LOGINEn el año en que mi novio, Nelson Castro, estaba más a la miseria, sin un peso, lo dejé. Después, se convirtió en el gran boss de la mafia y puso a trabajar a medio mundo, con sus métodos más bajos, para obligarme a casarme con él. La gente cuchicheaba que yo era su primer amor, su obsesión, la mujer que de verdad le importaba. Pero luego, se paseaba con una mujer distinta cada noche, y yo terminé siendo el hazmerreír de todos. A pesar de la humillación, nunca hice un escándalo. Me encerraba en mi cuarto, en silencio, para no interferir con sus asuntos. Una noche, fuera de sí, Nelson me besó con furia y me preguntó casi en un susurro: —¿No tienes celos? Pero en realidad... lo que él no sabía era que yo estaba enferma. Él podía comprar al mundo entero con su dinero, usar la violencia, las amenazas y lo que fuera, podía forzar este matrimonio y acostarse cada noche con las mujeres que quisiera. Pero no tenía ni idea de que a mi vida solo le quedaban siete días.
View MoreNelson no tenía ni idea de que ese día, cuando se fue con Ivana, sería la última vez que vería a Helena con vida.Ella no le preguntó nada sobre el embarazo de Ivana. Estaba tan tranquila como una tumba, no le importaba en lo más mínimo si él se había enamorado de otra.Así que Helena no lo esperó, ni le dio la oportunidad de explicarse.Rita no dejó que él viera el cuerpo de Helena. Ni siquiera le entregó una pizca de sus cenizas. Helena fue realmente implacable.Nelson empezó a lamentar no haberle confesado en ese instante que ese bebé no era suyo.El día que dejó a Helena para ir a buscar a Ivana al bar, Ivana, pasada de copas, fue violada. Cuando él llegó, ya no había nada que hacer.Pero Ivana decía que, si no hubiera sido por él, no habría estado tan triste, no se habría emborrachado y no habría vivido esa pesadilla.Nelson sabía que no tenía la culpa, pero cuando veía a Ivana llorar, con esa cara tan parecida a la de Helena, se le doblaban las rodillas.Así que arregló todo por
No pude ocultarle a Rita lo mucho que me había lastimado.Se puso furiosa conmigo y me regañó por no cuidar mi salud. Solo pude prometerle que no me haría la fuerte otra vez.Rita suspiró y, tratando de calmarme, me dijo:—Cuando te sientas mejor, te llevo a visitar a tu mamá. ¿Te parece?Sabía que Rita me estaba mintiendo. Yo tenía claro que no me iba a recuperar. Pero no quería preocuparla, así que solo le sonreí y asentí.Empecé a tomar la medicación como debía y seguir el tratamiento del médico. La plata se iba rápidamente, el gasto era enorme. Pero era la de Nelson, así que no me importó en lo absoluto. Al final, era lo que me debía.Quizá fue por una tregua temporal, pero aunque el cuerpo me dolía, me sentía más viva.Probablemente escuchó que estaba mejorando, y Ivana no pudo aguantar las ganas. Aprovechó que Nelson no estaba y vino a buscarme al hospital.Tan pronto como Rita la vio, empezó a gritarle:—¡Aquí no entras! ¡Lárgate ahora mismo!Ivana, como recién salida de una nov
En ese momento, le pregunté:—Nelson, ¿me estás tomando el pelo?Nelson, que apestaba a alcohol, empujó a la mujer y se me acercó con esa mirada desafiante.—¡Sí! ¿Y qué? Mira, te veo tan destrozada desde que me dejaste, que hasta me dio lástima. ¿Por qué no nos casamos de una vez? Ya no te amo, así que mejor te callas. Tengo un montón de queridas, y si te pones celosa o empiezas a llorar por eso, me vas a cansar.Cuando Nelson dijo que ya no me quería, las lágrimas me cayeron al instante. Respiré profundo, decidida a decirle lo que tenía que decir.—He venido hoy para decirte que no quiero casarme contigo. La razón por la que te dejé fue por mi madre...Antes de que pudiera terminar, Nelson me interrumpió en seco, lleno de rabia:—¡Déjate de pendejadas con tu maldita madre! ¡Qué descaro! ¡La traté como a mi propia madre, y ella, igual que tú, solo pensaba en la plata! ¡Las dos me abandonaron por unos malditos billetes! Yo solo me lastimé un poco y tuve que gastar plata para curarme, ¡
Durante los dos días siguientes a mi despertar, Rita no se despegó de mí ni un instante. Era más mi sombra que las enfermeras.Ya no soportaba la cama, así que aproveché que Rita no estaba y traté de levantarme para ir al baño. Pero no me di cuenta de que las piernas me iban a fallar. Terminé cayendo al piso.Me costó un montón volver a pararme, y con la culpa encima, me arrastré de nuevo a la cama antes de que Rita regresara y se preocupara.De pronto, Nelson entró como un torbellino en la habitación y me abrazó con fuerza.—¿A dónde se metió Rita? Fui un momento a pagar y a recoger la medicina, ¡y te dejó sola!No tenía ni fuerzas para apartarlo, así que solo pude arrugar el ceño y soltar:—¡Cierra la boca! No te atrevas a hablar mal de Rita frente a mí. Ella tiene su vida, no puede estar todo el día de niñera conmigo. Ya le he causado suficientes problemas.Nelson se quedó mudo, no se atrevió a decirme nada.Luego fue a buscar un pañuelo para secarme las manos. Mi piel estaba tan de






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