Share

Capítulo 2

Author: Luna Roja
El plato frente a mí era una montaña de comida, pero yo tenía la mirada perdida en la muñeca que Nicolás dejó al descubierto al arremangarse la camisa.

«¿De quién será esa liga para el pelo?».

La náusea que me revolvía el estómago me había quitado el apetito.

Que alguien se preocupe en servirte no significa que te ame.

Que alguien recuerde cada aniversario durante diez años no significa que te ame.

Que alguien ni siquiera se quite el anillo de bodas para bañarse no significa que te ame.

Supongo que tenía que darle las gracias a Nicolás. Todo esto me lo enseñó él.

***

Amigos desde la infancia, un amor de juventud, incluso la unión perfecta entre nuestras familias. Pero nada de eso era sobre mí. Esa era la historia de Nicolás y mi hermana, Ivanna Montes.

Incluso antes de entender bien qué era el amor, yo ya sabía que la familia Montes y la familia Serrano planeaban unir lazos. Vi muchas veces cómo se sonrojaba mi hermana cuando salía con él. También vi cómo el famoso y arrogante Nicolás se volvía dócil y callado solo frente a ella. Si no, en mi ingenua adolescencia, ¿por qué otra razón habría guardado en silencio la colección de discos que había juntado especialmente para él?

En esa dinámica de tres, yo era solo la sombra de mi hermana. Cuando su romance estaba en pleno apogeo, ¿qué lugar quedaba para mí?

Todo cambió el año en que Ivanna cumplió veinte.

Mi hermana, siempre tan propia y tranquila, se escapó de su propia fiesta de compromiso y murió en el accidente de avión que tomó.

Poco después, su diario salió a la luz. Y con él, la crisis y las verdades incómodas que enfrentaba la familia Montes quedaron expuestas, sin nada que las cubriera.

Resultó que su timidez era una actuación; en contra de su voluntad, no era más que una pieza en el juego de mis padres. Detrás de la alianza matrimonial no había un amor perfecto, solo los turbios intereses de ellos. La única vez que decidió por sí misma, le costó la vida.

Me convertí en la última esperanza de la familia, y tuve que comprometerme y casarme a toda prisa. El objetivo era doble: salvar el honor de la familia Serrano y evitar la inminente bancarrota de la nuestra.

Todo fue tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de procesar si sentía más tristeza o alegría. Aun siendo un reemplazo, me estaba casando con el hombre del que estuve enamorada en mi adolescencia.

Pero al intercambiar los anillos, la única con el corazón acelerado era yo.

Incluso en el momento de besar a la novia, Nicolás apenas rozó mis labios y me susurró una frase que nos perseguiría durante años.

—Si no querías, ¿por qué lo haces?

En ese entonces, habíamos hecho un pacto: un acuerdo de conveniencia. Pero después de diez años de matrimonio, fui yo la que se confundió. Él cumplía con todo a la perfección, me lo daba todo, pero seguía sin amarme.

***

La cena terminó pasada la medianoche. No sabía si era el alcohol o un simple dolor de cabeza lo que me estaba matando. Desde que subí al carro, me quedé medio dormida.

Entre sueños, escuché a Nicolás hablando por el altavoz, coqueteando con otra chica. Eran las mismas frases de siempre. Él no se cansaba de decirlas, pero yo ya estaba harta de escucharlas.

Durante una pausa en la conversación, sentí que me tocó la frente. De repente, el carro frenó en seco y me pareció escucharlo soltar una maldición.

—Carajo, ¿por qué no dijiste que tenías fiebre?

Colgó y sentí cómo me cubría torpemente con su saco. Creo que lo escuché llamarme por mi apodo, Cami.

Seguramente estaba delirando por la fiebre. Sonrió amargamente.

Él siempre me llamaba Camila, como si temiera que, al decir mi apodo una sola vez, yo pudiera ilusionarme y pensar que la hija de los Montes con la que siempre quiso casarse era yo, y no mi hermana.

Quizás cuando uno está enfermo se vuelve más frágil, pero también más lúcido.

Estaba cansada. Un hartazgo de él, de este amor sin respuesta.

El carro volvió a ponerse en marcha. La velocidad y la sensación de ingravidez me impedían saber si íbamos rápido o lento. Me pareció que no dejaba de contestar llamadas. Escuché fragmentos: "ya casi", "el doctor", "todo va a estar bien".

O quizás solo era mi imaginación.

El carro se detuvo de nuevo.

Con mucho esfuerzo, levanté la cabeza y lo vi quitarse el cinturón de seguridad y bajar de un salto. Corrió hacia una figura delgada que esperaba en la entrada del hospital.

Vi cómo Aitana se refugiaba en su abrazo, y él la envolvía con fuerza. De pronto, las palabras sueltas que había escuchado en el carro cobraron sentido.

—Espérame, no hagas una locura. Ya casi llego. Tranquila, todo va a estar bien.

Cada una de esas palabras era para ella. A pesar de la distancia, escuché sus sollozos lastimeros y también las palabras con las que él la consolaba.

—¿Cómo crees que voy a dejar que te hagas daño? Ya, tranquila. No vamos a terminar, ¿sí? Y lo del bebé lo hablamos con calma.

El dolor me revolvió los pensamientos y desenterró un recuerdo que había guardado en lo más profundo de mi ser.

De hecho, estuve embarazada a los seis meses de casarnos.

***

En ese entonces, vivía con un cuidado extremo en la casa de los Serrano, mientras intentaba resolver los problemas de mi propia familia.

Para cuando me di cuenta, ya era tarde. Había perdido al bebé.
Patuloy na basahin ang aklat na ito nang libre
I-scan ang code upang i-download ang App

Pinakabagong kabanata

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 10

    De vez en cuando, me encontraba con alguna de ellas. Una le pasaba el brazo por los hombros a la otra para presentarme.—Ah, mira, la exesposa de Nicolás... aunque, la verdad, siempre pareciste más su asistente.Sonreí, tratando de disimular la incomodidad.—¿Por qué lo dices?—Es que nunca había visto a una esposa rogarle a la amante que pidiera más dinero por la separación. En serio, qué considerada.Las dos se rieron. Por dentro, me sentía en paz. Por fin podía volver a verlas sin que se me llenaran los ojos de lágrimas.Aunque también sentía un poco de melancolía. Era una lástima lo que había pasado con esa chica, Aitana.***Fui a recoger un café que había pedido para llevar cuando alguien me llamó. Una silla de ruedas se acercaba lentamente, y me encontré con la mirada de Nicolás.Empezaba a hacer calor y llevaba el cuello de la camisa desabotonado, el área de sus piernas seguía cubierta con una manta delgada. Quizá notó hacia dónde estaba mirando, porque la acomodó con un gesto

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 9

    Desde que tengo memoria, he vivido a la sombra de Ivanna. Como si yo fuera su reflejo, pero uno imperfecto y borroso.Evité su mirada y estiré la mano para arroparlo mejor.Pero mi mano se quedó suspendida en su trayecto. El hueco bajo la manta me dejó un vacío en el pecho. Él sonrió, pero fue una sonrisa incómoda y sin alegría.—Bueno, se me acabaron las andadas, ¿no crees?Lo miré, sintiendo cómo la sangre me subía a la cabeza.—¿Estás loco? ¡Llevabas a Aitana en el carro! ¿Por qué ibas tan rápido?Su mano, que descansaba sobre las sábanas, temblaba ligeramente. Intentó curvar los labios en una sonrisa, pero ya no había rastro de ligereza en su gesto.—Por un momento, pensé que eras tú…***Ese día había ido a negociar con Aitana. Llevaba más de dos semanas sumido en el caos, atormentado por sus propios fantasmas hasta el punto de la locura.Sabía que sus padres querían que conservara a ese bebé, por muy vergonzoso que fuera.Se quedó un buen rato en la puerta, pensando las opciones

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 8

    Esa noche regresó de madrugada, impregnado de perfume y alcohol.Cuando, con el corazón en un puño, le entregué la propuesta de inversión que mi padre me había pedido que le diera, la aversión en su mirada fue como una bestia salvaje a punto de devorarme.No recuerdo cómo terminé en el sofá, ni en qué momento me arrancó la ropa. El resto se perdió en fragmentos confusos en mi memoria. La noche se convirtió en una pesadilla de agresividad y sollozos ahogados por el dolor.Lo que pareció traerlo de vuelta a la realidad fue la sangre que no dejaba de brotar, manchando la alfombra.Pasó menos de medio día entre que supimos que tendríamos un hijo y que lo perdimos.—Escuché todo lo que dijo el doctor. Y también sé que lo amenazaste para que me contara otra cosa.Abrí la boca para responder, pero al ver la expresión indescifrable en su cara, se me quitaron las ganas de seguir hablando.—A lo mejor alguna vez sí nos quisimos. Pero se nos pasó el tiempo. Ahora, cuando miro atrás, solo encuentr

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 7

    —Les digo a todas "tus ex", aunque hayan aparecido mientras estábamos casados. Pero ninguna de ellas fue la que destruyó mi matrimonio. El único que me ha estado consumiendo, desde el principio, eres tú.Todas fueron pasajeras, tan fugaces como el agua que corre.Llegué a pensar que al menos ellas eran mejores que yo, que de alguna forma habían dejado una marca en el corazón de Nicolás.Pero al ver su mirada cada vez más perdida, de pronto sentí una lástima infinita por todas ellas.—¿No te acuerdas? Esta de aquí te gustaba más. Estuvieron juntos más de un año. Hasta vino a buscarte vestida de novia para que no la dejaras. Y esta otra… ¿te acuerdas? Mis papás los vieron juntos y te reclamaron. Por ella, le cortaste varios préstamos del banco a la familia Montes.Quizá fue porque, en estos diez años, mis padres me habían hecho tantas exigencias absurdas, a veces de frente y otras por debajo del agua.Al volver a pensar en ellos, ya no sentía gran cosa. A Nicolás, en cambio, le empezaron

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 6

    La sensación de lejanía volvió a invadirme. Levanté la vista lentamente hacia él.—Ivanna lo sabía todo. Sabía lo mucho que me gustabas en ese entonces. ¿Te acuerdas de mi primera exposición? La que nunca se concretó. Toda la galería estaba llena de cuadros tuyos.Sonreí con amargura.—Como no quería que mi hermana se sintiera mal, hasta colgué un par de retratos de ella para disimular. Se suponía que era mi regalo por su primer aniversario.Estuve tres meses preparándola. Al final, con el corazón en un puño, dejé el boleto en el cajón de mi hermana. En cuanto bajé las escaleras, el ambiente festivo me golpeó de lleno.Al día siguiente, fue su fiesta de compromiso.***El lenguaje de un pincel nunca miente.Ivanna seguro había visto muchas veces el caballete que yo siempre mantenía cubierto con una tela blanca. Podía ver la devoción con la que pintaba a Nicolás, todos esos sentimientos que no me atrevía a confesar.Ahora que todo había salido a la luz, por fin podía ver el pasado con o

  • Todas las Flores que No Fui   Capítulo 5

    Nicolás reaccionó y retiró la mano bruscamente. Hizo un gesto con la mano, como si estuviera perdiendo la paciencia.—Ya vete. Habla con mi asistente para lo que pediste.En cuanto hizo el gesto, los hombres que lo acompañaban se movieron para tomar a Fernando y sacarlo. Di dos pasos rápidos hacia ellos.—Esperen. ¿A qué te referías con eso?Nicolás se interpuso, sujetándome los hombros con una fuerza abrumadora.—No es nada. Vámonos a casa.Logré soltarme con un tirón y corrí hasta alcanzar a Fernando, agarrándolo de la solapa.—¿Quieres dinero? ¿Eso es? Te lo doy, pero explícame lo que acabas de decir.El corazón me latía desbocado. Un pánico que nunca antes había sentido me robaba el aliento, volviendo mi respiración un caos.Fernando ya se había librado de los hombres que lo sujetaban. Con toda la calma del mundo, su mirada pasó por encima de mí y se fijó en Nicolás.—¿Sabes? El mes pasado, mientras esperaba como idiota esa inversión tuya que nunca llegó, creo que entendí muchas co

Higit pang Kabanata
Galugarin at basahin ang magagandang nobela
Libreng basahin ang magagandang nobela sa GoodNovel app. I-download ang mga librong gusto mo at basahin kahit saan at anumang oras.
Libreng basahin ang mga aklat sa app
I-scan ang code para mabasa sa App
DMCA.com Protection Status