En el tercer año de su matrimonio, Nadia Soto se enteró de una verdad cruel por accidente: su ceguera no se debía al accidente automovilístico, sino a su propio esposo, Carlos Pérez, quien le había arrebatado las córneas para trasplantárselas a su "amor de juventud". Además, se había casado con ella solo para proteger la felicidad de su primer amor. Ella finalmente notó que su orgulloso matrimonio no era más que una elaborada mentira… Con el corazón destrozado, decidió irse de él con determinación. Dos semanas después, desapareció sin previo aviso, dejándole a Carlos solo los papeles del divorcio y un embrión sin forma preservado en formol; este fue su último regalo para él. Carlos enloqueció y la buscó por todo el mundo. Cuando finalmente la encontró, se dio cuenta de que a su lado ya había otro hombre que la acompañaba. Frente a ella, le pidió perdón con los ojos llenos de lágrimas. —Nadia, lo siento… No me abandones, por favor… No obstante, Nadia, ahora una estrella en la cima del mundo del arte, no mostraba ningún rastro de emoción frente a su antiguo amor. —Carlos, ya no soy esa ciega ingenua que solo vivía por ti. Dicho esto, ella rodeó con sus brazos al hombre a su lado, quien tenía un aura elegante. —Cariño, este tipo está acosando a tu esposa. ¿No lo echas de aquí? El hombre sonrió con ternura. Se inclinó y, ante todos, le dio un suave beso en los labios. —Haré todo lo que mi mujer ordene.
Lihat lebih banyakSin saber por qué, aunque Nadia no podía perdonar lo que Catarina le había hecho en el pasado, y creía que ya no le importaba su madre, cuando Beltrán la llamó para decirle que Rosa había ido a buscarla, su corazón casi se detuvo en seco por la preocupación.Ya no pudo esperar a que Beltrán pasara por ella. Acordaron ir al lugar por separado y reunirse en el condado de Bingolia. Durante todo el trayecto, Nadia mantuvo el acelerador a fondo, pero sentía que el tiempo pasaba aún más rápido, como si conspirara contra ella a propósito.Tan solo esos cien kilómetros le parecían una distancia interminable. La ansiedad y la frustración la invadían. Sus ojos se fijaron con obsesión en el dígito de la distancia restante, que disminuía con exasperante lentitud.En el condado de Bingolia, a cien kilómetros de Puerto Coral, Catarina llevaba una vida tranquila desde su salida de prisión, sin que nadie la molestara.Aunque había marcado el número de Nadia incontables veces, nunca tuvo el valor sufic
El cuerpo de Nadia se tensó todavía más cuando escuchó las palabras.—Beltrán, necesito un poco de tiempo para considerarlo —le respondió en un susurro.—Claro como quieras. Cuando estés lista, solo llámame en cualquier momento.***Al salir del bufete, Nadia regresó al restaurante donde había estado antes para recoger su auto. Una vez al volante, pisó el acelerador casi al fondo, lanzándose hacia las afueras de la ciudad a toda velocidad. Bajó la capota, permitiendo que el viento frío le azotara la cara sin piedad alguna. Parecía ser la única forma de calmar un poco el violento torbellino emocional.Tras dar varias vueltas sin rumbo fijo, regresó al centro de la ciudad cuando ya anochecía. Estacionó junto al puerto y se quedó de pie inmóvil en el muelle, dejando que la brisa marina la envolviera. Su cara permanecía impasible, pero su palidez se acentuaba.Como su resfriado aún no se había curado por completo, por la noche, la fiebre volvió a atacarla. Por fortuna no fue tan grave com
Beltrán tragó saliva antes de continuar. Cuando llegó al punto crucial, dudó antes de continuar. Levantó la vista hacia Nadia, vacilando un poco. —La otra muestra era... de Daniel Soto —dijo al final, titubeando.¿Daniel Soto…?Ese resultado inesperado dejó a Nadia petrificada. Permaneció inmóvil durante casi diez minutos, sin pronunciar ni una palabra, incluso su respiración se hizo tan leve que apenas se notaba.Sus cejas se tensaron hasta casi juntarse, mientras sus ojos oscuros y brillantes se volvían tan profundos como pozos fríos, capaces de congelar a quien se atreviera mirarlos.Quedó aturdida, procesando la información. Finalmente, tomó un gran sorbo de café, intentando calmar la ansiedad y la inquietud que ya la habían consumido hasta los huesos.—¿Y el resultado? —le preguntó a Beltrán con voz quebrada.Beltrán dudó por unos instantes, pero le respondió con honestidad:—El informe del examen de parentesco confirma que son padre e hija biológicos.El último vestigio de esper
La desolación en los ojos de Carlos ya era imposible de ocultar.Sía, que seguía aferrada como chicle a su brazo, murmuró con voz dulzona:—Es normal que Nadia me odie. No importa cómo quiera vengarse, lo aceptaré... Después de todo, le debo mucho.Carlos la miró fijamente, con una expresión completamente diferente a la que usaba con Nadia. Ahora lucía lúcido y distante.—¿De verdad piensas así? —le preguntó tras un largo silencio.Ahora que Carlos sentía que le debía todo a Nadia, Sía no tuvo más remedio que adaptarse poco a poco a sus sentimientos. Así que lo confirmó con convicción.—Realmente lo creo de esa manera. Haré todo lo posible para compensarla.Para su sorpresa, Carlos se liberó de su agarre.—Sí, es cierto le debes mucho. —Le dejó una frase cruel antes de marcharse sin mirar atrás.Sía apretó furiosa los dientes, con una mirada de rencor.“Nadia, esto no va a quedar así”, pensó.***Originalmente, Nadia iba de regreso al hotel. Pero, había recibido una llamada inesperada
Se notó con claridad la impaciencia que transmitía por los ojos bonitos de Nadia cuando ella notó que alguien le agarró la muñeca. Bajó inquieta la mirada y vio la mano de Carlos. Sin darle oportunidad de hablar, se liberó con un tirón brusco.—No me toques con esas manos sucias —le recriminó con dureza y odio en la mirada.Tras recientes encuentros con ella, Carlos confirmó una dura realidad: lograr su perdón no sería nada fácil. Aunque en el pasado lo había amado con el alma, él la había lastimado demasiado… Y para colmo de males, ese maldito Sergio, con sus malas intenciones, ahora se había convertido en su mayor amenaza. Ante su expresión distante, Carlos se ensombreció por la tristeza que sentía.—Nadia, no soy sucio. Nunca he tenido relaciones con Sía, te lo juro. —Intentó explicarle.A Nadia le revolvió el estómago su maldita falsedad. ¿Cómo tenía el descaro de decir estas palabras? Bueno, ella podía olvidar temporalmente lo que él había hecho con Sía, ¿acaso se había olvidado
Aunque Carlos había confirmado que él no amaba a Sía, en su corazón aún persistía ese vínculo de compañerismo empezado desde la adolescencia. Por eso, Carlos la trató con más paciencia en comparación con su indiferencia de días atrás.Por eso, cuando ella lo tomó del brazo con familiaridad como antes, él no la rechazó para no dejarla en ridículo en público. Le respondió con un breve gesto y con un “Hum”, y luego se dirigió a paso largo hacia el segundo piso.Observando cómo los tres se alejaban, David bromeó preguntándole a Nadia:—Amanda, ¿nunca has pensado en recuperar al señor Pérez?David conocía a Nadia desde antes de su fama y estaba al tanto de ciertos detalles de su pasado.Nadia simplemente lo negó con una sonrisa amarga. Ese amor apasionado hacia Carlos había desaparecido hace mucho tiempo. Lo que se podía ver en su expresión eran la indiferencia.***En el segundo piso, Sía había pedido todos los platillos favoritos de Carlos para complacerlo. Sentada a su lado, intentó mejo
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