Share

Capítulo 6

Penulis: Valeria Montes
Nadia palideció, con visible incredulidad. Resultó que todo había sido una trampa calculada de Sía, pero al instante lo entendió. Si no fuera un teatro bien preparado, ella no habría dejado la puerta entreabierta y no habría gemido como lo hizo, sin ninguna preocupación. Mientras la escuchaba, Nadia movió los dedos y activó la grabación del celular.

Sía se le acercó riendo maliciosa, hasta rozar la oreja de Nadia.

—¿Sabes qué? Todo lo que te pertenece terminará en mis manos: tus padres, tu hermano, tu prometido y también… tu queridito esposo. —Se burló de Nadia con risitas arrogantes y luego con más mofa—. Quiero que veas cómo obtendré con facilidad todo lo que a ti te costó mucho. Sigues siendo la misma basura que puedo pisotear cuando me plazca.

En ese momento, Nadia recordó los gemidos de Sía, y las imaginaciones sobre las vergonzosas escenas se apoderaron de su mente. Recordó también esas hirientes palabras que Carlos había pronunciado en el hospital… Si él la amaba tanto y se ofreció a sacrificar su propia felicidad, ¿qué significaba ella, su esposa, para él en ese matrimonio de tres años?

Sentía un dolor sofocante. Una ola de ira la atacó y le dio el impulso de darle a Sía una cachetada. Pero apenas sus dedos rozaron la mejilla de Sía, un grito agudo resonó, seguido del estrépito de un cuerpo rodando escaleras abajo.

Ella se quedó paralizada, sin entender qué había ocurrido, mientras que los pasos precipitados se le acercaban. De repente, alguien la derribó al suelo con una cachetada.

Carlos apareció con los ojos rojos, llenos de furia.

—¡Nadia! ¿Estás loca o qué? ¿¡Cómo te atreviste a hacerlo!? Sabía que envidiabas demasiado a Sía, ¡pero jamás imaginé que llegarías a este nivel de crueldad! ¡La empujaste por las escaleras! ¡Qué repugnante eres! —él le gritó con frenesí.

Las venas de su frente sobresalían, y su mirada posada en Nadia no contenía ni un ápice de amor.

Nadia sonrió con amargura, sintiendo cómo un escalofrío le recorrería todo el cuerpo. Empezó a temblar de forma incontrolable.

Así era su amado esposo… El mismo que la condenaba sin piedad, sin escuchar sus explicaciones. Antes al menos mantenía la fachada del hombre cariñoso, pero cuando lo sucedido estaba relacionado con Sía, su verdadero lado salía a la luz.

Qué ridículo, ¿no? El corazón de Nadia estaba tan adormecido por el dolor que apenas lo sentía.

—Carlos, si te digo que no la empujé, ¿me creerías? —ella le preguntó con una sonrisa impotente.

Carlos, embravecido, clavó su mirada afilada en Nadia, como si ella fuera una culpable imperdonable.

—Claro que no —él le respondió.

Al terminar de hablar, corrió escaleras abajo y levantó a Sía, quien gemía de dolor, en el suelo frío. Rosa y Luciano también llegaron corriendo tras escuchar el alboroto.

—¿Qué le ocurrió a mi niña? —exclamó Rosa en pánico.

Sía, aún consciente pero pálida, tomó la mano de su madre.

—Mamá, estoy bien. No culpes a Nadia. Seguro no fue su intención empujarme por las escaleras.

Al instante, la mirada siniestra de Rosa se clavó en Nadia. Antes de que su madre pudiera hablar, Luciano ya se había abalanzado hacia Nadia y le dio una patada en el costado. Ese joven, conocido por su temperamento explosivo, la miró con odio.

—Sí, mamá tiene razón. Nadia, ¡eres una maldita desagradecida! Desde que Sía volvió a la familia, no has hecho más que causarle problemas. ¿Por qué eres tan malvada? ¡La familia Soto te crio con esmero tantos años! ¿Por qué ese accidente de hace tres años solo te arrebató la vista? ¡Debería haberte matado!

¿Qué… debería haberla matado?

Nadia se sentó temblorosa en el suelo, con una mano apoyada en el piso y la otra presionando con fuerza su vientre. Un dolor agudo le recorría el abdomen, pero no se comparaba con la fría indiferencia que sentía en el alma. Ya no tenía fuerzas suficientes para hablar, ni para defenderse. Y, aunque lo intentara, ¿alguien la escucharía?

Pronto, los pasos se alejaron. Todos acompañaron a Sía al hospital, dejándola sola en ese lugar.

Tras un largo silencio, se apoyó en el pasamanos y bajó las escaleras paso a paso. Su figura frágil parecía a punto de desvanecerse con el viento. Los sirvientes la observaban en silencio. Aunque nadie hablaba, la escena les partía el corazón.

***

En el hospital, Sía se sometió a cantidad de exámenes. Solo tenía algunas contusiones leves que no eran nada graves. Aun así, la familia insistió en que pasara una noche en el hospital, por si acaso.

Rosa la cuidaba a su lado con esmero, Luciano le cortaba cuidadoso frutas, y Carlos corría como loco de un lado a otro buscando especialistas…

Luciano le entregó un plato de frutas cortadas, mientras le decía sus preocupaciones.

—Todo es culpa de esa maldita desagradecida. ¿Cómo pudo ser tan cruel? ¡Quería matarte! ¡Voy a llamar a la policía!

Sía lo detuvo de inmediato.

—No, Luciano, no lo hagas. Somos familia. Además, no sufrí ningún daño grave. Debemos perdonarla.

Rosa no estaba dispuesta a dejarlo pasar tan fácilmente.

—Esa ingrata sigue siendo parte de nuestra familia. Un escándalo de esta magnitud dañará nuestro prestigio. Pero, lastimó a mi hija. ¡Le daré una lección para que pague el precio!

Luciano hizo eco.

—Sí, mamá tiene razón.

Sía fingió preocuparse e intentó impedir que lo hicieran.

—Mamá, Luciano, déjenlo así. Ya no le guardo rencor. Entiendo que ella siente que soy una amenaza para ella y que le he robado todo el cariño. Pero, solo quiero unirme a ustedes, no competir con ella. Creo que, con el tiempo, verá mi sinceridad.

Luciano refutó despectivo:

—¿Ella? Por naturaleza es malvada. Ya es irremediable. Sía, eres demasiado amable y por eso ella siempre te lastima.

En ese momento, Carlos regresó. Sía desvió su atención hacia él.

—Carlos —lo llamó.

Él dejó de lado los papeles de informes médicos.

—¿Aún te duele? —le preguntó preocupado.

Ella sonrió, radiante.

—Ya no. Carlos, cuando volvamos, no discutas con Nadia. Estoy segura de que no me empujó a propósito.

Carlos guardó silencio por unos segundos. ¿Qué ella no lo había hecho a propósito? Él sabía cómo era la verdad, mejor que nadie.

Desde que Sía regresó a la familia, Nadia no había hecho más que hostigarla. Antes de casarse, él ya la despreciaba. Tras el matrimonio, vivieron juntos, y él fingió amarla durante tres años. Casi había olvidado su verdadera naturaleza. Lo ocurrido ese día finalmente le recordó que algunas personas en este mundo nunca cambiarían… Con una actitud seria, le prometió a Sía:

—Te daré una explicación razonable.

***

Hacía viento por la noche. El frío se apoderó de la oscuridad nocturna.

Nadia yacía sobre la mesa de operaciones, inmóvil. Mientras tanto, el cirujano se colocó los guantes y confirmó por última vez con ella antes de utilizar la anestesia.

—Señora, aún puede arrepentirse. ¿Está segura de abortar al bebé?

Nadia acarició su vientre para sentir por última vez el latido que compartían, y una lágrima brotó de sus ojos. Con voz quebrada, lo confirmó con determinación y luego cerró decidida los ojos.

Tras la operación, solo sentía un frío que le penetraba los huesos. Se arropó con la manta y se encogió como un ovillo. La habitación estaba vacía, sin nadie más a su alrededor.

Quería beber agua, pero no tenía fuerzas. Con dificultad, estiró la mano hacia el vaso en la mesa, pero, al tocarlo, sin querer este se le cayó. El poco líquido restante goteó al suelo y la impotencia la inundó por completo, sintiendo cómo la garganta y la nariz le ardía.

Precisamente en ese momento, escuchó la conversación de dos enfermeras fuera de la puerta, y su corazón se partió en dos.
Lanjutkan membaca buku ini secara gratis
Pindai kode untuk mengunduh Aplikasi

Bab terbaru

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 100

    Sin saber por qué, aunque Nadia no podía perdonar lo que Catarina le había hecho en el pasado, y creía que ya no le importaba su madre, cuando Beltrán la llamó para decirle que Rosa había ido a buscarla, su corazón casi se detuvo en seco por la preocupación.Ya no pudo esperar a que Beltrán pasara por ella. Acordaron ir al lugar por separado y reunirse en el condado de Bingolia. Durante todo el trayecto, Nadia mantuvo el acelerador a fondo, pero sentía que el tiempo pasaba aún más rápido, como si conspirara contra ella a propósito.Tan solo esos cien kilómetros le parecían una distancia interminable. La ansiedad y la frustración la invadían. Sus ojos se fijaron con obsesión en el dígito de la distancia restante, que disminuía con exasperante lentitud.En el condado de Bingolia, a cien kilómetros de Puerto Coral, Catarina llevaba una vida tranquila desde su salida de prisión, sin que nadie la molestara.Aunque había marcado el número de Nadia incontables veces, nunca tuvo el valor sufic

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 99

    El cuerpo de Nadia se tensó todavía más cuando escuchó las palabras.—Beltrán, necesito un poco de tiempo para considerarlo —le respondió en un susurro.—Claro como quieras. Cuando estés lista, solo llámame en cualquier momento.***Al salir del bufete, Nadia regresó al restaurante donde había estado antes para recoger su auto. Una vez al volante, pisó el acelerador casi al fondo, lanzándose hacia las afueras de la ciudad a toda velocidad. Bajó la capota, permitiendo que el viento frío le azotara la cara sin piedad alguna. Parecía ser la única forma de calmar un poco el violento torbellino emocional.Tras dar varias vueltas sin rumbo fijo, regresó al centro de la ciudad cuando ya anochecía. Estacionó junto al puerto y se quedó de pie inmóvil en el muelle, dejando que la brisa marina la envolviera. Su cara permanecía impasible, pero su palidez se acentuaba.Como su resfriado aún no se había curado por completo, por la noche, la fiebre volvió a atacarla. Por fortuna no fue tan grave com

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 98

    Beltrán tragó saliva antes de continuar. Cuando llegó al punto crucial, dudó antes de continuar. Levantó la vista hacia Nadia, vacilando un poco. —La otra muestra era... de Daniel Soto —dijo al final, titubeando.¿Daniel Soto…?Ese resultado inesperado dejó a Nadia petrificada. Permaneció inmóvil durante casi diez minutos, sin pronunciar ni una palabra, incluso su respiración se hizo tan leve que apenas se notaba.Sus cejas se tensaron hasta casi juntarse, mientras sus ojos oscuros y brillantes se volvían tan profundos como pozos fríos, capaces de congelar a quien se atreviera mirarlos.Quedó aturdida, procesando la información. Finalmente, tomó un gran sorbo de café, intentando calmar la ansiedad y la inquietud que ya la habían consumido hasta los huesos.—¿Y el resultado? —le preguntó a Beltrán con voz quebrada.Beltrán dudó por unos instantes, pero le respondió con honestidad:—El informe del examen de parentesco confirma que son padre e hija biológicos.El último vestigio de esper

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 97

    La desolación en los ojos de Carlos ya era imposible de ocultar.Sía, que seguía aferrada como chicle a su brazo, murmuró con voz dulzona:—Es normal que Nadia me odie. No importa cómo quiera vengarse, lo aceptaré... Después de todo, le debo mucho.Carlos la miró fijamente, con una expresión completamente diferente a la que usaba con Nadia. Ahora lucía lúcido y distante.—¿De verdad piensas así? —le preguntó tras un largo silencio.Ahora que Carlos sentía que le debía todo a Nadia, Sía no tuvo más remedio que adaptarse poco a poco a sus sentimientos. Así que lo confirmó con convicción.—Realmente lo creo de esa manera. Haré todo lo posible para compensarla.Para su sorpresa, Carlos se liberó de su agarre.—Sí, es cierto le debes mucho. —Le dejó una frase cruel antes de marcharse sin mirar atrás.Sía apretó furiosa los dientes, con una mirada de rencor.“Nadia, esto no va a quedar así”, pensó.***Originalmente, Nadia iba de regreso al hotel. Pero, había recibido una llamada inesperada

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 96

    Se notó con claridad la impaciencia que transmitía por los ojos bonitos de Nadia cuando ella notó que alguien le agarró la muñeca. Bajó inquieta la mirada y vio la mano de Carlos. Sin darle oportunidad de hablar, se liberó con un tirón brusco.—No me toques con esas manos sucias —le recriminó con dureza y odio en la mirada.Tras recientes encuentros con ella, Carlos confirmó una dura realidad: lograr su perdón no sería nada fácil. Aunque en el pasado lo había amado con el alma, él la había lastimado demasiado… Y para colmo de males, ese maldito Sergio, con sus malas intenciones, ahora se había convertido en su mayor amenaza. Ante su expresión distante, Carlos se ensombreció por la tristeza que sentía.—Nadia, no soy sucio. Nunca he tenido relaciones con Sía, te lo juro. —Intentó explicarle.A Nadia le revolvió el estómago su maldita falsedad. ¿Cómo tenía el descaro de decir estas palabras? Bueno, ella podía olvidar temporalmente lo que él había hecho con Sía, ¿acaso se había olvidado

  • Tras 1099 días en la oscuridad   Capítulo 95

    Aunque Carlos había confirmado que él no amaba a Sía, en su corazón aún persistía ese vínculo de compañerismo empezado desde la adolescencia. Por eso, Carlos la trató con más paciencia en comparación con su indiferencia de días atrás.Por eso, cuando ella lo tomó del brazo con familiaridad como antes, él no la rechazó para no dejarla en ridículo en público. Le respondió con un breve gesto y con un “Hum”, y luego se dirigió a paso largo hacia el segundo piso.Observando cómo los tres se alejaban, David bromeó preguntándole a Nadia:—Amanda, ¿nunca has pensado en recuperar al señor Pérez?David conocía a Nadia desde antes de su fama y estaba al tanto de ciertos detalles de su pasado.Nadia simplemente lo negó con una sonrisa amarga. Ese amor apasionado hacia Carlos había desaparecido hace mucho tiempo. Lo que se podía ver en su expresión eran la indiferencia.***En el segundo piso, Sía había pedido todos los platillos favoritos de Carlos para complacerlo. Sentada a su lado, intentó mejo

Bab Lainnya
Jelajahi dan baca novel bagus secara gratis
Akses gratis ke berbagai novel bagus di aplikasi GoodNovel. Unduh buku yang kamu suka dan baca di mana saja & kapan saja.
Baca buku gratis di Aplikasi
Pindai kode untuk membaca di Aplikasi
DMCA.com Protection Status