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Traición Silenciosa
Traición Silenciosa
Author: Caracol

Capítulo 1

Author: Caracol
Cuando Emilio Herrera llevó a Carolina Torres a casa, solo me dijo una frase:

—Carolina acaba de regresar y no encontró un lugar donde quedarse. Le dije que viniera a vivir aquí unos días.

Me quedé un poco desconcertada. Aunque dijo que solo sería por unos días, era la primera vez que Emilio traía a una amiga a casa, y además era mujer.

Estaba por decir algo cuando escuché la voz de su lobo, lleno de dudas:

—Emilio, ¿por qué le mientes a Lucía? Tú bien sabes que quieres que Carolina se quede a vivir aquí mucho tiempo. Y además, los lobos afuera estaban diciendo que ella es tu Luna, ¿por qué no lo negaste?

No sé qué le respondió Emilio, pero su lobo de repente soltó un grito desgarrador:

—¿Y la ceremonia de apareamiento dentro de tres días? ¿No ibas a proponerle a Lucía? ¿Por qué de repente la cambiaste por Carolina?

Sentí como si un rayo me hubiera partido en dos; me quedé completamente paralizada.

Aunque soy una Omega sin loba, tengo la habilidad secreta de escuchar la voz del lobo de mi Alfa. Nunca se lo había contado a nadie.

Gracias a ese don, siempre me llevé bien con Emilio, que solía ser tan callado.

Su lobo es muy vivaz, y a través de sus charlas con él, yo sabía lo que Emilio quería, lo que le gustaba.

De su lobo también supe que Emilio me amaba, y que estaba preparando en secreto una gran ceremonia de pareja para mí.

Escuché claramente la fecha, los detalles de la propuesta, todo.

Pero yo fingía no saber nada, conteniendo la emoción en mi pecho, esperando con ansias que llegara ese día.

¿Y ahora su lobo dice que la ceremonia de apareamiento ya no me pertenece?

Respiré hondo, obligándome a mantener la voz firme, y pregunté con cautela:

—Si solo es por unos días, ¿quieres que prepare un cuarto de huéspedes?

Emilio guardó silencio dos segundos antes de responder:

—Carolina está embarazada, no puede quedarse en un cuarto cualquiera. En toda la casa, tu habitación es la que tiene mejor luz y ventilación. Muévete tú, deja que ella se quede ahí unos días.

Carolina Torres se abrazó la barriga y asomó la cabeza detrás de Emilio, con los ojos rojos como si acabara de llorar:

—Lucía, mi pareja murió… Emilio solo me acogió por compasión. No lo malinterpretes, por favor.

No respondí, porque el lobo de Emilio estaba rugiendo con furia:

—¿Qué pareja murió? ¡Si Carolina siempre ha estado soltera! Emilio, ¿qué hiciste durante el mes que me mantuviste sellado? Ese cachorro que lleva en el vientre… ¿no será tuyo, verdad?

Mis piernas flaquearon, tuve que sostenerme fuerte del respaldo de la silla para no caerme.

Instintivamente me llevé la mano al vientre. Esa misma mañana, el médico me había dicho, radiante de alegría, que yo esperaba gemelos, un cachorro y una cachorra.

Esa buena noticia pensaba dársela a Emilio el día de la ceremonia, cuando me reconociera como su pareja.

Pero ahora, ya no parecía tener sentido.

Bajé la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.

—No importa. Ahora mismo recojo mis cosas. De aquí en adelante, puedes quedarte en mi habitación.

Carolina me siguió al dormitorio. Tocaba todo con curiosidad, con una expresión de envidia en el rostro:

—Qué lindos adornos, todos… se nota que alegran el corazón.

Forcé una sonrisa amarga. Cada uno de esos objetos me lo había regalado Emilio; yo los valoraba con el alma y nunca permitía que nadie los tocara.

Me disponía a guardarlos cuando escuché a Emilio detrás de mí:

—Lucía, no es necesario que guardes esas cosas. Déjalas ahí, que Carolina juegue con ellas unos días.

Me quedé petrificada. Al mismo tiempo, su lobo soltó una risa sarcástica:

—¿Tan rápido les entregas a tu nueva favorita los regalos que eran para tu antigua amada? ¿No temes que Lucía se enfade?

Cerré los ojos con fuerza, dejando que las lágrimas rodaran por mis mejillas.

—Está bien. Si a Carolina le gustan, entonces esos adornos son para ella.

Si eran cosas que él quería regalarle a otra, yo ya no las quería.
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