Capítulo 1

Después de tantos años al lado del Alfa Kade, pensé que la ceremonia de unión que tanto había anhelado por fin se haría realidad.

Pero cuando el enlace mental de Chloe irrumpió en mis barreras mentales, descubrí que no era más que un reemplazo.

—¡La manada no habla de otra cosa! No puedo creer que mi hermano, siendo tan insensible, encontró a su compañera destinada y ni siquiera le dijo a nadie.

La mano con la que sostenía mi daga de plata tembló. El problema era que ella estaba hablando de mí. Su hermano, Kade, el Alfa de la manada Luna Negra, y yo habíamos sido compañeros en secreto durante cuatro años.

Al principio, nunca le conté a Chloe sobre nuestra relación secreta. En parte por nuestra amistad, y también porque Kade y yo nos habíamos marcado en secreto después de que él alcanzó la mayoría de edad y se convirtió en el Alfa.

Nunca imaginé que, en cuanto asegurara su posición, reclamaría públicamente a otra loba. El pensamiento me arrancó una sonrisa amarga.

—¿Él te lo contó?

—Claro que no.

La voz mental de Chloe chispeaba de emoción.

—Su pareja acaba de regresar hoy a la manada del mundo humano. Le organizó una ceremonia de bienvenida enorme en el Consejo de los Sabios…

La interrumpí.

—¿Estás segura de que no entendiste mal?

—¿Cómo podría ser un malentendido? Mi hermano se hace el serio e inalcanzable con todo el mundo, pero esta noche él mismo se peleó con un retador de otra manada por ella y luego le regaló un collar de piedra lunar carísimo.

Chloe seguía parloteando a través de nuestro enlace mental, pero yo ya no podía escuchar nada. Mi loba aullaba inquieta dentro de mí, un sonido lastimero que no podía reprimir. Incluso empecé a preguntarme si me estaba volviendo loca.

Me obligué a calmarme, intentando serenar mis pensamientos mientras preguntaba con indiferencia fingida:

—¿Hace cuánto que están juntos?

—Eso sí no sé. Pero por lo que veo, está bastante obsesionado con ella. ¿Sabes? En serio nunca pensé que mi hermano pudiera ser tan devoto. Ha estado tras ella desde que era un adolescente. Hasta estuvo dispuesto a renunciar a su derecho a ser el Alfa por ella. ¿Y adivina qué pasó? La bonita estaba enamorada de otro, un mestizo, y lo siguió al mundo humano. El lobo de Kade se puso como loco por un buen tiempo después de eso. Tiempo después, la loba fue atacada por cazadores en el mundo humano. En cuanto se enteró, fue a buscarla esa misma noche. Todo el asunto casi provocó pánico en toda la comunidad de hombres lobo de Norteamérica… Todo esto me lo contó mi madre tiempo después. Siempre tuve mucha curiosidad por saber quién era esa chica. La chica que lo tuvo obsesionado por tantos años… y cuando por fin la vi hoy en persona, no vas a adivinar de qué me di cuenta.

Tras un momento de silencio, apenas logré articular la palabra.

—¿Qué?

—¡Se parece muchísimo a ti! Sobre todo en los ojos.

Cada palabra me atravesaba el alma, haciendo que mi loba aullara de agonía. Una terrible sospecha comenzó a arraigarse en mi corazón. Un pavor me recorrió el cuerpo, dejándome sin aliento.

Recordé el día en que Kade asumió su lugar como Alfa. Se había emborrachado hasta perder el conocimiento en la celebración de luna llena de la manada.

Chloe estaba patrullando la frontera y me pidió que fuera por él. Logré llevarlo de regreso a la guarida del Alfa, pero en cuanto entramos por la puerta, me besó.

Su cuerpo ardía como un horno, sus movimientos eran posesivos y bruscos, sin dejarme escapatoria. El aroma único de un joven Alfa, una mezcla de cedro y whisky, me envolvió. Ese aroma peligroso y masculino nubló mi mente, y mi loba luchaba por tomar el control.

Pero mi torpe respuesta provocó que se riera.

—¿Primera vez, lobita?

Volví en mí y lo aparté de un empujón.

—Ven. Mírame.

A Kade no pareció importarle. Acortó la distancia con una sonrisa pícara, su cuerpo caliente presionando el mío.

—Estoy sobrio, mi guerrera. Y tu loba está aullando por mí.

Eso fue todo. Ya fuera como guerrera de la manada o como la mejor amiga de su hermana, yo había pensado que mi amor por él estaba oculto, que nadie podía notarlo.

Pero el tono de Kade era totalmente seguro. Había visto a través de mí. Bajé la mirada, avergonzada e indignada.

—No, no es cierto…

—No lo niegues tan rápido, lobita…

Kade me levantó el mentón con naturalidad. En el momento en que nuestras miradas se encontraron, vi los ojos del joven Alfa, tan brillantes como las estrellas en una noche de luna.

—¿No lo sabes? Tus lindos ojos nunca mienten. Te doy una última oportunidad. Puedes alejarme…

El olor a alcohol atacó la poca razón que me quedaba. Extrañamente, mi corazón, antes frenético, se calmó. Con audacia, encontré la mirada del joven Alfa y pegué mis labios a los suyos.

Kade me sujetó la nuca, sin dejar lugar a negativas, y se inclinó para besarme profundamente. Poco a poco me perdí en ese beso posesivo, mis instintos de loba rindiéndose.

Esa fue la noche en que nos marcamos. Kade fue una bestia incansable, reclamándome en una noche de entrega salvaje.

En la cima de nuestra pasión, se inclinó y me besó los párpados.

—Buena chica, abre los ojos y mírame. Tus ojos… son tan…

No escuché el resto. En la confusión del momento, supuse que iba a decir que eran hermosos.

Ahora lo entendía. Esa noche, no había dicho “tan hermosos”. Había dicho: “tan parecidos a los de ella”.

Se había emborrachado hasta la inconsciencia porque la mujer que idealizaba, el amor de su vida, había dejado la manada por un humano.

Nuestra noche juntos no fue más que un impulso de borracho. Incluso su necesidad obsesiva de mirarme a los ojos mientras hacíamos el amor… todo era porque la estaba viendo a ella.

Las lágrimas que había estado conteniendo por fin brotaron. Traté desesperadamente de ahogar mis sollozos y corté el enlace mental.