y yo no hay nada, ¡y ahora resulta que me revisas el celular! Eres una paranoica.

—Solo quería tomar agua —repuse, mirándolo con frialdad.

Se quedó congelado por un instante, y luego intentó suavizar su tono:

—Ven, dame la mano, te la voy a curar.

Me sujetó la mano con cuidado, soplándola como si de verdad le importara.

—Soy tu esposo. Si tú no confías en mí, ¿quién lo hará? Lo más importante en una pareja es la confianza.

—¿De verdad crees eso? —pregunté, mirándolo directo a los ojos.

—Claro que sí. El bebé ya está más grande, ¿verdad? Ya debería estar fuera de peligro.

A pesar de que había hecho la pregunta con frialdad, él no mostró ni una señal de culpa, y se inclinó para besarme. Giré el rostro, evitándolo. Su expresión mostró disgusto, pero no dijo nada.

En ese momento, alguien llamó a la puerta.

Era Clarisa, vestida con un camisón de encaje demasiado revelador. Tenía el cabello suelto, desordenado y los ojos hinchados como si hubiera estad llorando.

Leandro se tensó. Dio un paso, pero, al verme, lo pensó mejor.

—¿Qué haces aquí a esta hora? —preguntó con fingida seriedad.

—¿Cómo sabe ella el código de la puerta? —pregunté, observándolo con frialdad.

—Cuando manejé su caso, vino a dejar unos papeles y yo no estaba. Le dije que entrara sola —se excusó Leandro.

Clarisa se abrazó a sí misma, fingiendo vulnerabilidad.

—Perdón, Vanesa. Se fue la luz en mi casa y me dio miedo... No quise molestarlos —murmuró, mientras Leandro le colocaba una chaqueta sobre los hombros, mirándola con ternura.

Leandro le colocó una chaqueta sobre los hombros con una mirada cargada de ternura.

Lanjutkan membaca buku ini secara gratis
Pindai kode untuk mengunduh Aplikasi

Bab terbaru

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 11

    Después de aquel escándalo, la relación entre Leandro y Clarisa se vino abajo.Leandro comenzó a tratarla con una frialdad que helaba la sangre.Hasta que un día, Clarisa lo engañó con otro hombre. Fue tan intenso el encuentro que terminó perdiendo al bebé.Cuando Leandro se enteró, estalló en cólera y la golpeó hasta enviarla de madrugada al hospital.Clarisa, entre risas desquiciadas, soltó:—Podés matarme si querés, igual sigo siendo la esposa del dueño de Monteverde. ¿No te da miedo que todo esto salga a la luz? A mí no.Los ojos de Leandro ardían de rabia.—¡Sos una basura! ¡Tenés familia y aun así te metés con otro! ¿No te da asco?Clarisa soltó una carcajada irónica:—¿Y no fue así como me conquistaste vos?Leandro se desplomó en una silla. Tapó su rostro con las manos. Las lágrimas se colaban entre sus dedos.Intentó divorciarse de Clarisa, pero ella se negó rotundamente.—¡Si te atrevés a dejarme, cuento todo!Clarisa se volvió aún más descarada. Incluso llevó a otro hombre a

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 10

    Él me abrazó con fuerza. Sentí un escalofrío en el cuello.Leandro estaba llorando.Su voz temblaba:—Vane, por favor, dame otra oportunidad. No me dejes. No quiero separarme de vos... te lo ruego, no me abandones.Amar es fácil. Dejar de amar también. Lo difícil es coincidir en el amor.Desprendí sus manos con fuerza y lo miré directo a los ojos, esos ojos humedecidos que un día adoré.—Si de verdad querés que esté bien, firmá el divorcio.Leandro se quedó ahí, viendo cómo me alejaba, con el corazón apretado, sin poder respirar del dolor.Leandro terminó firmando. Lo conocía demasiado bien. Él, un abogado tan orgulloso, no iba a permitir que este escándalo se hiciera público.Al frente de la empresa, cada vez me desenvolvía mejor. Empecé a dominar los asuntos internos con soltura.Un día, mientras revisaba documentos tras tres días sin parar, una taza de leche caliente apareció en mi escritorio. Era Tomás Herrera.—Vanesa, debería cuidar su salud. Descanse un poco.Me froté el cuello

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 09

    —Firmalo de una vez. Es lo mejor para vos, para mí... y para Clarisa.Tomás, antes de irse, no perdió la oportunidad de soltar una última puñalada:—Clarisa, cuando quieras, intercambiamos experiencia para ser la amante perfecta.Mientras nos alejábamos, Leandro se puso nervioso y vino corriendo detrás.—Vane, hablemos en serio, por favor.Lo miré con tranquilidad.—¿Vos creés que todavía hay algo que podamos hablar, Leandro Rivera?Se plantó frente a mí, decidido. Guardó silencio unos segundos antes de hablar:—Sé que estuve mal. No supe manejar las cosas. Te hice daño... Lo del bebé... —hizo una pausa—. Lo siento. De verdad lo siento. Pero podemos tener otro hijo. Podemos volver a ser como antes. No nos divorciemos.Lo miré. Hacía años que no lo veía tan sincero. Tal vez porque durante mucho tiempo, la sinceridad había desaparecido de nuestra relación. Solo quedaban excusas y silencios.—Ya es tarde.Lo aparté suavemente y entré al salón donde me esperaba la reunión.Leandro se quedó

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 08

    La puerta del ascensor se abrió y ahí estaban Leandro y Clarisa.En cuanto me vio, los ojos de Leandro brillaron un segundo, pero al notar a Tomás detrás de mí, su expresión se oscureció.—Vane, ¿quién es él?Miré a la mujer a su lado y respondí con una sonrisa cargada de ironía:—¿Vos qué pensás?Clarisa, al cruzarse con mi mirada, se encogió ligeramente. Viejos recuerdos incómodos seguramente le cruzaron la mente.Leandro frunció el ceño. Algo en mis palabras pareció hacerle clic.—Lo del bebé fue mi error, lo sé, lo admito. Pero Clarisa no tuvo nada que ver, si estás enojada, descargate conmigo.Lo miré con frialdad.—No olvides lo que te dije, Leandro. Mañana es el último día.Pasé junto a él sin detenerme y caminé con Tomás hacia el salón reservado.Leandro notó la firmeza en mi tono y se apresuró a alcanzarme. Extendió el brazo para detenerme, pero Tomás se interpuso con rapidez.Su mano quedó en el aire. Leandro apretó los dientes.—¿Y a vos qué carajo te importa? ¡Quítate del m

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 07

    La noticia se apagó rápidamente. No tenía que adivinar para saber quién había movido los hilos.Leandro no respondió en todo ese tiempo. Justo cuando estaba por iniciar un proceso legal, apareció.Se presentó en la puerta de mi casa, con el ceño fruncido, el rostro cargado de una furia contenida que me pareció casi ridícula.—Vanesa Duarte, ¿qué pretendés? ¿Te parece gracioso jugar con algo tan serio como un hijo?Miré esa cara tan familiar, y al mismo tiempo tan desconocida. ¿Cuándo fue que Leandro se volvió un extraño para mí? Tal vez nunca lo conocí del todo.A sus ojos, todo lo que hice fue drama, capricho, manipulación.—Busquemos un lugar más apropiado para hablar.Fuimos a un restaurante cercano, pedimos un privado. Allí, Leandro no apartaba los ojos de mí.—Vanesa, quiero una respuesta. Necesito saber qué está pasando.Lo miré también, con calma, como si ya no me afectara su voz. Sonreí con una tristeza contenida.—Ya te la di. Pero si necesitás oírlo otra vez: nuestro hijo ya

  • Nunca es tarde para arrepentirse del amor   Capítulo 06

    Desde aquella última llamada, no supe nada más de Leandro.Fue al contratar un investigador privado que supe que había sido detenido por conducir ebrio.Yo, recién salida de una pérdida, aún recuperándome físicamente, me quedé en casa sin hacer mucho, intentando sanar.Un día, mi mejor amiga me invitó a su nueva bodega para distraerme un poco.—Te lo dije desde el principio —me decía con esa voz de "yo tenía razón"—. Ese Leandro, con esas cejas caídas y cara de amargado, no era para vos ni aunque corriera diez vueltas con ventaja. En fin, olvidalo. Tengo un nuevo chiquito que te va a encantar. Te doy su número, ¿sí?Sus palabras me hicieron sonreír por primera vez en mucho tiempo.De pronto, vi una silueta familiar entre la gente.Clarisa también me vio. Su mirada era una mezcla de burla y triunfo mientras se acercaba contoneándose.—¡Mirá quién está acá! Vane, no sabés cuánto te ha buscado Leandro. Pobrecito, desesperado. Pero vos... usar al bebé como ficha fue lo peor. Ahora solo log

Bab Lainnya
Jelajahi dan baca novel bagus secara gratis
Akses gratis ke berbagai novel bagus di aplikasi GoodNovel. Unduh buku yang kamu suka dan baca di mana saja & kapan saja.
Baca buku gratis di Aplikasi
Pindai kode untuk membaca di Aplikasi
DMCA.com Protection Status