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Él me engaña, yo muero en silencio
Él me engaña, yo muero en silencio
Penulis: Scarlett Flame

Capítulo 1

Penulis: Scarlett Flame
Desde que Nelson me obligó a casarme, se traía a una mujer diferente a la casa cada noche.

Pero un día apareció Ivana, una mujer que, por fin, lo calmó.

La conocí justo el día de mi cumpleaños.

Había salido del hospital hacía apenas unas horas. El doctor me había dado el peor regalo: con la voz quebrada, me confirmó que me quedaba una semana de vida, ¡siete días!

El destino me estaba jugando una carta muy cruel. La vida se me escapaba mucho más rápido de lo que jamás imaginé. No temía a la muerte, pero sí al dolor que me partía el alma.

El médico me habló de un medicamento especial que aliviaría ese sufrimiento y, con suerte, me daría un poco más de tiempo. Pero cada dosis costaba cincuenta mil dólares.

Para un tratamiento de siete días, la cuenta ascendía a trescientos cincuenta mil.

Ese dinero... para Nelson, el gran boss de la mafia, seguro era lo que se gastaba en cualquier cena. Pero para mí, esa era una suma impagable.

No me quedó otra opción. Para conseguir el dinero que me salvaría, tuve que ir a la oficina de Nelson a buscarlo.

Allí me encontré con Ivana, quien se presentó como su asistente personal y abogada de cabecera.

Ivana me miró de arriba a abajo con un desprecio evidente.

—¿Ella es la esposa de Nelson? ¡No me digas! Todos dicen que nos parecemos, ¿pero en qué? ¡Qué pintas!

Las ventanas de piso a techo de la oficina me devolvieron la imagen: el rostro demacrado, los ojos hundidos, el color de la enfermedad. Estaba sin una gota de maquillaje, con un abrigo que no disimulaba lo flaca que me había puesto. Al lado de ella, llena de juventud y energía, yo era solo una sombra.

No estaba bien, lo sabía, y estaba a punto de morirme, así que su insolencia tampoco me sorprendió.

Paulo, el mano derecha de Nelson, agarró a Ivana del brazo y le susurró al oído con prisa:

—La señora no anda bien últimamente, por eso se ve así. Te lo advierto, no te creas que, porque boss te está dando gusto ahora, tienes derecho a faltarle el respeto. No tienes ni idea de cuánto la quiere boss. Si la ofendes, te manda a darle de comer a los peces. ¡Pilas con eso!

Ivana puso los ojos en blanco, fastidiada, como si pensara que tal vez Nelson no me quería tanto como decían.

Se acercó a mí con esa actitud de diva y, con una sonrisa burlona, me soltó:

—¿Qué haces aquí, Helena? Si Nelson te ama tanto, ¿por qué te tiene esperando?

—Normalmente, no importa lo que esté haciendo, él siempre viene a atenderme primero. Dice que soy más importante que cualquier otra cosa.

Ivana sonrió con arrogancia, buscando claramente picarme. No me dio ni el más mínimo respeto. Su actitud de desprecio me recordó a la que yo tenía en mis años mozos.

No la culpo, con ella Nelson sí se comportaba diferente.

Nelson tenía un ejército de amantes y cada noche llegaba con una distinta a casa. Las usaba para provocarme, para ver qué tan fuerte era mi reacción. Pero con ninguna duraba mucho: dos meses, con suerte, a veces solo unos días.

Solo Ivana era diferente. Ella era la mujer con la que más tiempo había estado.

La miré y sonreí, pero mis palabras fueron directas y sin piedad:

—Si eres tan importante, ¿por qué Nelson te sigue dejando como su amante secreta? En lugar de venir a provocarme, mejor háblale para que se divorcie de mí.

Ivana, joven e impulsiva, perdió los estribos y, furiosa, me contestó:

—¡Nelson me ama solo a mí! Mientras él me quiera, no soy ninguna amante. ¡Tú ya estás vieja, fea y acabada! ¿Qué puedes compararte conmigo?

Paulo, preocupado por la que pudiera armarse, la apartó de mí rapidísimo.

Pero no me molestó en lo más mínimo.

Lo tenía muy claro: no iba a perder mi poco tiempo sufriendo por Nelson, y mucho menos iba a rebajarme a pelear con otras mujeres por él. Sencillamente, él no valía la pena.
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